Lo bonito de los coches es que te permiten viajar. Cuando digo esta frase me acuerdo de Astérix y Obélix cargados con la mochila de piedras. «Verás países, dicen». Mis amigos Víctor Piccione y Adrián Piccione, padre e hijo están esta semana en Marruecos corriendo el Panda Raid. Salieron el sábado de Madrid y después de la segunda etapa van en la posición 103 de casi 150 clasificados. Mitad de tabla, aproximadamente. Sus compañeros de equipo, Javier Arenas y Andrés Mas, colegas de profesión, van en la posición 77, más mitad de tabla. Su coche es una joya. Y me dan una envidia desértica.
Las fotos en la salida, frente al Palacio Real, en Madrid, las hice con mi telefonino. La calidad podría ser peor.
Adrián Piccione, a punto.
El padre, Don Víctor. La suerte, para los que la merecen. Padre e hijo, con el motor ya en marcha. El padre, afectado por el mal de altura del desierto, me ha enviado esta primera crónica (Sin fotos, que enviar fotos desde Marruecos es tarea prácticamente imposible) «Hoy hemos acabado la segunda etapa, de unos 400 kilometros, de los cuales un tercio eran pistas con unos cuantos pasos complicados de arena, sin grandes problemas y sólo algún que otro empujón. Hemos sido grandes samaritanos, ya que nos hemos hinchado a empujar coches. Hemos donado nuestra bomba de gasolina de recambio a unos participantes que se habían quedado tirados y hay un ambiente increíble de buen rollo. El coche también es increíble. Está perfecto y parece que cada día corre más. Hoy le hemos pegado un buen vuelo al cambiar a una pista paralela que parecía mejor, pero no parece resentido. Ayer, los coches de JuanMa (Posición 98) y Andrés penalizaron por equivocarse y acortar en un tramo de regularidad, lo que les ha descolgado en la clasificación con 450 puntos de penalización. (Esta penalización no figura en la clasificación tras la segunda etapa que aparece en la web oficial)