Hemos hecho 4.000 kilómetros, con el Amarok cargado hasta las cejas, para llegar a Taouz a graduar a niños y adultos marroquies. Cinco ópticos de Afflelou, tres en mi coche, han venido hasta el sur de Marruecos. Entre los ópticos, está incluido el director general de Afflelou en España. Así que tenemos un «campeón del mundo», un «La avanzadilla», un «campeón del Dakar», «Las Nenes» y un «director general». Un equipo de lo más completo.
Casi 200 graduaciones hemos realizado en Taouz. Yo no he hecho ninguna, pero como soy el chófer, soy parte del equipo y me incluyo. Si me tienen que echar que me echen. De las casi doscientas graduaciones, más de 70 personas necesitaban gafas. Algunas necesitaban dos juegos, uno para cerca y otro para lejos.
Las graduaciones se hacen normalmente con paneles de letras, pero las letras a veces son una barrera. Los símbolos pueden ser más sencillos de interpretar. Lo que tienen que decir quienes se gradúan la vista es hacia dónde se dirigen las patas de esta E giratoria.
Diferentes lentes
Para diferentes gestos
Primero se prueba con un ojo.
A los más pequeños hay que contárselo muy despacio.
Y utilizar varias técnicas.
Una vez aprendido resuelven con energía.
En la puerta del consultorio se arremolinan los niños a la espera de ser atendidos. Les pregunto si les puedo hacer una foto. Uno de ellos me dice alto y claro: «No, fotos no». «Bravo», y choco cinco con él. No debe tener más de siete años. Pero no quiere fotos y lo tiene claro. Supongo que están hartos de que los turistas vayamos y les hagamos fotos. Así que no tengo fotos de los niños en la cola esperando. Es una delicia verlos y la foto de todos ellos debe ser impagable. Pero «no» es no.
De lo que sí tengo fotos es de estas herramientas que me privan. No sé para qué sirven, pero las quiero todas. «La avanzadilla» me descubre que una de ellas es magnífica para tensar cables de bicicleta. Por ejemplo. Creo que son para fabricar y reparar gafas, pero para la bici quizá también sirvan.
Espero que el año que viene volvamos a Taouz. Necesito ver a los niños que se quedaron allí. No hay forma de olvidar su sonrisa, sus ganas de jugar y sus ropas perennes. Volveré a Taouz porque no soy capaz de quitármelos de la cabeza.
Gracias a todos por conseguir que algunos de ellos, niños y mayores, puedan ver mejor de lo que veían. El año que viene tendremos que comprobar en directo que el remedio es el adecuado.