Este año cumplo 60 años. En 2022 se me presenta una buena oportunidad para ser uno de los novatos más veteranos de la historia del Dakar. No trato de establecer ningún récord. Sólo quiero que la edad no me detenga.
Con 60 años todavía somos jóvenes y tenemos muchos años por delante para vivir y disfrutar. Los veteranos, a poco que nos cuidemos, tenemos capacidad y vitalidad para hacer casi cualquier cosa.
Espero que en 2022 dejemos definitivamente atrás dos años duros de pandemia y que llegue por fin el tiempo de celebración, alegría y de disfrutar de nuevo. Con 50, con 60, con 70 y con 80 no nos tenemos que jubilar ni del trabajo ni de la vida. Tenemos que cuidarnos para seguir jugando muchos años.
Ya tengo equipo y he probado el coche. Es un coche perfecto para participar y ser moderadamente competitivo. Nuestro objetivo, el de mi copiloto y el mío, no será pelear por ser rápidos. Mi objetivo será cuidar del coche, del copiloto y del conductor e intentar acabar. Carlos Sainz, el gran Carlos Sainz, que está acostumbrado a ganar el Dakar y casi todo lo que se le ponga por delante, tiene más o menos mi edad. A mi edad se puede ganar el Dakar. Y también se puede acabar último o muy retrasado. Acabar también es una victoria.
El coche está fabricado por GPR Sport y es un buggy de tracción total con un motor Ford Ecoboost tricilíndrico de 140 caballos de potencia.
Facilidad engañosa para un novato
El buggy se conduce con relativa facilidad. Es decir, se conduce con mucha facilidad si vas despacio y a medida que apuras las trazadas todo se hace más difícil. Pero por lo que me dice Rubén Gracia, pentacampeón de España y propietario del equipo, es un tipo de coche que supera las dunas con relativa facilidad. Nos quedaremos enganchados y sufriremos, pero a un ritmo moderadamente bueno parece que el coche nos ayudará a no perder demasiado tiempo en la arena.
Por caminos, la facilidad con la que se conduce puede resultar engañosa. Tendré que estar siempre atento para no ir más rápido de la cuenta, porque el coche da confianza rápidamente. Da confianza porque se traga los baches, los surcos y las irregularidades como si no existieran. Vas tranquilamente con el acelerador a tope por un camino infame, roto y lleno de agujeros con los que romperías cualquier coche. Esta facilidad para tragárselo todo ayuda mucho, pero también es un inconveniente porque puedes ir muy rápido y si se presenta un obstáculo imprevisto difícilmente existirá la posibilidad de corregir para esquivarlo. Las etapas de 400 kilómetros por tierra o arena y a esa velocidad serán agotadoras. Y con el cansancio llegan los errores.
No sé si soy consciente de lo que supone participar en el Dakar. Quizá no, pero sé que si consigo patrocinador (que estoy buscando intensamente) tanto yo como mi copiloto nos lo tomaremos muy en serio, con toda la preparación física y mental que seamos capaces. Así, desde la lejanía, el proyecto parece factible. Pero confieso que me genera intranquilidad. Aunque estoy bien físicamente, el Dakar es muy duro, no tengo experiencia y la posibilidad de que no lo aguante existe. También existe la posibilidad de avería y de accidente. Más siendo novato. Me genera intranquilidad porque en un segundo, un error, puede acabar con un año de esfuerzos elevados. No hay segunda oportunidad. Pero si no fuera muy difícil no sería tan atractivo.
Nunca es tarde para atreverse
Me falta el patrocinador y nada más. Estaré al máximo de mi forma física y con toda la preparación de conducción posible. Ojalá sirva de estímulo para que las personas mayores afrontemos el último tercio de nuestra vida con una perspectiva optimista. Nunca es tarde para intentarlo. Nunca es tarde para ser el novato más viejo.
La asistencia de la dirección del buggy es eléctrica y no transmite nada de nada de lo que ocurre entre las ruedas y el punto de contacto con el suelo, sean piedras, tierra o arena. De momento sólo lo he probado sobre tierra, pero intuyo que sobre cualquier superficie será exactamente lo mismo. Este buggy es imprescindible sentirlo con el culo. Como se lo traga todo no resulta un coche incómodo, aunque la unidad que he probado no estaba adaptada a mi estatura ni a mi corpulencia y no llegaba bien a los pedales y me movía bastante en el asiento. Además, el cambio de marchas secuencial de dientes rectos, con palancas en el volante, requería de mucho más esfuerzo del que estoy acostumbrado a realizar en un cambio con palancas en el volante y me ha costado pasar de unas marchas a otras. Una dificultad menor a la que me puedo acostumbrar.
Si encuentro el dinero para participar en el Dakar, que espero que sí, será una señora aventura. Mi intención es empezar un proyecto de varios años. Los sesenta son la nueva juventud. No tengo la misma fuerza que con 30 años, tengo algún achaque y la memoria me falla algo más de lo deseable, pero si me cuido y me preparo estoy seguro de tener la capacidad de llegar a meta. Lo único que me falta es un detalle sin importancia: el dinero necesario para cubrir los gastos.