La realidad de México es irreal. Un país en el que viven personas educadas, bien instruidas, con capacidad para una buena organizacion social, está en manos de diferentes grupos de poder. Ninguno de ellos tiene el monopolio de la fuerza y las fronteras interiores son difusas. En este galimatías de fortalezas, los periodistas pierden y con ellos toda la población. Una población que pierde el derecho a recibir información independiente, pierde el derecho a pensar y decidir, porque no tiene las herramientas necesarias para hacerlo. No hay democracia sin libertad de expresión y en México los periodistas mueren cada año por docenas.
El viernes pasado, la periodista mexicana Carmen Aristegui, fue destituida de su programa de radio matutino en la cadena MVS por preguntar públicamente, por pedir una respuesta oficial, sobre un asunto que es rumor en la calle y que llegó hasta el parlamento de la nación con forma de pancarta. Carmen Aristegui pidió en antena aclaraciones oficiales sobre el supuesto problema de alcoholismo del presidente de México, Felipe Calderón.
Es discutible si el método de formular la pregunta en antena es el más adecuado. Se puede argüir que un periodista debe recabar pruebas o indicios sólidos y contrastar las fuentes en privado antes de convertir un rumor en hecho noticioso, por mucho que el rumor haya llegado al parlamento. Los intereses de quien ha llevado la pancarta pueden no ser irrelevantes.
Carmen Aristegui en una declaración realizada hoy asegura que las presiones para que fuera destituida llegaron directamente desde presidencia del gobierno. Ella considera que las presiones económicas sobre las empresas de comunicación, a través de la concesión o no de licencias, permite forzar voluntades de los empresarios. Y se pregunta «¿Por qué en México los empresarios de los medios pueden ser sometidos a presiones indebidas para que silencien a los comunicadores?»
La libertad de expresión y la libertad de prensa es clave para la democracia. En México y fuera de México. En España los empresarios de los medios también reciben presiones indebidas. No sólo del Estado, pero también. Los presupuestos de publicidad que gestionan los gobiernos son una herramienta de presión enorme. Los gobiernos utilizan el dinero de todos para hacerse publicidad a sí mismos y para presionar a los medios. Con nuestro dinero. Las licencias de radio y televisión que conceden los gobiernos también son herramientas de presión. Nos quejamos poco.
Internet nos libera en buena parte de estas presiones. No falta tanto para que Carmen Aristegui pueda realizar un programa de radio a través de internet con audiencias igual de millonarias que las que puede conseguir mediante la radio convencional.
México no está tan lejos de España. Internet borra las fronteras. Los ciudadanos tenemos que defender este espacio de comunicación libre de interferencias, porque nos va la libertad en ello. Internet es una herramienta excelente para la libertad en el norte de África y para países árabes. Pero también en España y en países occidentales. Es imprescindible que los ciudadanos estemos vigilantes para que no nos limiten este canal de comunicación. Las pequeñas limitaciones, aparentemente sutiles, producen grandes diferencias. Por este motivo, toda regulación de internet debe ser muy muy cuidadosa. En Cuba el acceso a internet es prácticamente imposible. El régimen cubano sabe bien lo que supone la libertad de información.