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Mercedes-Benz SLS AMG: Yo no me lo compraría forastero.

José B., en el blog de al lado, ha publicado fotos y precio del Mercedes-Benz SLS AMG. A mi juicio tiene un buen precio. 196.000 Euros no es dinero para un coche así, por muchos motivos que no me voy a entretener en detallar. Si le recomiendo a los forasteros que no lo compren no es porque me parezca caro. Dinero es lo que nos sobra a todos nosotros.

¿Cuál es el problema? La estatura. Soy demasiado pequeño para tener este coche. Sólo bigardas con estatura alemana merecen la tarjeta de embarque. ¿Por qué? Tengo la prueba irrefutable.

El tirador para cerrar la puerta está situado, todo perfectamente calculado, en el extremo preciso más alejado del hombro del pasajero, en la bisectriz exacta del ángulo que forman el plano vertical con el horizontal a la altura del hombro. 45 grados en toda su lejanía, que a las personas bajas nos queda a desmano. No nos da la sisa.

Me dirán que miento. Que en la foto aparece un bigardo y no una bigarda. Cierto. Pero sigo la recomendación que le leí una vez a Rafael Reig para no discriminar a las mujeres. En ocasiones el masculino y en otras el femenino. De hecho, vi la intención de subir a una mujer joven, con apariencia de modelo. Me di la vuelta de inmediato. Pudoroso.  No quería comprometer su intimidad. Lo hice porque tenía información privilegiada.

Me pueden decir que también he equivocado el título. Tenía que haber puesto: «Yo no lo compraría forastera». Fíjense que hubiera sido discriminatorio. ¿Acaso no podemos llevar faldas los hombres? ¿Faldas cortas, ceñidas, con las piernas peludas?. ¿Acaso no pueden los escoceses tener un SLS AMG, que se precian por no llevar ropa interior bajo las faldas?

Toda esta información reservada, con estas fotos de trabajo de periodismo de investigación, la tengo guardada desde el Salón de Francfort. No se la he querido mostrar hasta no conocer el precio del coche.

Si hubiera sido un coche caro, cualquier incomodidad formaría parte del glamour. Cualquier cosa que uno enseñe (o una) es un joya. En cambio, en un coche barato, estos detalles se convierten en falta de clase, en molestias de baratillo. En un quiero y no puedo. Lo peor.

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