Vivo en un mundo disparatado en el que un día suena el teléfono y el director de comunicación de Mercedes-Benz me ofrece entrevistar a Marina Conde, diseñadora, fundadora, propietaria y torbellino de La Condesa. Me ofrece un reportaje al estilo de mis reportajes de «El chófer de…«, pero sin hacer de chófer. «Te recogen primero a ti en tu casa, luego pasáis a recogerla a ella por su casa y os vais juntos a IFEMA. En el camino desde su casa a IFEMA, le puedes hacer una entrevista«.
—¡Maravilloso! ¡Perfecto! ¡Quedará muy chulo!
Está claro que me gusta el riesgo. Cuelgo el teléfono perfectamente consciente de que no sé qué es La Condesa ni quién es Marina Conde. Pero ¿acaso tiene eso alguna importancia? En mi vida he entrevistado a gente intelectualmente desbordante, como a Francisco Luzón, al en su día todopoderoso presidente de Telefónica, Juan Villalonga, al cantante Zuchero, al ilustrador catalán Jordi Labanda. En las entrevistas con Luzón y Villalonga sí sabía de qué hablaba, porque conocía bien sus empresas, pero no sabía nada de ellos. Esas entrevistas, además, eran en directo, en televisión. Lo mismo que la entrevista a Zuchero, del que no sabía nada de nada, como quedó patente. A Jordi Labanda lo entrevisté para ¡Hola!. He trabajado para demasiados medios en mi vida. Y he hecho demasiadas entrevistas. Demasiadas cosas, todas a medias. Todo medio mal. A pesar de los años, no aprendo. Bueno, no es cierto. Siempre tengo la esperanza de hacerlo bien. Pero hacerlo bien es muy difícil. Me gusta el riesgo de intentarlo.
La Condesa, se lo crean ustedes o no, es una marca de ropa. En realidad, si quiero hablar con propiedad, debiera decirlo de otra manera. Pero no sé cuál es la manera correcta. Probablemente si dijera que La Condesa es una firma de moda o una empresa que diseña y vende moda o ropa, estaría algo mejor dicho. Pero tampoco es la expresión que busco. Porque a mí no me parece que La Condesa sea una firma de moda. La moda me suena a algo efímero. Tampoco es una firma de diseño, porque también fabrican y venden. De moda nada. Para La Condesa adivino y vaticino una vida larguísima.
Hoy ha sido el día en el que me iban a venir a recoger a casa. Y han venido. Luego hemos ido a recoger a Marina Conde a su casa y desde allí hemos ido a IFEMA porque hoy también era el día del desfile de La Condesa. El resto era anécdota. La realidad es que no he hecho la entrevista a Marina Conde. O, mejor dicho. No he terminado la entrevista. Sí la he empezado. Pero a mitad de la entrevista han llamado por teléfono a Marina y a partir de ahí el programa previsto se ha trastocado.
En lugar de ir a IFEMA, me he ido a mi casa a por un coche para ir a Leganés a buscar unas pegatinas que necesitaban para el desfile. Hacía falta alguien que echara una mano y quién mejor que yo para hacerlo. ¿Por qué me he ofrecido a ir a Leganés? La respuesta es fácil. Porque soy así. Pero en este caso, además, porque me había enamorado. Enamorado del torbellino rubio que ha posado dulcemente delante del Mercedes sin aspavientos ni quejas a pesar de las horas y del lugar y que ha respondido a mis preguntas con un detalle y un amor inexpugnables. Tan inexpugnables que he sucumbido.
Gracias a que he ido a Leganés, luego he podido situarme donde los fotógrafos y hacer muchas fotos del desfile. Ya que estoy de confesiones, confieso que la ropa de Marina me gusta mucho. En un momento dado, en el camerino (o como se llame el lugar en el que toda la ropa está preparada para el desfile) Marina ha tirado de la punta de uno de sus vestidos y ha dicho: «Muchas lentejuelas, mucha agua».
Su acento, del que también me he enamorado, aunque no soy capaz de descifrar de dónde es, también suena a agua. Como toda su ropa, como su pelo rubio y sus ojos. Y su forma de moverse, de explicarse. De pensar. Marina es un torbellino. Un torbellino dulce de lentejuelas de agua. Un amor.
Antes del desfile, por lo que había visto en su web, pensaba que en La Condesa sólo hacían chaquetas y bolsos. Soy un ignorante. Vean los vestidos y «outfits» (esta sí que es una palabra de especialista y no las que utilizo yo) que han desfilado hoy por el estanque azul de La Condesa.
Javier, siempre te pasa lo mismo en tus entrevistas. Hablas de lo poco que conoces del entrevistado y su entorno, de su profesión. Te sirve para sacar pecho y decirte a tí mismo que como eres ignorante, eres osado. En tus entrevistas hay un 90% de ti, de lo que tu piensas de la moda, de su industria, de la consideración que te merece todo eso. El entrevistado teórico te sirve para hablar de ti. Javier, en tus entrevistas EL ENTREVISTADO ERES SIEMPRE TU.
Hola, Periodista de carrera.
Es posible que ocurra todo lo que usted dice, pero aquí no he entrevistado a nadie.
No sé a qué entrevistas se refiere. No recuerdo haber publicado ninguna entrevista en mi blog. Pero es posible que me haya olvidado. Si me da ejemplos, se lo agradezco.
Gracias
¿Una semana después y nadie ha recalado en esta frase?
¨“Te recojen primero a ti en tu casa¨
Se escribe con ¨g¨:
las terminaciones -ger y -gir de los infinitivos: proteger, escoger, recoger, fingir, corregir, dirigir, etc. Menos tejer, crujir y sus compuestos.
Ráfagas, GTO.
Gracias GTO.
Me hago mayor. empiezo a tener dificultades con la g y la j. No me pasaba antes. Ni me di cuenta al escribirlo ni me he dado cuenta hasta que no lo he visto en su comentario.
Lo corrijo y se lo agradezco.
🙁
Y ahora que lo he corregido veo que tiene más delito. He escrito un recojer y un recoger, uno a continuación de otro. Grrr.
Me voy a aprender su regla, que no la sabía: salvo crujir y tejer. Gracias de nuevo.