#FordFansOnly es una concentración anual de clubes de Ford en España. No crean que sé exactamente qué es un Club de coches ni cómo funciona. Sé que en España hay muchos clubes, de Ford y de otras marcas. Entre los de Ford, hay clubes por modelo (Mustang, Mondeo, Focus…) pero desconozco cuáles son sus actividades en detalle, aunque una visita a sus páginas web o de Facebook permite formarse una idea.
Este año me he colado en el #FordFansOnly por varios motivos. El primero y principal. Mis amigos del departamento de comunicación de Ford se han empleado duramente en apoyar este evento, que cuenta con el respaldo de Ford España. Y como tanto yo como mis amigos trabajamos mucho y me apetecía pasar un rato con ellos, he ido hasta el circuito de Kotarr un domingo, cerca de Aranda de Duero, para verlos y trabajar un poco con ellos. La comida de después de la «quedada» estaba asegurada. Ver a los amigos y charlar un rato con ellos cada vez está más difícil.
El segundo motivo es que nunca había estado en un evento de este tipo, nunca en una concentración de tantos coches de clientes de una marca y me apetecía ver en qué consistía, para poder contárselo a ustedes. Quizá, si tienen un Ford, pueden aprovechar para hacerse de un club y el año que viene dar vueltas gratis al circuito de Kotarr. A juzgar por lo que he visto, muchos de los asistentes se lo han pasado muy bien.
El evento ha consistido, básicamente, en dar vueltas al circuito de Kotarr. Algunos de los asistentes habrán venido con un juego de ruedas de repuesto, porque después de ver sus derrapes, no creo que les haya quedado neumático para circular.
Víctor Fernández, experiodista de esta casa y también amigo, ha sido el piloto que a los mandos de un Mustang GT abría el circuito a los participantes y también quien ha regalado los derrapajes mejor realizados de la jornada, con largas cruzadas y humo considerable. Víctor es un virtuoso de la conducción. Pone el coche donde pisa una y otra vez. Este año ha sido noticia porque se ha marcado un trompo. Cuando Victor hace un trompo deberían anunciarlo en el Telediario. Esta vez ha sido. Y ha sido en beneficio de todos, porque después del trompo nos ha demostrado a todos los presentes que cualquiera puede quedarse dormido con el coche cruzado, como le ha pasado a él, que lo ha cruzado mientras pensaba en las musarañas, tarde y mal. Pero luego, para que no tuviéramos dudas, ha cruzado el coche una y otra vez, en larguísimas cruzadas, para regocijo y alboroto de todos los asistentes. (Antes de todo eso, le pedí que nos enseñara un poco del nuevo Fiesta, él que puede)
Otra de las noticias del día ha sido que yo me he subido por primera vez en la vida en un Mustang. Noticia para mí. Para nadie más. Me he subido de copiloto, al lado de Víctor, en unas vueltas en las que tocaba ir muy despacio. Sin embargo, me ha gustado lo que he visto y notado. Poco, pero desde mi lado me ha parecido un coche muy suave y agradable de conducir. Que es potente lo sabía de antes, al ver las cruzadas de Víctor. Conmigo dentro hemos ido a paso de tortuga. Prometo que pediré una unidad. A ver si me la dejan.
Víctor ha conseguido que alguno de sus acompañantes se lo hayan pasado muy bien.
Había coches muy curiosos en esta concentración. Alguno de ellos lo probé hace 30 años. Por ejemplo ese Sierra Cosworth RS, de dos ruedas motrices, gris plateado, que probé en una noche cuando trabajaba para AutoHebdo, con una sesión de fotos fascinante a la mañana siguiente. En aquella sesión de fotos crucé muchas veces el coche, en una carretera muy estrecha, pero las derrapadas no salían en la foto. Eran consecuencia invisible para el fotógrafo, José Antonio Díaz, del paso por curva. Qué tiempos.
Los asistentes ya estaban impacientes por salir a pista. No les quedaba mucho.
Pero el Mustang, que iba a abrir paso en todas las tandas, todavía estaba reposando.
Por fin los coches se alinean para entrar en pista.
Desde ese momento no pararon de dar vueltas.
En solitario.
En grupo.
Casi de carreras. O sin casi.
A punto de derrapar.
Sin el a punto.
Con pequeño descontrol.
Y con control absoluto… en esta ocasión. En otras, que yo lo sé, los trompos también existen. 🙂
Mientras hay quien da vueltas en los coches y quienes les miran desde la terraza, otros miran motores. Raros hay en todos lados.
Pista llena.
Y berlinas derrapando que ocupan todo el ancho.
Ay. ¡Qué colores! Qué tiempos. Qué coche. Así, sin pensarlo mucho, yo conduje este coche hace 30 años. Pero en gris. ¿Me hubiera atrevido con uno de carreras? No lo sé. Da igual. No hubiera tenido esa oportunidad.
Algunas cruzadas empezaban muy pronto.
Y terminaban muy tarde.
Snif.
Después de las primeras tandas, se entregaron los premios y Rocío Zúñiga y su hijo Alvaro Robledo destaparon el nuevo Ford Fiesta del que Víctor Fernández nos había enseñado una esquina horas antes.
Aplausos, que no se oyen.
Después de la detención Víctor decidió mostrar que hacer toda una curva larga cruzado con un Mustang es fácil. Para él. Venía cruzado desde antes.
El humo lo delata.
Contravolante sin límite.
¿Quién dijo trompo?
Ganas de más y más vueltas.
Llega el final y el hambre arrecia. Mis queridos amigos de Ford nos ofrecen torreznos.
Y los participantes quieren fotos para el recuerdo. Y Rocío se la hace.
Algún chaval tiene una suerte que no se cree y consigue una vuelta a la derecha de Víctor.
¡¡Hala!! ¡¡Todos para la foto!! Me aseguran que hay más de cien coches. No sé contar tanto.
Última vuelta de despedida. Hasta el año que viene. Ha sido una mañana bien bonita. ¡Ahora toca comer cordero con los amigos!
¡Gracias por la invitación a pasar un día con vosotros!