Una vez hablé aquí de duchas y muchos se mojaron. El día que escribí aquello yo debía pensar que estaba muy ingenioso. Hoy no. Hoy sé que no estoy nada ingenioso.
Me hago mayor. Es un hecho. Todos nos hacemos mayores desde que nacemos. Yo empecé a hacerme mayor hace 51 años y ahora resulta que me doy cuenta de dificultades que antes no tenía.
Nunca había reparado en la altura que hay que franquear para acceder a algunas bañeras. El otro día lo medí: 54 centímetros en un hotel en Alemania. Era un hotel normal, uno de estos funcionales. De funcional tenía el nombre, porque el wifi era de pago y para acceder a la ducha había que pasar por encima de los 54 cm de altura de la pared de la bañera. No creo que las vallas de los 100 metros vallas sean mucho más altas.
Lo de menos era el hotel y la ciudad (no lo recuerdo, tendría que repasar mis viajes para saber qué hotel era, pero no creo que valga la pena). En muchos hoteles hay bañeras altísimas.
Una vez me partí la cara en la bañera de un hotel en Turín. Resbalé en el interior de la bañera. Por culpa mía.
En muchos hoteles tienen la costumbre de dejar el champú encima del lavabo, para que lo veas bien. Pero a mí que, como comentaba en mi artículos sobre duchas, se me va la cabeza en cuanto veo cerca un chorro de agua, casi siempre entro a las duchas sin jabón ni champú y cuando ya estoy bien mojado tengo que salir a por él. Ese día en Turín, en un hotel clásico, todo de mármol de Carrara, el lavabo estaba lo suficientemente cerca de la bañera como para que yo pensara que podía llegar a agarrar el botecito de champú sin sacar los pies de la cubeta. Me estiré un poco y me pegué un bofetón con toda la cara en el borde de la bañera que sólo se solucionó después de pasar por urgencias, de las correspondientes radiografías para ver los daños en el cráneo y los puntos de sutura con firma de médico italiano. Aquel día no me enjaboné.
Desde entonces no juego con las duchas. Traigo estas fotos, en las que he utilizado la cinta métrica que utilizo para medir los coches, para dar testimonio de la altura disparatada que hay que vencer para adentrarse en la cubeta de la bañera. Lo de menos era el hotel, decía antes. Y lo de menos, también, es la altura de entrada de la bañera. El problema es que no hay lugar en el que agarrarse para tener un punto de apoyo adicional. Cuando entras, desde fuera, con el piso seco, no resulta cómodo, pero no parece inseguro. El problema clave aparece a la hora de salir. ¿Dónde te agarras durante el rato que el único pie apoyado es el que está dentro de la bañera sobre el piso mojado y algo inclinado?
El único lugar para agarrarse es la mampara. No parece muy resistente, pero un punto de apoyo da seguridad.
Este artículo sólo tiene un objetivo. Avisar a arquitectos, diseñadores y propietarios y gestores de hoteles de que la población envejecemos. Avisarles de que es necesario poner transiciones fáciles para acceder a las bañeras. Avisarles de que los golpes en las bañeras duelen mucho, en el mejor de los casos. Y de avisarles a ustedes para que tengan cuidado. Que tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén por lo menos durante estas vacaciones.