Sam llegó de África en patera. Él la llama Zodiac. Es originario de Gambia.
Lo conocí el pasado julio cuando entraba a tomar café a una cafetería del centro de Madrid. Él pedía en la puerta. Le miré y me pidió que le ayudara. «Please help me. Help me, please». Sam no habla español, no tiene carnet de conducir, no estoy seguro de si sabe escribir. Me dijo que era futbolista, que había jugado en la primera división de su país y que tenía 21 años. No tengo ni idea de qué es verdad y qué es mentira de estas cosas que me cuenta. Es lo de menos.
Sam es un chico joven y fuerte. Lleva medio año pidiendo en la puerta de una cafetería de Madrid y lo que quiere es trabajar. Ha conseguido unos papeles temporales que le permiten vivir durante unos meses sin el riesgo de ser expulsado. Le pregunto si no viviría mejor en su país y me dice que no. Que en su país se vive muy mal, que hay mucha pobreza. Estoy seguro de que los jugadores de primera división de su país no viven tan mal. No es problema. Quizá sea de cuarta. He intentado conseguirle una prueba en algún equipo español, pero no he tenido éxito.
Ha llegado el invierno y Sam no esperaba este frío. Su cuerpo joven y fuerte se resiente. Le han salido sabañones en pies y manos, tiene los dedos hinchados como salmones y no aguanta más. Ya no estoy tan seguro de que prefiera estar aquí que en su país. Pero no puede volver. «Soy joven y estoy en forma. Quiero trabajar» me dice entre el llanto contra el que lucha y la rabia que apenas aflora.
No habla español y no tengo ninguna posibilidad de encontrarle trabajo. Me gustaría que se pudiera sacar el carnet de conducir, pero he mirado si hacemos exámenes en inglés y no he visto nada. En español es imposible para él.
Le compro ropa para vestir de vez en cuando y mantas para su cama. Vive en una habitación, en un piso, por la que paga 225 euros al mes. Me dice que no tienen calefacción en ningún lugar de la casa. Que hace frío y que no se recupera del frío de la calle. Le compro comida y le doy dinero para que pague parte del piso. Aparte de que yo no tengo dinero para mantenerlo, quiero que se busque la vida. Algunas cosas hace, como conseguir esos papeles que le dan tranquilidad durante unos meses.
Sin hablar español, sólo se me ocurre una empresa de mudanzas, aunque no sé si esos papeles que tiene le sirven como permiso de trabajo.
Recurro a ustedes que me ayudan mucho y que saben de cosas diversas. ¿Saben si existe la posibilidad de examinarse de inglés para obtener el permiso de conducir? ¿Alguna idea adicional para ayudar a Sam? Hasta ahora la vida de Sam era difícil, pero sin frío nada es peligroso. Con la llegada del invierno, su salud futura se ve amenazada. Su trabajo futuro, que depende de la fortaleza de su cuerpo, se pone en peligro. Mil gracias por sus ideas.