Javier contó la historia de nuestro primer viaje juntos. Mi primer viaje fue desde Alemania hasta Madrid, pero ese no lo hice rodando. Me trajeron, mientras iba mirando el paisaje. Ahora la cosa cambia. A Llanes fuimos desde Madrid, recargando por el trayecto.
Lo que no han contado ni Loren ni Javier es la carrera de Llanes. Javier hizo un sesudo análisis de los tiempos tramo a tramo, pero eso no es contar la carrera. Ya que me he lanzado a contar mi historia, os voy a contar la primera carrera de mi corta vida y la primera carrera del #i3ECOteam.
Javier y Loren corrieron juntos una carrera en Madrid el fin de semana anterior a la carrera de Llanes. Participaron con un Volkswagen Golf GTI del año 1988 que me he encontrado en el garaje de la redacción de km77. No me saluda. Supongo que tiene demasiados años como para molestarse en saludar. Con este Golf GTI, en su primera carrera, Loren y Javier, por lo que he oído que hablaban, aprendieron lo mínimo como para entenderse con los aparatos de medidas y para saber que sabían poco. Javier corrió más carreras el año pasado, pero fueron poco fructíferas. Un Blunik estropeado que le vendieron y que estuvo tres meses sin funcionar es el máximo responsable de que no aprendiera nada en sus carreras anteriores (Me lo ha contado él. Quizá sea una excusa, pero estaba muy cabreado con el Blunik ése, que tenía un problema de software y que en Blunik no reconocían. Para colmo, le echaban la culpa a él por no saber instalarlo. Me lo contó una noche de confidencias. Descubrieron el fallo de software gracias a él, a su insistencia, y a sus problemas, pero nunca le pidieron disculpas, después de tres meses tirados a la basura en los que gastó mucho dinero y no aprendió nada. No se me pueden contar secretos, que luego me voy de la lengua.)
Pero no todo es el Blunik. He notado que a Javier esto de aprender le cuesta. No se lo digan a él por si le duele, pero creo que le pasa como al Golf de 30 años que tiene en el garaje y que no me saluda. A mi juicio Javier tiene demasiados años como para jugar a estas cosas. Pero claro, lo veo tan ilusionado y le pone tantas ganas, que no le voy a llevar la contraria. ¿Quiere correr, sentirse jovenzuelo e intentar ganar campeonatos? Pues que corra. No seré yo quien le quite la ilusión. Pero a mi juicio que está un poco gagá. No se acuerda de nada y le cuesta aprender. Por ejemplo, muchas veces se olvida de cambiar entre la marcha adelante y la marcha hacia atrás cuando hace maniobras. Loren y yo nos reímos, con complicidad y sin que se note mucho. Somos jóvenes los dos y, aunque Loren no me quiera tanto como a su «gordo», nos entendemos bien. Javier también se ríe cuando le ocurre, se ríe de sí mismo, pero yo creo que con rabia. En fin, que estamos entretenidos.
En las dos semanas antes del Rallye de Llanes, Loren y Javier se hartaron de ponerme aparatos de medición, bridas para sujetar cables, cinta americana. Me pusieron una sonda para medir las vueltas que dan mis ruedas (parece mentira que no sepan que yo tengo sensores que miden las vueltas con mucha más precisión que esas sondas de chichinabo que han montado). Sea como sea, me instalaron ese Blunik, con el software actualizado y que ahora funciona correctamente. Y con él instalado viajamos a Llanes.
Era nuestra primera prueba juntos. Mi carrocería llegó a Llanes impoluta, sin un solo adhesivo. Al entrar en el parque cerrado me encontré con muchos compañeros de cadena. Todos iban engalanados. El único que iba con lo puesto era yo. Me sentó un poco mal. Javier y Loren no se habían preocupado de vestirme. Todos los demás BMW i3, mis colegas, otros que como a mí les tocó España, tenían las carrocerías viniladas y algunos estaban preciosos. En el concesionario Triocar de Gijón sí que saben cuidar sus coches. Venían a Llanes perfectamente decorados. Yo, sin embargo, iba prácticamente desnudo. Loren y Javier me pegaron unas pegatinas que les dio la organización. Nos dieron el número dos, que viste un poco, pero nada más. Íbamos al carnaval vestidos de calle. No fue la mejor forma de empezar el Campeonato.
Simpaticé con los BMW i3 de Triocar y otros que no iban decorados. Eran muchos porque En Triocar habían creado la I Copa Phoenix Contact Triocar, para que propietarios de BMW i3 se apuntaran al rally. Fue un exitazo, porque hubo 10 inscritos para la Copa y además en Triocar trajeron un i8, hacia el que se desviaban buena parte de las miradas. Hizo de coche 0. Un lujazo.
Javier se entendió muy bien con los responsables de Triocar. Me dejó en el bolsillo de la puerta de su lado la tarjeta del gerente de Triocar, Alberto Martínez Alonso, de quien me dijo que era un hombre entrañable y cuyo padre tenía mucho mérito. Me dijo también que un día querría hacer un reportaje de ellos, porque le fascinó las cosas que le contaba Alberto. También me habló de Daniel Cajigal, responsable de que la presencia de Triocar en este rally y en otros eventos fuera tan vistosa. Javier se quedó prendado de Triocar y yo de todos los coches que me rodeaban.
Porque en Triocar no sólo se preocuparon de crear la copa. También trajeron a grandes pilotos y copilotos. Dani Sordo padre, que iba copilotado por Dani Cué y Carlos Díaz que junto a Leandro Morante fueron buena parte del rally dándonos collejas, de cerca que iban. Todos ellos, perfectamente equipados, daban miedo.
El problema fue que éramos muchos coches y teníamos que cargar todos a la vez para llenar completamente nuestras baterías antes de la salida. Algo falló y finalmente no hubo potencia para todos, por lo que el organizador cambió la reglamentación de la prueba. En principio, la clasificación de la prueba se establecía mediante un combinado entre la regularidad y el consumo (mediante un fórmula que algún día os explicaré), pero finalmente en Llanes corrimos únicamente en formato de regularidad pura.
A Loren y a Javier, que tenían esperanzas de poder ganar si se tenía en cuenta el consumo, les fastidió mucho que la prueba se realizara únicamente en formato de regularidad. No se quejaron, pero les oí rezongar: «Es como si en un partido de baloncesto, justo antes de empezar, te dijeran que los tiros de lejos, en lugar de tres puntos, valen un punto. Oiga, que yo he preparado este partido con las reglas que usted había establecido. Si me las cambia ahora, el resultado no tendría que valer para el Campeonato«. Eso dijeron dentro del coche, pero se les olvidó en cinco minutos. «Si es regularidad, vamos a por la regularidad«.
Lo cierto es que no lo hicimos bien. Loren y Javier se despistaron en varias ocasiones. Era su segundo rally juntos, el primero con un coche puramente eléctrico como yo. Y todavía no entienden bien qué es esto del calibre y como ajustar los metros en las trazadas. Además, Javier no anduvo fino. No fue un rally para olvidar, porque fue nuestro primer rally juntos y porque quedamos segundos. Pero no lo hicimos todo lo bien que debiéramos.
No lo hicimos rematadamente mal. Quedar segundos en nuestro debut no está mal. Lo que sucede es que los primeros, Marcos Domingo y Eneko Conde, que también llevan el coche muy vistoso, tienen mucha experiencia y lo hacen muy bien. Me fastidia mucho, porque yo sé que soy mejor que el Nissan Leaf que llevan ellos. No es por tirarme flores, son datos objetivos. Tengo más potencia, soy más ligero, tengo una carrocería de fibra de carbono que flipas y una suspensión posterior multibrazo de alucinar. No quiero parecer un chuleta, pero yo soy mejor que el Leaf. Lo que ocurre es que Marcos y Eneko son mejores que Loren y Javier. No les reprocho nada, porque Eneko y Marcos llevan muchos años de experiencia y Javier y Loren son novatillos (a pesar de los años de Javier, que ya le vale ser novatillo a sus años).
En definitiva, que perdimos el rally. Si hubiéramos jugado con el consumo quizá hubiéramos ganado, pero como eso es imposible de saber, mejor nos olvidamos. El próximo rally del Campeonato de España es en Coruña, sábado 8 y domingo 9 de septiembre. Espero que en Coruña no falle nada y que sí se tenga en cuenta el consumo. No está garantizado que ganemos, pero creo que tenemos más opciones. Como el resultado no se sabrá hasta que nuestras baterías estén plenamente cargadas, la noche del sábado al domingo la pasaremos sin saber quién ha ganado. Más bonito, porque la incertidumbre durará más.
En Coruña nos encontraremos con otro coche amigo, con el que también compartimos parque cerrado en Llanes. Es el Hyundai Ioniq híbrido enchufable que conducen Pilar Rodas y Txema Foronda. No corren en nuestra categoría, pero ayudan mucho a Loren y a Javier para que aprendan rápido. Txema y Pilar ganaron en su categoría en Llanes. Espero que les vaya bien en Coruña. Que ganen ellos me gusta. Que ganen Eneko y Marcos también, pero no contra nosotros 🙂