Este fin de semana he conocido a la madre de un niño trans. Trans como diferente a cis.
Voy a intentar contarlo bien. Para mí no es fácil. Las personas cis (en latín «de este lado») son aquellas cuyo cerebro está conforme con el tipo de órganos sexuales incluidos en el cuerpo que va unido a él (el cerebro es una parte un poco rara del cuerpo que se siente con autoridad como para decidir sobre otras partes del cuerpo. En mi caso, el propio cerebro es el que «me» dice que no se gusta a sí mismo). Las personas trans son aquellas cuyo cerebro está disconforme con el tipo de órganos sexuales que vienen incorporados en su cuerpo.
Dentro de estas distinciones hay múltiples variaciones. Hay quienes hablan de problemas de identidad sexual, otras personas que se sienten trans y a su vezconformes y contentas con su cuerpo (según he leído de su propio testimonio), otr@s que se sienten otr@s.
Un universo de personas diversas. La primera vez que oí hablar de un hijo trans de pocos años fue a un padre cuando leí esta entrevista al padre de un niño trans de un pueblo de Tarragona. David Tello decía: «Existen personas transexuales que aceptan su cuerpo y deciden no hormonarse ni tratarse, pero la realidad es que la sociedad obliga a muchos a entrar en un quirófano por el binarismo social equivocado del que hablábamos anteriormente. Existen niñas con pene y niños con vulva, forman parte de la diversidad. Ojalá llegue el día en el que las personas podamos vivir dignamente sin ser juzgadas por los otros. La cirugía genital es una decisión íntima e individual que nuestros hijos tomarán cuando sean mayores de edad.»
Este fin de semana, la madre de Alexander nos contaba a quienes la escuchábamos (embobados, yo al menos) que su hijo preguntó con dos años y medio «cuándo le crecería la pistola» como a su hermano y que el día que le cortaron el pelo (pese al disgusto del padre) su hijo le dio el abrazo más delicioso de su vida.
No sé nada de estos asuntos ni quiero saber. No quiero conocer normalidades, ni diversidades. No quiero saber a qué llaman unos enfermedad y a qué llaman otros condición. Me da igual cómo nos llamen los demás, cómo nos etiqueten a todos.
Discrepo de la pretensión de David Tello de conseguir que los otros no nos juzguen. A mí me encantaría que la gente no se metiera en la vida de los demás, pero es una pretensión vana. Todos tenemos ojos, oídos y capacidad de juicio. Todos tenemos bocas y teclados para expresar lo que pensamos y juzgamos. Meterse en la vida de los demás es una condición humana tan propia como la de sentirse disconforme con el cuerpo. Entender que a los demás les puede la curiosidad y las ganas y la libertad de chismorreo y cotilleo es tan exigible como reclamar que te llamen con un nombre u otro.
Por nuestro bien, tenemos que aprender a vivir sin que nos importen los juicios de los demás. Porque no tiene sentido pretender que dejen de tenerlos. Es una pretensión vana, por imposible.
La madre de Alexander empezó a contar su experiencia porque en la misma fiesta había otra madre que contaba su experiencia como madre de un niño autista de 15 años. Mi deformación profesional de periodista me puede en estas situaciones y no puedo dejar de preguntar para saber más y más.
Y después de preguntar y repreguntar me pregunto a mí mismo. ¿Hasta qué punto podemos darles libertad a las personas cuando las educamos? ¿Hasta qué punto es bueno para un niño transexual y para un niño autista que no les pongamos límites? ¿En qué deben consistir esos límites? ¿Deben ser diferentes a los de otros hijos o no? ¿Tenemos un regla para medir estos asuntos? ¿Tiene sentido que otros adultos interfieran y se entrometan cuando no conocen los detalles? No tengo respuestas.
Hace poco, por la calle, vi que una mujer mayor increpaba a un padre por cómo estaba tratando a su hijo. ¿Tenía sentido que me entrometiera yo a su vez para poner paz o para decirle a la mujer que no se metiera en asuntos ajenos?
La madre del niño autista ha decidido llevar a su hijo de 15 años con chupete por la calle. Antes, a los niños autistas, los padres los escondían en casa. Ahora salen a la calle con la misma normalidad que el niño con vulva Alexander se cambia en los vestuarios con los niños de su clase. Y muchas personas mayores miran el chupete del niño de 15 años y lo señalan. ¿Y qué? Igual que unos llevamos chupete por la calle otros podemos señalar.
La transformación se da en la calle, en las redes sociales, en los colegios. A la vista de todos y con interacción de todos. El día del orgullo gay ha sido muy beneficioso. Todos fuera del armario. Ya no nos escondemos en casa. Es la única transformación posible, la que es de todos con todos. En la que todos miremos los penes y las vulvas de los demás con normalidad absoluta, los critequemos con normalidad absoluta y presumamos de ellas con toda tranquilidad. Igual que presumimos y nos acomplejamos de nuestros cerebros o de nuestra capacidad para correr los 100 metros lisos en 20 segundos.
Gracias madres. Gracias por hacer de una fiesta especial, una fiesta especial. Fue un placer conoceros.
La gente es libre de hacer lo que le dé la gana con su vida. Cuando sean mayores de edad, pasen un examen psiquiátrico que demuestre su cordura y, además, sepan los riesgos de suspender el tratamiento hormonal.
Y al que no le guste que haya transexuales, ya sabe qué hacer: Aguantarse.
Pero…
¿Dónde estaban los transexuales hasta hace, pongamos, un siglo, cuando no había posibilidades médicas (cirugía y hormonas) para operarles?
Porque siempre ha habido personas con problemas en el desarrollo embrionario con resultados diversos, incluyendo anomalías en cuanto al sexo. Pero de ahí a que un individuo inequívocamente masculino o femenino diga sentirse del otro género…
¡La madre!
Yo, por de pronto, tengo un prejuicio enorme contra las madres. He visto demasiados niños (varones) menores de tres años vestidos como si fuesen niñas y eso me hace sospechar que muchos de los casos se deban a problemas en la educación. Quizá los servicios sociales tengan algo que decir respecto a las madres perjudiciales también en este aspecto.
Al fin y al cabo, se nos educa para ser todo: Comedores de queso (leche fermentada) o comedores de huevos de pato escalfados en ceniza. Españoles o checos. Monoteístas de verdad, politeístas o creyentes de cultos sincréticos que dicen ser monoteísmos pero han adoptado los dioses preexistentes en cada lugar. Hablantes de castellano o de inglés o de cualquiera de esas lenguas francas y además la materna (sea la que sea).
También se nos educa en cuanto al género para ser hombres o mujeres. Si el educador quiere tener algo diferente de lo que realmente tiene, una niña en lugar de un niño o al revés, pues ya tenemos una vida hecha polvo.
Segregar por género es una actitud primitiva, retrógrada y reaccionaria, igual que hacerlo por raza, religión, ideología política, orientación sexual… El día que las autoridades dejen de segregar a los ciudadanos entre «hombres» y «mujeres», no aparezca el género en el carnet de identidad (igual que tampoco aparece la religión que cada cuál profesa, ni la profesión, ni la ideología política,…) ni se exija en ningún ámbito (educativo, laboral, deportivo, ocio,…), no existan aseos públicos específicos para cada género, ni segregación por género en los colegios o en las actividades deportivas, ni segregación en la ropa, juguetes,… ni en ningún ámbito de la vida (desde la infancia, pasando por la adolescencia, hasta la vida adulta), todos seremos ciudadanos iguales de pleno derecho. Mientras tanto, el género seguirá condicionando nuestras vidas, al no encontrarse en un segundo plano social, como actualmente ocurre con la religión, la ideología política,…
No creo que se pueda impedir por ley que existan personas que particularmente, tengan opiniones racistas, sexistas, homófobas, transfóbicas, u odien a ciertos colectivos por su ideología política, por la religión que profesan, por sus gustos musicales o por su indumentaria, o por cualquier otra primitiva «razón» (mejor dicho, sinrazón). Sin embargo, las autoridades sí pueden acabar con la segregación por género, y no lo hacen ¿están preparadas intelectualmente las sociedades «civilizadas» actuales, para acabar con la segregación por género en todos los ámbitos de nuestras vidas?
Saludos
El que trocea los mensajes.
Los educadores (padres normalmente) tendrán siempre deseos conscientes o inconcientes. De hecho, el mayor deseo es tener un niño sin preguntar. Sólo el hecho de nacer puede suponer una vida hecha polvo. vivimos a expensas de los deseos de nuestros progenitores. Es inevitable.
Los padres condicionan seguro. ¿es mejor que condiciones en un sentido o en otro? ¿Mejor para qué y para quién? No tengo ni idea. ¿Es mejor ser homosexual que heterosexual o al contrario? ¿Mejor para qué?
No tengo respuestas.
Vicente Gómez. No sé si algún día el ser humano llegará a la civilización. Tenemos que empujar para que llegue, pero debemos ser conscientes de que no veremos la civilización. Nuestra obligación es empujar, porque gracias a que otros empujaron hace muchos años ahora estamos un poco mejor que antes.
Yo lo tengo claro: no soy homo ni hetero, trans ni bi ni nada que se le parezca. Yo lo que soy es MEGA.
Y también exijo -o apelo- tolerancia y respeto.
A mí, que me gustan mucho los coches, me encantaría trabajar en km77. Yo ahora trabajo para una agencia de viajes, pero lo hago desde casa. Ahí no tengo problema en ser MEGA.
Los mega tenemos un miembro quepaqué: enorme, descomunal. Es una hombría de élite, una herramienta del amor sin límites, un regalo de la naturaleza a la vez que una responsabilidad que llevar con altura y un honor sin condicionales.
En la mesa de despacho en la que trabajo, puedo ser mega, porque junto al teclado y el ratón, y mi taza de café, tengo reposando mi fantástico miembro.
Si yo trabajase en km77, señor Moldó, ¿me permitiría usted trabajar con mi miembro sobre la mesa junto a los demás redactores?, ¿me permitiría acudir a las reuniones blandiendo mi generoso miembro y reposarlo sobre la sala de juntas -que no sea de cristal que me da frío- mientras debatimos. ¡Soy un buen profesional!.
Pero quiero saber si usted va de boquilla o no, ¿también respetaría a los mega?
¿O no?
Hola Mega, y orgulloso.
En km77 no tenemos ningún código de vestimenta. No tengo ni la más mínima idea de cómo reaccionaríamos si alguien que viniera a trabajar con nostros se exhibiera desnudo durante las horas de trabajo.
A mí me traería sin cuidado si tomara usted medidas suficientes de higiene. No puedo hablar por todos los trabajadores.
No sé si el exhibicionismo se considera una patología, una condición o una majadería. Sea lo que sea, me deja indiferente.
Si es usted muy buen profesional y acaba algún día en una entrevista de trabajo en km77, coméntelo con su interlocutor. Quizá encontremos un hueco para usted. Sólo si es muy bueno.
Buenas:
Pocas veces suelo estar de acuerdo con El que trocea los mensajes. Hoy es uno de esos.
Conozco dos madres de esas. Las dos con tres hijos. El tercero lo visten de niña «No, si a él le encanta» «Lo elige él». Yo me quedo alucinado. Lo que parece es que
hubieran querido tener una niña. (Digo parece porque yo no lo sé).
(Dicho esto nunca he entendido cómo en esas dos casas han tenido ropa de niña para el pequeño si no había más que niños…)
Los padres condicionan seguro. ¿es mejor que condiciones en un sentido o en otro? ¿Mejor para qué y para quién? No tengo ni idea. ¿Es mejor ser homosexual que heterosexual o al contrario? ¿Mejor para qué?
Por supuesto que los padres condicionamos. Todos con el mismo amor. Pero si yo maltrato a mis hijos lo normal es que ellos sean maltratadores, si les insulto y humillo, lo normal es que tengan más probabilidades de hacer lo mismo. Si soy alcohólico supongo que también. Si desarrollo cáncer de piel, también tienen más papeletas. Si soy dulce y compresivo lo normal es que mis hijos vean normal tratar así a la gente que vayan encontrando.
Mejor para los hijos. Creo (siempre se ha dicho, a lo mejor es una de esas cosas que todos asumimos y que son trola) que la tasa de suicidios de los homosexuales es bastante mayor que en los heterosexuales. Si asumimos que es más normal (en términos estadísticos) ser heterosexual, creo que lo que hacen las madres que comento, principalmente va contra la felicidad de sus hijos, que al final es lo que todos los padres queremos para nuestros hijos. No es mejor ser homosexual que heterosexual, pero creo que se tienen más posibilidades de ser infeliz (infeliz o llámese como quiera) siendo homosexual.
Saludos
#2 Vicente
Segregación en cuanto a separación física, sin mezcla libre de las personas… nunca.
Las personas tienen que ser libres de juntarse o separarse como ellos quieran. Nunca porque lo digan los demás.
Pero…
Sin duda hay que diferenciar entre hombres y mujeres.
Sean cuales sean los gustos de cada cual, si un día busca emparejarse con una persona de un género concreto, tendrá que poder diferenciar. Por eso la evolución natural nos ha dotado de un diformismo sexual.
Repito: La evolución natural, no estados, religiones, costumbres ni nada humano.
#2 Vicente,
Y en cuanto a lo de «civilizado», escrito así, entre comillas, me remito al origen de la palabra: civilizado viene del latín «civis», ciudadano. Civilizado es quien vive en una «civitas», ciutat, ciudad.
Otra cosa es que en algún momento los _ciudadanos_ europeos hayan inventado un uso diferente para el término, dado el superior nivel de las culturas _materiales_ de las sociedades civilizadas, esto es, que viven en ciudades.
Pero, claro, eso solo es válido en el ámbito del siglo XX.
Si uno frecuenta las historias de la Historia, verá que regiones enteras de Europa se despoblaron en la Edad Media por la peste negra. Pero que la gente huía de las ciudades al campo porque, precisamente, la ciudad era donde era mayor la mortalidad por la infección, facilitada por la concentración de especímenes, la falta de higiene y, en general, de una forma de vida natural, sana. Entonces y hasta el siglo XIX en el propio Londres, donde el tifus aún era endémico, con frecuentes brotes.
Luego están las culturas no civilizadas, que podrán tener niveles de organización social inferiores, pero es que apenas los necesitan, al no agrupar demasiadas personas en el mismo lugar. Hay escasa especialización en el trabajo, sin excesivo abuso de los unos por los otros. Tienen más tiempo libre, más aún si no son agricultores, lo que les permite alcanzar (según los casos) niveles culturales superiores en ciertos ámbitos.
Por ejemplo, hay un grupo humano (tribu, pueblo, lo que quieran) en el Sudeste asiático que vive en pequeñas aldeas. Su economía se basa en el sector primario. Pero no pagan nada a la SGAE. Porque casi todos y cada uno de ellos fabrican sus propios instrumentos musicales, componen su propia música y la interpretan durante el mucho tiempo libre de que disfrutan.
Compare Uds. ese nivel de desarrollo cultural con el de quienes hacen cola en la calle durante dos días y dos noches para comprar una entrada para el concierto de los Very Much Aged Rolling Stones. O quienes pagan a Spit-ify por escuchar lo último de los 40 comerciales, en manos del empresario que no sabía solfear.
Miren también cuáles son las utopías y las distopías imaginadas por los mismos ciudadanos:
– Los hobbits, los indios «guays» de «Bailando con lobos», los vaqueros del Oeste, la novela «El último mohicano», los idealizados árabes de Lawrence son todos beduinos, nómadas, transhumantes o aldeanos.
– «Blade runner», «Metropolis», «Juez Dredd», «Atmósfera cero», «La fuga de Logan», «Zardoz», «Gattaca» etc, transcurren en estados fallidos con base urbana (aún a pequeña escala) del que la gente trata de escapar por todos los medios. Incluso del planeta. Incluso de la percepción consciente de la realidad. Justo como sucede desde los años 70 en todas las naciones civilizadas, donde las drogas son una opción buscada por tantísimos que desisten de cambiar su vida y la de los demás.
No, no. «Utopía» no es una ciudad, sino una isla, es la Inglaterra que querría Moro. Una tierra en que la gente desprecia el oro, que usan tan solo para atar con pesadas cadenas de oro a los condenados por robar. Por eso no está en ningún lugar. Porque Inglaterra, como cualquier estado europeo del siglo XVI, sin la codicia no hubiera llegado a existir. Repasen porqué llegan a Britania los celtas, los romanos, los anglos, los jutos, los sajones, los demás daneses y finalmente los normandos. La codicia. Como el resto de europeos y los pueblos civilizados en general.
La mayor cultura material que logran las concentraciones humanas, la civilización, lleva a la codicia, a la injusticia y, en definitiva, a la menor cultura de la otra, la espiritual, ética, moral o como se quiera denominar.
@Elquetrocea… La palabra «civilización», en un sentido amplio, se refiere al «conjunto de costumbres, ideas, creencias, cultura y conocimientos científicos y técnicos que caracterizan a un grupo humano en un momento de su evolución», que no necesariamente han de vivir en ciudades o pueblos con muchos habitantes, ni en países más desarrollados material o culturalmente.
Sin embargo, en este caso he escrito la palabra «civilizada» entrecomilladamente, para darle la connotación positiva de su segunda acepción («estadio de progreso material, social, cultural y político propio de las sociedades más avanzadas»). Desde mi punto de vista, ese mayor avance o progreso cultural es más probable que se produzca en aquellos seres humanos que leen más, viajan más, y se relacionan o comunican con muchos y muy distintos tipos de personas, con diferentes inquietudes intelectuales o filosóficas, gustos, costumbres, afinidades políticas, orientaciones sexuales,…. para tratar de comprender las razones de las mismas, y poder llegar a tolerarlas (siempre que esos planteamientos intelectuales no pongan en riesgo la integridad física o la salud de los demás, ni los derechos más elementales a la libertad de acción y de expresión individual, y sin necesidad de respetarlas o acatarlas), que en aquellas que leen menos, viajan menos, o se relacionan fundamentalmente con personas homogéneas culturalmente (vivan en pueblos pequeños o grandes urbes).
Desafortunadamente, muy pocas personas tienen interés en progresar o avanzar culturalmente, y «civilizarse», y la mayoría de las personas se conforma con productos de entretenimiento, que en lugar de cuestionar su ética o su cultura, enfrentándola con otras diferentes o con reflexiones filosóficas de muy diversa índole, apuntalan aún más si cabe, los planteamientos culturales más rancios y desfasados.
Excusarse en la diferenciación entre «hombres» y «mujeres» para facilitar el emparejamiento, para poder mantener la tradicional discriminación legal entre unas personas de otras, en distintos ámbitos sociales, laborales, deportivos, educativos,… no creo que sea «civilizado» en el sentido del progreso y del avance cultural, y por eso defiendo que el género y la orientación sexual, deberían quedar siempre excluídos en cualquier documento oficial (el género solo debería incluirse en documentos médicos, y respetando siempre la privacidad), y en ningún caso preguntarse por ellos, para discriminar a unas personas de otras, en el ejercicio de cualquier actividad social (educativa, deportiva, de ocio, laboral,…), como ya ocurre (o debería ocurrir) con la religión, la afinidad política o ideológica,… en la mayor parte de países más desarrollados o «civilizados».
Saludos
@Elquetrocea… La evolucion natural no sólo ha dotado al género humano de «dimorfismo» sexual, sino también de diversidad racial, religiosa, intelectual, gastronómica, sexual,… y no creo que las sociedades civilizadas deban incluir todas estas diversidades y distinciones en los documentos oficiales, con la excusa de facilitar el emparejamiento (o con cualquier otra cualquiera «razón»), ya que esas asignaciones se utilizarán con fines discriminatorios socialmente, con total seguridad.
Saludos
#10 Vicente,
coincidimos en que «el género y la orientación sexual, deberían quedar siempre excluídos en cualquier documento oficial»…
Salvo por la utilidad descriptiva:
Se busca a una persona de edad… no registrada, género… no registrado, colores de piel, cabello y ojos… no registrados y altura y complexión… no registradas que padece lagunas de memoria y falta desde anoche en su casa, sin que sus familiares conozcan su paradero. Si ven al individuo nº 48.027.114-K, comuníquenlo en el teléfono…
Las diferencias, también las físicas, son lo que nos hace humanos, dicen algunos. Yo creo que nos hacen personas. Sin diferencias no hay personalidad.
Y esas diferencias, que pueden ser positivas o negativas, incluso tratándose de la misma característica según el medio en que se desenvuelva la persona, son las más de las veces evidentes. Y no hay porqué ocultarlas.
#10 Vicente,
Otra cosa es la discriminación. Ocultar las cosas por las que se discrimina es un trabajo inútil. Porque cualquiera encontrará un nuevo motivo para discriminar a los demás. ¿O acaso usted no ha comido nunca una hamburguesa sin cebolla? Por ejemplo.
Mejor luche por una educación (en la familia y en la escuela) que evite la existencia de discriminadores. El que discrimina a los demás no lo hace porque sean hombres, mujeres o lo que sea. Lo hace porque es una persona que se siente inferior y, para evitar que los demás le traten como tal, busca a alguien débil física o psicológicamente a quien poder acosar para parecer, a sus ojos, mejor.
Porque cada vez que ha visto a alguien maltratar de palabra a alguien ante los demás, habrá visto que lo hace buscando aprobación o miedo entre los espectadores. Sadicos y psicópatas aparte, claro está.
¿Ve cómo la culpa es de los padres, que los educan deficientemente y los convierten en discriminantes?
@9 Vicente:
No me copie usted la definición del diccionario Oxford para el término civilización.
Porque esa definición que ponen los del Oxford es la de «cultura».
Cuando hablamos de la cultura achelense, de la argarica, de la halstática, de la sirio-fenicia, de la romana o de la actual cultura mediterránea (la de, entre otras gentes, parte de los españoles) nos referimos a todas esas cosas. Y sin embargo nadie llamaría «civilización» a las culturas amazónicas ni a la cultura tuareg.
Salvo un europeo, para decir que su cultura es superior, que es «civilizada» y proceder a eliminar esas otras culturas.
Y no vaya Ud. al DRAE, porque saldrá espantado al consultar qué es «civilizar». Su definición es la discriminación misma: Civilizar es mejorar a alguien porque hacemos que se parezca a nosotros, haciendo que deje de ser como era y eliminando las cualidades en que pudiera aventajarnos. Habitualmente, empleando la fuerza.
Los romanos civilizaban abiertamente: Destruían tu oppidum o te obligaban a abandonarlo e irte a vivir al llano. Así dejabas una posición defensiva elevada y vivías en una planicie en que sus legiones podían maniobrar si decidías no pagarles por su «acción civilizadora».
Y ahora, dos mil doscientos treinta y cinco años después, los lelos de la RAE (regalaron el diccionario a Microsoft, que nos lo vende en Office) llaman a eso «civilizarnos». Cuando aún hoy en día no hemos superado la tecnología metalúrgica que obtenía un oro purísimo en la Bética y que los romanos ni entendieron, ni adoptaron ni se molestaron en preservar.
El concepto de «civilización», en manos de griegos, romanos y, más tarde, los europeos en general, no ha servido más que para conferirse una supuesta superioridad sobre los pueblos que no han querido vivir hacinados en urbes, obedeciendo a una aristocracia basada en la propiedad acumulada a expensas de los demás: Desde los cosacos a los germanos (antes de la romanización), desde los nómadas de los desiertos a los gallegos con su habitat disperso.
@Elquetrocea… Estoy de acuerdo con Vd en que siempre habrá diferencias entre unas personas y otras, y en que en una sociedad realmente «civilizada», no debería haber razón para ocultarlas, ya que ningún «ciudadano» se atrevería nunca a agredir o discriminar a nadie con la excusa de esa diferencia. Sin embargo, la realidad social es muy distinta, y por eso creo que es preferible dejar estas diferencias en un segundo plano social, y sólo utilizarlas para cuestiones excepcionales (sanitarias, policiales,…) o en el ámbito privado, pero nunca en el plano laboral, educativo, ocio, deportivo,… para no ponérselo fácil ni a los discriminadores, acosadores (que como Vd bien dice, suelen tener un problema grave de autoestima),… ni a los responsables de recursos humanos, centros educativos, deportivos, ocio,…
La historia nos enseña que las «civilizaciones» con un superior desarrollo científico-tecnológico-militar, han tratado de expandir o/e imponer también su cultura a otras «civilizaciones», ya sea convenciéndolas con la fuerza de sus «razones», o venciéndolas con la «razón» de su fuerza, aunque los esfuerzos intelectuales y materiales necesarios para imponer su cultura, fueran inversamente proporcionales a la primera.
Precisamente, esa falta de «superioridad cultural» de las «civilizaciones» más desarrolladas militarmente, es el principal obstáculo para su expansión cultural, y por eso existen personas críticas como Vd, que se resisten a aceptarlas. Personalmente, y aunque con reservas, yo prefiero aceptar la cultura imperante y los términos lingüísticos tradicionales (instaurados habitualmente por una minoría privilegiada que trata de manejar a su antojo el poder económico, militar, político, y cultural-filosófico, aunque este último ámbito siempre se le resista más que los otros), como punto de partida en cualquier diálogo, para después matizarlos debídamente.
Saludos
Discúlpenme. La última frase del segundo párrafo de mi comentario anterior, está incompleta: «aunque los esfuerzos intelectuales y materiales necesarios para imponer su cultura con la «razón» de su fuerza, fueran inversamente proporcionales al esfuerzo de convencerlas con la fuerza de su «razón». Disculpen el error.