Ha llegado el invierno, o los fríos del invierno, y los conductores de los autobuses del transporte público municipal de Madrid conectan la calefacción. Hasta aquí todo relativamente normal. En los trayectos en los que los autobuses van semivacíos o semillenos, los pasajeros deben alejarse de los focos de calor, que en algunos autobuses están localizados debajo unos pocos asientos. Con esta simple medida, no existe mayor impedimento para realizar el viaje con comodidad suficiente, únicamente a expensas de la suavidad del conductor con el volante y los frenos.
El problema surge cuando el autobús va lleno. Todos los pasajeros van con el abrigo puesto, muchos con la bufanda, sin posibilidad ni siquiera de desabrocharse los botones debido a que no hay libertad de movimientos cuando todos los pasajeros van apretados «como en latas de sardinas» dirían muchos, en una imagen que describe perfectamente cómo se va en los autobuses.
Todos apretados, cara contra cara o contra cuello o contra hombro o contra brazo o contra cualquier elemento humano recubierto por ropa o no. Allí donde no hay ropa se empieza a ver en muchos casos como la gotita de sudor recorre la piel del vecino, igual que puedes sentir como recorre por tu propia espalda. el calor es insoportable y en algunos casos no hay ni ventanas para abrir.
Señores constructores de autobuses, por favor. Pongan un termostato que regule la temperatura en función de la cantidad de pasajeros que lleve el autobús y de la época del año. En invierno, cuando todos los pasajeros vamos hiperabrigados, no permitan que la temperatura en el interior del autobús supere los quince grados cuando el aforo máximo permitido está más que sobrepasado.
Señores conductores de autobús (y señoras conductoras, que me gusta ver que cada vez hay más). Por favor. Quiten la calefacción y abran la entrada de aire frío del exterior cuando los autobuses vayan atiborrados de sardinas abrigadas con bufanda y guantes, que nos morimos de calor y se padece un asco difícilmente descriptible.
Yo no quiero ni coche oficial ni coche particular. Para ir por Madrid me gusta la moto y también el transporte público, porque aprovecho para leer. Pero en horas punta es insufrible.
Por qué demonios los buses pueden llevar a gente de pie, amontonada, conobjetos sueltos, sobrepasando los límites quasi físicos del habitáculo para pasajeros, etc.; ; mientras los que van en automóvil tienen que ir con el cinturón de seguridad puesto, los objetos en el maletero, los niños en sus sillitas reglamentarias, y nada de sobrepasar las 2, 4,5 o 7 plazas? que pasa: Los buses no dan frenazos bruscos? Que se monten en los de coruña para tener la sensación de ir en un rally. que pasa: ¿que los buses no tienen accidentes nunca? y si los tienen: ¿acaso la gente en los buses lleva un dispositivo invisible que fije los cuerpos al suelo y en perfecta condición salvando eso que decía Newton que todos los cuerpos ofrecen una resistencia al cambio de dirección?
No entiendo nada, o entiendo poco. Creo que cada día me parezco más a Sócrates, aunque si me recetan la cicuta creo que haré como Aristóteles, que dios confunda, y me daré las de Villadiego.
Javier, recuerda que debemos un gallo a Asclepios, no olvides pagarle.
Saludos de lunes soñolientos. ir a trabajar antes de las 10 de la mañana debería ser delito y estar castigado con la pena capital.
Desde la adolescencia no tomo un autobús. Pero imaginarme en uno y entre un señor gordo con barba poblada y descuidada, con restos de desayuno por cuya frente resbala una gota de sudor y junto a una señora de carnes generosas y de higiene íntima descuidada se me antoja insoportable.
Seguro que a diestra o siniestra habrá alguien con un moco en punto de equilibrio.
Se me sobrecogen los congojos.
Juan, se me ha puesto la piel de gallina al leer la última frase de Sócrates.
Ayer (bueno, hace unos días) hablaba de ella con un amigo. Me ha recorrido un estremecimiento cuando la he leído aquí.
Pues yo cuando un autobús va medio vacío lo que pienso es en el coste por km de cada pasajero…
@2, yo conocí en una empresa en la que trabajaba una Directora de RRHH que precisamente por pensar así y tras no conseguir un coche de empresa, venía en taxi… ¡¡¡ con lo bonito que es que te arrimen cebolleta !!!
Sr. Moltó, hasta que no dijo «conductoras» yo me estaba imaginando «ambos géneros», ¿usted dice pilotas de rally?… ¿por qué no dijo «constructoras de autobuses»?…
… el sistema de transporte público es así, la semana pasada tuve que ir de urgencia a Las Rozas para ver a un cliente, la ida en taxi: 24,45 Euros, la vuelta en Bus: 2,60 Euros. Viajo poco en Bus por Madrid (y menos fuera del «casco urbano») pero me pareció un servicio impecable… al igual que el metro. Como casi todo en esta vida, para valorar algo tienes que comprarlo o enfrentarlo a otra cosa… ahora echaremos de menos la Sanidad Pública que tanto criticábamos… y de la que tanto «abusábamos».
Javier, echo en falta un debate suyo por estos lares, ya que usted conoce bien los EEUU, sobre el tema de la legalización de las armas y todo eso…
Es inestimable el papel del transporte colectivo en la propagación de enfermedades comunes. Ya me imagino a Moltó, aguantando la respiración mientras le estornudan dos y le tosen dieciséis. Venga, hala, toma ración de virus.
Por desgracia el «ir como sardinas» no es sólo es en los autobuses, si no en el Metro, Renfe, Tranvía…
Pagamos una dineral por viajar (yo pago 61€ de abono todos los meses), cada vez el intervalo de espera es más largo (he llegado a esperar 10 minutos en hora punta en Metro), aparte de las veces que se avería claro, asumimos que todas las mañanas vamos a ir codo con codo con gente que no conocemos…etc y encima nos quieren achicharrar de calor. ES EL COLMO
Las empresas farmacéuticas aportan dinero a la EMT para asegurar su negocio 🙂 … y siguiendo con refranes de pueblo: «no hay guarro que no sea escrupuloso». 😉
¿cuántos defecan en el wc del trabajo?, ¿se llevan su propia cubertería si comen en la oficina?, ¿no tocan los pomos de las puertas?… TOC, TOC, TOC… llamando a su puerta.
Freud, ya sé que señores conductores es suficiente, y también es suficiente señoras conductoras. Las he mencionado por esta entrada:
https://www.km77.com/revista/teletransporte/615/adios-de-nada/
Me gusta recordar que hay conductoras de autobús en Madrid. No es tan frecuente. Hasta hace poco sólo había señores conductores y no había ni una sola conductora.
Yo no soy partidario de utilizar masculino y femenino por norma. Alguna vez utilizo sólo el femenino y otras solo el masculino. Es una propuesta que le leí a Rafael Reig y que me gustó.
¿Quiere usted escribir un texto para abrir el debate sobre la legalidad de las armas en EE.UU.?
Me parce un buen debate. Envíemelo a la dirección de teletransporte que aparece arriba, lo publico y debatimos. ¿Le parece?
Me gusta mucho ese refrán de pueblo: «No hay guarro que no sea escrupuloso»
@6, hay más opciones, haga cálculos y valore si le compensa… usted piensa que el precio que paga es muy caro con respecto al servicio recibido pero las demás opciones son más caras ¿verdad?.
@ 8, me consta que usted es muy cuidadoso con la «discriminación de genero»… ya sabe que soy un provocador nato…
Me encantaría poder escribir acerca del tema de las armas, sobre todo porque se puede entroncar el debate con la libertad sexual (Pink Pistols) que parecen enfrentados (progresismo vs conservadurismo)… pero esta semana estoy liado impartiendo cursos de «gestión del tiempo» y no es que no tenga tiempo, es que mis prioridades son otras 😉
La semana pasada cogí un autobus en Madrid, Aeropuerto-Arturo Soria, iba casi vacío y la temperatura interior era de 29 grados.
Y no será que los conductores/as tienen puesta así la calefacción por la ventolera helada que les entra cada vez que abren la puerta? Ellos/as pasan ahí horas sentados, con lo cual es fácil que pasen frío. Los señores fabricantes de autobuses deberían de tene en cuenta jolines, están mejor pensados los vehículos de transporte porcino.
Guarros escrupulosos……que seguro no lo son tanto si la aglomeración es para acceder a la Òpera de París o de Milán, en cuyo caso los patògenos se intentan enmascarar con perfumes caros, bisones, joyas, tapicerías de cuero y otras frívolas vulgaridades, como si abiertos en canal en una mesa de operaciones no feramos todos iguales.
Viva el bus, el taxi, el metro, los albergues, las discotecas y los clubes de intercambio de parejas. Ea.
¿Y el calorcito que da al sentarse en los asientos de atrás del todo, justo encima del motor?