La pobreza es una cuestión física. La riqueza no. La pobreza y la riqueza no son los dos extremos de una recta que empieza en cero y termina en muchos millones de ceros.
La pobreza es un segmento que gira alrededor del cero.
La riqueza no tiene relación con lo anterior. No en lo personal y tampoco en la economía real.
Los economistas se devanan los sesos para mejorar el reparto de la riqueza. Proponen medidas como cargar de impuestos a los ricos para repartirlo entre los pobres. Esta noche he descubierto que es un intento vano. Es como cortar manzanas para tener más trozos de pera.
Hoy no quiero hablar de economía, sino de estados mentales.
Por circunstancias de la vida, esta noche* he dormido en la casa más pobre en la que he dormido nunca. Una casa habitada por africanos en África.
Una casa sin calefacción en una ciudad en la que la temperatura baja hasta cinco grados en cualquier noche de enero. No he visto ducha y no he preguntado, no he visto toallas, cenamos ayer con una cuchara y los dedos, he dormido en el suelo, sobre un colchón, sin sábanas. En el baño no hay papel. Probablemente haya en algún sitio, pero no lo he necesitado de forma perentoria y no he dicho nada.
Contrasta que sí tienen televisión y que ven todas las cadenas internacionales. Me enteré anoche de los recortes del gobierno español por la BBC. El padre de la familia tiene un ordenador portátil de precio medio (unos 500 euros en España) y un teléfono inteligente de última generación y conexión a internet que utilizo para escribir esta entrada.
No sé cuánto de pobres se sienten las personas que viven aquí. Yo sé que no son pobres. En algún sitio se duchan, porque me han ofrecido ducharme, tendrán toallas aunque yo no las haya visto y también papel de water. Esos detalles sorprenden por diferencias culturales, ya que no cuestan dinero. He dormido como un rey en el suelo sin sábanas, con una manta que me ha abrigado bien.
Ahora están calentando agua para ponerme un café con la música dispuesta a molestar a los vecinos que supongo que también tendrán la suya.
La pobreza, si está en algún lado, es en su poco interés por saber, por leer, por aprender.
Tienen una hija maravillosa, de seis años, cuyo nombre soy incapaz de recordar y un hijo de cuatro meses. Comparten piso además de los padres y los hijos un chico de Camerún. La casa es pequeña para cinco. Supongo que comparten habitaciones, pero no lo sé.
Ayer estuve intentando que la niña aprendiera a escribir los números con letras. Fue ella la que me trajo los cuadernos de los deberes y pasé un buen rato estudiando con ella. Había varias amonestaciones de los profesores porque no hacía los deberes.
Me puse con ella a hacerlos y descubrí que los padres no tenían demasiado interés por que aprendiera. Además, ellos no podían ayudarla, porque no sabían cómo hacerlo.
Con más dinero no serían más ricos. Ya son muy ricos y me da la impresión de que no lo pueden ser más. Pero sí serían menos pobres.
(*) Escribí este texto el día 31 de diciembre de 2011