En un reciente viaje con el Volkswagen Golf, desde el Trópico de Cáncer hasta el Círculo Polar Ártico, cuyos detalles he publicado en el blog de la prueba de 100.000 kilómetros del Golf, llegué hasta Narvik, unos 300 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico y también a las Islas Lofoten. Publicaré fotos y comentarios de esas zonas en el mismo blog del Golf.
Antes quiero contar un episodio del regreso, a la vuelta de Lofoten, entre Narvik y el puerto del ferry que enlaza los dos extremos de la carretera, cortada por el mar, en este tramo de carretera:
A la salida de una curva, en una carretera con un aspecto parecido a ésta que se ve por el retrovisor, se me apareció un alce. La carretera no es la misma que la de la foto, porque está hecha en dirección Norte (hacia Narvik), antes de subir al ferry. En la carretera en la que apareció el alce, había más curvas y no había líneas pintadas en el centro. Pero en los laterales había árboles como en esta carretera y la dirección en la que yo iba es la que se ve a través del retrovisor. Dirección Sur.
El caso es que poco después de la salida de una curva voy concentrado y rapidillo, para intentar llegar lo antes posible al ferry. No sé los horarios, pero cuanto antes llegue mejor, porque salen periódicamente. Con el coche ya bien encarado en la recta, al máximo de la velocidad permitida y con el error del velocímetro en cuenta, sobre unos 90 km/h de marcador o quizá algo más, con toda la recta despejada y en sombra (a diferencia de la foto), de súbito, aparece la cabeza de un bicho enorme, color gris parduzco, trepando a la carrera por el terraplén del margen derecho de la carretera, unos 40 metros por delante del coche.
Cuando me doy cuenta de que está, ya tiene las dos patas delanteras sobre el asfalto, que afortunadamente no está mojado. Tal como lo veo, pego un pisotón salvaje al freno a la vez que dirijo el coche levemente hacia la izquierda, de forma instintiva.
Yo tenía ganas de que apareciera una alce. Estaba preparado durante todo el viaje a realizar la famosa prueba del alce (Por si alguien no la conoce. (En inglés)), que consiste en girar bruscamente a la izquierda y luego recuperar de nuevo bruscamente la derecha por si vienen coches de frente. Estaba preparado para girar y recuperar en un instante y así probar mejor el Golf.
Pero claro, la realidad manda. Es difícil que el alce te aparezca 5 metros por delante del coche y, en ese caso, habría que girar poco, porque no tendría tiempo de ganar espacio en la carretera.
En fin, que me sale el alce a una distancia que lo normal es frenar a con todas las fuerzas y luego ya veremos qué pasa. Ya veremos cómo lo esquivo o si decido empotrarme contra él en lugar de salirme de la carretera. No tiene sentido que gire hacia ningún lado porque el alce todavía está muy lejos. Tal como clavo el pedal del freno con toda mi fuerza, el animal se da la vuelta a velocidad infinita. Como si en lugar de pisar el freno yo, hubiera visto un fantasma en mitad de la carretera. Ni siquiera llega a poner las cuatro patas sobre el asfalto. No es ágil, pero sí muy rápido. Una combinación extraña. Patoso como un cervatillo pequeño que apenas se aguanta sobre las patas, pero efectivo y veloz como una pantera. Ni siquiera estoy seguro de que fuera un alce. Lo intuyo, nada más. Creo haber visto sus cuernos extraños. Nada más. No me da tiempo ni a asustarme.
Me quedo estupefacto. Quiero verlo, quiero un poquito más de emoción ya que aparece el arce. No entiendo por qué el bicho no ha oído antes el coche, cuando iba acelerando normalmente, y sí oye como un martillazo mi llegada en cuanto aplasto el pedal del freno y entra el ABS. Porque la sensación es de que, lo que le hace reaccionar, es la entrada del ABS, pocos instantes después de que yo le doy el pisotón al freno. No sé si tiene relación o no, pero da la impresión de que en el mismo instante en el que empieza a actuar el ABS un sonido agudo muy molesto le hace retroceder despavorido. Las ruedas no han chirriado con el asfalto (a mí no me lo ha parecido)
Levanto el pie del freno y continúo al mismo ritmo que antes. Ni siquiera he tenido tiempo de sobresaltarme (mucho mejor). Voy a una velocidad adecuada a la carretera. El riesgo de alces es permanente en Noruega. Está lleno de señales que lo anuncian, pero es imposible ir continuamente a 60 km/h por si acaso. Unos buenos frenos y un buen ABS con silbido mágico son un seguro recomendable para enfrentarse a ese riesgo.
Cuando me acerco al puerto del ferry veo que el barco se aleja de la costa. No suena su potente bocina, como ocurre en los barcos cuando abandonan los puertos.
Se me ocurre que no estaría mal que el ABS emitiera sonidos inaudibles para los humanos, que ahuyenten a los bichos. Yo, sin ninguna duda, reacciono muchísimo más rápido para pisar el freno que para tocar la bocina.
Algo parecido me ocurrió a mí con una familia de jabalíes, pero sin ABS, hace ya unos años. Menos mal que también se dieron la vuelta.
No deja de ser una buena idea.
Saludos.
Yo tuve una experiencia similar con un zorro, circularia a unos 50km/h (como mucho) por un camino pavimentado de montaña y de repente apareció de la nada a unos 15m, el animal al verme se quedó helado durante un instante, mirándome fijamente como un gato.
Al pegar el pisotón intentó uír hacia un costado del camino con mucha pendiente, con tanta mala suerte que resvaló queriendo subir y me lo llevé por delante…
Si hubiera sido un alce supongo que yo también habria salido perdiendo.
Buenas,
yo que ando en moto, además de en coche, vi unos accesorios en una tienda de mecánica rápida para colocarlo en la moto. Son unos silbadores que emiten unos ultrasonidos no audibles para los humanos, pero si para los bichos en general. Me quedé con las ganas de probarlos. Pero no los compré ese día y cuando fui a por ellos ya no habían.
me parece que salen por 4 euros y no si serán eficaces o no. Pero quizás los automóviles deberían llevar unos, con una potencia limitada de emisión,para evitar que se te crucen todo tipo de bichos, o al menos, los mas normales: conejos, alces, perros, gatos y demás hierbas.
Saludos
Jeje… tiene gracia lo del alce. A mi también me pasa lo del freno, la bocina la toco tarde y mal, pero el freno es automático. El otro día bajaba desde Peñalara hacia Rascafría cuando apareció un Seat León azul adelantando a tres coches cuesta arriba. Pegué un pisotón al freno y me eché todo lo que pude a la derecha y afortunadamente al final consiguió pasar. No era el mejor momento para conducir rápido en esa carretera, desde luego…
Yo le habría tocado el claxon al alce.
La próxima vez, tóquele el claxon.
Generosamente.
JM
yo tambien le habria tocado el claxon, ¿por que no lo hizo Javier, no se le ocurrio tocarle el claxon, por que no, es un idea natural, por que no se lo toco?
Hola a todos.
Te lo advertí:
https://www.km77.com/revista/100000kmengolf/2009/06/24/la-luz-viene-del-norte-octavo-dia-5-de-5/#comment-764.
Siento ser gafe, pero el que avisa …. Los lugareños ya te advierten de esto, pero como muy bien dices tampoco es cuestión de ir a 60 km/h.
Ah!, y normalmente no responden al claxon. Sería cuestión de probar sistemas que emitan (ultra)sonidos que auyentan a los animales; me consta que hay gente que los lleva para espantar a los perros que campan por carreteras secundarias mayormente.
Respecto a la prueba del alce, fue el comienzo del fiasco del MB Clase A y su «revolucionaria» carrocería tipo sandwich; lo bueno fue que obligó a muchos fabricantes a introducir el ESC de serie, sobre todo en vehículos con el centro de gravedad alto.
Saludos desde Zgz.
Hola,
Para mí el claxon no es una idea natural. No tengo ninguna costumbre de tocar el claxon. Hasta que lo encontrara me llevaría la mitad de alces de Noruega.
Como no tengo costumbre de tocarlo, cuando alguien lo toca en una situación de apuro, siempre pienso: «Si ha tenido tiempo de tocar el claxon es que tan apurado no estaría». 8Puedo estar equivocado y puede ser que haya conductores a los que tocar el claxon no les suponga un impedimento para hacer todo lo que hay que hacer sin perder eficacia. Lo dudo, pero es posible.
En mi caso, prefiero destinar todos mis recursos (manos y cerebro) a hacer todos los movimientos evasivos posibles.
Por otro lado, si toco el claxon desconozco cuál será la reacción del bicho. Quizá se asuste y se quede parado.
En definitiva, que confío mucho más en mí que en el claxon, que puede tener una respuesta aleatoria. Si me concentro en conducir sé que hasta el último instante podré tomar decisiones para minimizar los daños, golpear al bicho por donde interese menos masa, subirme por el terraplén o tirarme hacia el barranco. Si me entretengo con el claxon pierdo unas décimas de segundo preciosas que necesito emplear en frenar bien, hacia donde yo quiero y tener el volante perfectamente agarrado para moverlo con toda la agilidad.
Es posible que todo eso pueda hacerse a la vez que se aprieta el claxon. No es mi caso.
Yo tampoco creo que el claxon fuese una buena idea. Yo en situaciones de riesgo freno a tope, agarro el volante con fuerza y miro a todos lados buscando una posible vía de escape.
Hace tiempo que no tengo una así; tuve una parecida en otoño, con un corzo, pero como a 70/80 mt y nada más verme se quitó de la carretera y yo no iba rápido, se quitó justo cuando pasaba del acelerador al freno. Yo creo que tampoco pensé en el claxon.
En Canada es frecuente encontrarte alces que bajan a las carreteras en busca de la sal que se esparce en estas para evitar el hielo. Los conductores del lugar tienen instalados unos dispositivos en los parachoques delanteros, que con la fuerza del viento al circular emiten un sonido que alerta a los alces de su presencia. Chocarte contra uno no es buen negocio.