En algún sitio debería decir que en ocasiones informo de coches porque he conducido muchos en mi vida. Quizá haya conducido más de mil coches, aunque nunca he llevado la cuenta.
Si haber probado mucho sirve para darte el carné de periodista probador, deberían darme carnet de probador de duchas. He probado pocas cosas más que duchas. Coches, primera; duchas, segunda; camas tercera y hoteles cuarta. Por este orden. Quizá haya probado más sillas que hoteles, pero en las sillas me he fijado poco. No puedo ser probador de sillas.
Como puede que la función haga el oficio, durante muchos años pensé en crear una revista en la que probáramos camas. Un buen negocio. Todo adulto compra por lo menos una cama, pasa muchas horas en la cama y tener buena información sobre camas le sería útil. ¿Por qué nadie ha hecho nunca una revista de camas? Como con los coches, todo lo que se hace en una cama es o divertido o agradable. Casi siempre, como en los coches. De multas y accidentes no se libra casi nadie.
Las presentaciones de camas deberían ser parecidas a las de coches. Las marcas de colchones nos llevarían a países exóticos a hoteles de ensueño. Seguro. En todas las habitaciones la misma combinación de somier y colchón. Pasar una noche, presentación normal. Dos o más noches, presentación de lujo. A las presentaciones de cama, colchón y somier hay que ir siempre acompañado. Presentaciones para dos. Una cama no se puede probar en solitario. Como con las catas de vino y las copas, las sábanas, mantas o edredones deberían ser siempre iguales. Todo está inventado.
No me explico por qué motivo la industria de las camas no promueve las revistas de camas. Yo abriría la primera.
A las revistas de prueba de duchas no les veo tanto futuro, pero yo de ustedes no las despreciaría tan rápido. En una casa hay menos duchas que camas y cuestan menos dinero. Si uno se equivoca, la cambia con mayor facilidad. Sin embargo, una buena revista de duchas tampoco es una imbecilidad. Puede ser muy útil.
Para hacer mi primera prueba pública de duchas, por si acaso buscan probadores para este nuevo sector de la economía, me he desplazado hasta los Estados Unidos de América. A Detroit, la capital del automóvil. La ducha a la que le corresponde ser la primera ducha probada y publicada en el mundo es la de la habitación 1321 del Motor City Hotel. De Detroit.
Mírenla bien. ¿Invita a ser probada o no?
Para mí la ducha es un asunto importante. No la ventilo de cualquier manera. Todas las mejores ideas que he tenido en mi vida, todas, sin excepción, se me han ocurrido en la ducha. No es que fueran buenas. Eran las mejores.
Esta segunda foto de la ducha ya sólo se puede hacer desnudo. No creo que haya nadie que ante esta visión por delante aguante con la ropa puesta. Probarla requiere entregarse.
Esta es una de esas duchas con un único mando giratorio para regular el paso del agua. Un mando que gira como un grifo, pero no es un grifo. Es un mando giratorio. En la primera parte arco de giro, el agua sale fría y en el segundo caliente. Si uno abre un poco, se despista y se pone a pensar en cualquier cosa, como me sucede a mí en cuanto me acerco a una ducha, puede estar esperando varios minutos, con los pies cada vez más fríos. Cuando reacciona, se da cuenta de que no puede ser que el agua caliente tarde tanto y empieza a inspeccionar el sistema, que casi nunca viene con instrucciones. Al cabo de un rato de inspeccionar, como no hay ninguna pista, ningún color, ninguna flecha que permita deducir qué hay que hacer para conseguir agua caliente, uno decide girar el mando hasta el extremo opuesto. Suele funcionar. El agua sale quemando en pocos segundos. En todo el recorrido del mando, el caudal de agua no varía. No se puede conseguir que salga más o menos agua. Sólo existen dos posibilidades para la cantidad de agua que emana. ON y OFF. El mando giratorio sólo sirve para regular la temperatura. (Hay duchas de un solo mando que giran hacia los dos sentidos. Al girarlas hacia uno de los lado se varía la temperatura y al girarlo hacia el otro lado se varía el caudal. El truco consiste en girarlo hacia un lado y hacia el otro simultáneamente para regular perfectamente cantidad y temperatura del agua).
A lo que íbamos. En la ducha de la habitación 1321 del MotorCity Hotel no se puede regular el caudal de agua. Como el caudal es suficiente eso no es un problema, pero ¿qué significa caudal de agua suficiente? Para esa pregunta no tengo respuesta. Mis conocimientos de probador de ducha no llegan a tanto.
Fíjense en esta alcachofa de esta ducha de esta habitación de este hotel. Pónganse en situación. Sitúense en el piso correcto y fórmense una idea de todo lo que la rodea. Una alcachofa de ducha aislada en un edificio enorme y vacío. Una obra de arte. Para eso no sirve una alcachofa cualquiera. Tiene que ser ésta, con sus 73 agujeros (puedo haberme descontado). Es posible que si hubieran sido 77 agujeros el reparto de caudal hubiera sido perfecto y el placer de la ducha incomensurable. No lo descarto. 77 agujeros hubiera sido un buen número de agujeros. Con 73 agujeros es un fracaso.
Por cada uno de los agujeritos sale un chorro de agua finísimo, que se clava en la cabeza, pero que no moja a la altura de los hombros porque ya se ha volatilizado en el aire. A la altura del hombro el chorro de agua llega en estado gaseoso. Le pasa como al Salto del Ángel venezolano, que a mitad de la caída el agua forma una nube. Los 73 chorritos no mojan la piel y quedan muy dispersos. De los 73, es posible que no haya más de 10 o 15 que acierten a la vez en el cuerpo (sin exagerar) con lo que se desperdicia mucha agua. La mitad se dirige directamente hacia el suelo o la pared y la otra mitad no moja, porque llega seco. La ducha se prolonga horas y horas en la búsqueda del chorro que impacte certero en la zona de la piel de la que se quiere que desaparezca el jabón.
Bajo este caudal que sólo reparte pobreza por cada uno de sus poros, uno recuerda la juventud y las duchas del instituto, cuya alcachofa siempre estaba atascada. Solución: quitar la alcachofa y ducharse con el chorro. En el instituto era muy fácil. La alcachofa de plástico blanco estaba enroscada y se quitaba con facilidad. La alcachofa de la habitación 1321 no había quien la quitara. Ingeniería de alta precisión, con ajustes finos y otras demostraciones de tecnología moderna, requerían de herramientas para el desmontaje que uno no lleva encima cuando prueba duchas.
La solución podía venir de serie: alcachofa de chorros regulables. Son equipamiento de serie en muchos modelos. Quizá no tengan un diseño tan bonito y eso es un problema grave. Me hago cargo. Otra posibilidad, frecuente, consiste en mover hacia uno u otro lado un dispositivo regulador del caudal de agua (grifo). No creo que hubiera ayudado mucho. Mayor caudal hubiera acelerado el paso de agua por los inyectores (bomba) de paso microscópico. Más velocidad, agujas más dolorosas. Pinchazos en la calva. Quizá hubiera sido buena solución reducir el caudal de agua, para que saliera con menos presión. No había forma de probarlo.
Quizá crean que me tomo a broma el asunto de ls duchas. Al contrario. Las duchas son un mundo. Una buena revista de duchas haría mucho bien por la humanidad. Los arquitectos de interior tendrían una referencia insustituible para el más difícil todavía. Necesitan probadores expertos. Me postulo.