El domingo estuve comiendo con la chica más guapa del mundo en La Casa Verde. La Casa Verde es un restaurante situado en las afueras de Madrid. Un restaurante delicioso, especialmente por el lugar, aunque también por la comida. En mi caso, lo más delicioso de todo fue la chica más guapa del mundo, pero eso ya entenderán que no es extrapolable a otras comidas o cenas a las que vayan ustedes.
El caso es que La Casa Verde, con ese título tan literario y ese tejado tan verde, tiene un jardín posiblemente Zen y unos regatos en los que los peces hacen ejercicio.
Lo sorprendente de los peces no son sus colores. Ni que vivan bajo el agua y utilicen branquias para extraer el oxígeno del agua, ni que vean bajo el agua con esos ojos que tienen. Nada. Lo excepcional de los peces es su aceleración. En particular, la aceleración del pez rojo.
En el colegio me enseñaron que el animal de la naturaleza que más aceleraba era el jaguar (o el guepardo, qué más da). Mentira cochina para los libros y los profes.
Para acelerar mucho no es necesario acabar muy rápido. ¿Por qué a los pequeños nos confunden los conceptos y luego de mayores no entendemos nada? Se puede acelerar de forma casi infinita y no alcanzar apenas velocidad. La velocidad constante es insípida, no vale para nada, no significa nada, no hace falta alcanzar una velocidad visible para acelerar mucho. Los humanos, que miramos poco y mal, pensamos en aceleraciones fáciles de ver para el ojo humano y en velocidades de nuestro rango para luego decir tonterías. Así nos va de mayores. No entendemos nada de nada. A los niños hay que llevarlos a todos a La Casa Verde a enseñarles cuánto acelera (y cómo) el pez rojo. Cualquiera que mire ve que acelera mucho. El cómo, lo mejor que tiene es que es imperceptible.
¿Es capaz un guepardo de acelerar tanto como el pez rojo de La casa verde? El pez rojo pasa de parado a no parado sin transición. ¿Hace eso el guepardo? ¿Eh, lo hace? Pues el pez no sólo lo hace, sino que lo hace bajo el agua y con branquias.
¿Y qué me dicen de la aceleración de la libélula? ¿Está afectada la respuesta por el principio de indeterminación de Heisenberg?