Icono del sitio Revista KM77

KTM X-Bow. El sueño de volar.

Hace frío y la pista está mojada. En la carretera que nos trae desde Madrid, la nieve ha cuajado en los bordes. Aquí sólo llueve. La temperatura es de unos tres grados.

Hay tres unidades de XBow disponibles. La primera que me toca tiene ruedas de calle (Continental). Para entrar al X-Bow se puede pisar en la parte inferior de la carrocería, una suerte de fondo plano, cuya parte superior admite carga, hasta un máximo de 100 kg. El siguiente paso ya es dentro del habitáculo. Lo más cómodo es pisar sobre el asiento.

El equipo de KTM que atiende a los periodistas, nos ayuda solícitamente. Con el casco puesto no hay forma de atarse el cinturón de seguridad de cuatro puntos. Javi Díaz, piloto multicampeón de España en diferentes especialidades, contratado por KTM, me ayuda a instalarme bien dentro del coche y a sujetarme con el arnés. Primero es necesario tensar bien la banda inferior, la que sujeta la cadera, después las bandas verticales que pasan por los hombros.

Antes de fijar el arnés es imprescindible regular la posición de los pedales. El asiento es fijo y los pedales se acercan y alejan mediante un sistema sencillo y preciso. El lugar de apoyo del pie izquierdo, a la izquierda del embrague, está fijo.

El volante se regula en altura y profundidad. A mi me gusta llevar el volante cerca y alto. No se puede colocar todo lo alto que yo querría, pero sí suficientemente cerca.

(En esta foto, desde el asiento del copiloto, fotografío a Catharina Felser. Subcampeona de Europa en la categoría GT4 Internacional 2008)

Arranco despacio en un slalon entre conos y en la tercera frenada, después de pasar los conos, todavía muy despacio, hago un trompo. Sólo rozar el freno el coche se me ha descolocado sobre el suelo mojado. Iba despacio, pero no he podido controlarlo. Con los neumáticos todavía muy fríos y la pista mojada hay muy poco agarre.

Cambio de unidad, a un X-Bow con neumáticos mixtos. Son neumáticos de competición. La diferencia es clara, con mejor agarre. Empiezo a disfrutar. El tiempo cambia constantemente, llueve y salen ráfagas de sol. La pista se seca ligeramente o se queda empapada en varias ocasiones durante la mañana.

Con la pista mojada es un coche difícil de conducir, porque el eje delantero no se inscribe con facilidad en la trayectoria y si quieres redondear el giro con la ayuda del eje posterior, es fácil hacer un trompo si aceleras en exceso. A mí no me ocurrió, porque después de mi primer trompo fui con mucho cuidado. Los trompos se sucedieron con la pista mojada.

Quizá lo mejor del X-Bow es que es un coche muy fácil de llevar despacio. El motor, la caja de cambios y el embrague son de origen Volkswagen – Audi. El embrague y el motor son muy suaves. A diferencia de algunos coches de competición, arrancar no entraña dificultad alguna. En cualquier circunstancia se puede llevar el motor bajo de vueltas, porque funciona con la misma suavidad y regularidad que cualquier coche de calle.

Antes de parar a comer la lluvia arrecia, el casco se empaña y no hay posibilidad de conducir con buena visibilidad. Con la visera cerrada se empaña. Si la abro, me vibra demasiado. Además está llena de agua por fuera y no veo. La abro completamente y el agua me arde en los ojos. La cierro. No veo nada. A mí me pasa esto, que me encanta conducir turismos cuando llueve. No me imagino cómo harán los pilotos de Formula 1 ni los de motos.

Después de la comida la situación mejora. Ha dejado de llover y el sol lo ilumina todo de forma intermitente. La pista se seca. El coche es otro. Entra en las curvas con facilidad, se puede exagerar incluso con el volante que el coche entra bien o se frena demasiado, pero no sigue recto. También se puede acelerar con menor precaución a la salida de los giros y en las curvas enlazadas. Empieza a convertirse en un juguete muy divertido para conducir a un ritmo relativamente rápido. En seco, en circuito, es un coche poco exigente con el conductor, para rodar a un ritmo relativamente rápido. Como siempre, ganar el último medio segundo debe ser muy difícil.

A última hora de la tarde, después del trabajo duro, el cambio de marchas de todos ellos se vuelve menos preciso. Para pasar a una marcha superior, un chivato en el cuadro empieza a parpadear cuando se acerca el régimen máximo y se queda encendida fija cuando ya es imprescindible cambiar. Todo el circuito se hace entre segunda y tercera. Para reducir no tengo nunca problemas. En un par de ocasiones me cuesta encontrar la tercera.

Me hubiera quedado dando vueltas un par de horas más. O de días. Cada vez más rápido, conociendo mejor el coche y el circuito. Mientras me quito el mono pienso en lo instructivo y divertido que sería tener un coche de estos para practicar a menudo, mejorar la sensibilidad, aprender a utilizar el pedal del acelerador, el freno y el volante en un coche de este tipo. El X-Bow no tiene ni una ayuda electrónica a la conducción, ni para frenar.

«Cuando se te va, no hay forma de recuperarlo» comentaba Javi Díaz. Es muy posible que sea cierto, si él lo dice. Lo que yo sí sé es que hasta que se te va, requiere sensibilidad y buen tacto para ir deprisa. Esa dificultad probablemente sea el ingrediente necesario para disfrutarlo tanto. Volar es difícil. Y atractivo.

(Más datos y detalles generales en km77.com. Impresiones del interior; Impresiones de conducción; Galería de imágenes exteriores y Galería de detalles.)

Salir de la versión móvil