Es imposible que ser controlador aéreo sea tan difícil. Absolutamente imposible. No hay forma de que haya tantas personas que puedan hacer una cosa muy difícil una vez al minuto. Requerirá método, paciencia y precisión. Pero no puede ser difícil, porque se equivocarían muchas veces y habría muchos accidentes.
Estoy convencido de que no es necesario resolver una integral triple cada vez que tiene que aterrizar un avión, ni hallar en un instante el máximo de una función o resolver un problema de álgebra con cinco ecuaciones linealmente dependientes. Tampoco puede ser imprescindible recordar sin error un artículo x del Código Penal, ni realizar un contravolante con un coche de 500 caballos, de cuatro ruedas motrices, a 177 kilómetros por hora. No es posible que realizar un trabajo que se repite tantas y tantas veces cada hora y cada día requiera una capacidad intelectual inaudita ni una coordinación de movimientos excepcional. Ni siquiera una rapidez inetelctual sobresaliente.
Un trabajo que se repite una y otra vez tiene que estar bien organizado, con los recursos humanos y de equipo bien dimensionados. Nada más.
Estoy convencido de que todos nosotros, todos los que leemos este artículo seríamos capaces de hacer aterrizar un avión cada cinco minutos después de unas ligeras instrucciones. O cada diez, o cada 20 minutos.
Si la tensión y la dificultad deviene de la frecuencia de despegues y aterrizajes, reduzcan la frecuencia, pero no nos dejen absolutamente parados.
Estoy seguro de que a poco que nos lo explicaran, todos los que leemos y participamos en este blog seríamos capaces de conseguir que aterrizaran y despegaran por lo menos 10 aviones a la hora después de un día de aprendizaje. No serían los 60 ó 120 habituales (los que sea), pero sería mejor que nada. Estoy seguro de que en una semana seríamos capaces de resolver por lo menos el 50% de las operaciones de tráfico habituales.
La titulitis, los departamentos estancos, el miedo a lo desconocido, los privilegios y el no me toquen mis derechos que me los he ganado (¿derechos otorgados por quién?) nos convierten en una sociedad temerosa, dubitativa, reacia a cambiar los poderes establecidos y a cuestionar el estado de la situación.
Me presento como voluntario para hacer un reportaje de cómo trabajan lo controladores en España. Me presento como voluntario para hacer prácticas durante un mes en la torre de Barajas sin ganar ni un duro. Me presento como voluntario para saber si de verdad se requieren ingenieros astrofísicos capaces de tocarse el occipucio con el dedo gordo del pie izquierdo a la vez que hacen malabarismos con tres pelotas y un palo con las manos, de pie y a la pata coja.
Señores de AENA, permítanme hacer un turno diario de tarde en la torre de control. Pónganme al lado alguien que me enseñe. Y déjenme contarlo. Si no entiendo nada, si no soy capaz de entender lo que es una frecuencia, lo que significa la velocidad de los aviones, la ocupación del espacio y el tiempo por una masa, Si no soy capaz de entender nada y si veo que yo no sería capaz de hacerlo, lo contaré con absoluta fidelidad. Reconoceré abiertamente que hay que ser más inteligente y capaz que yo para realizar ese trabajo (Y de esos no hay muchos :-).
En cambio, si veo que no es tan difícil, que la tensión no se apodera de mis miembros y que soy capaz de indicarle al piloto que no puede aterrizar porque la pista está ocupada por un aparato no identificado, con alas y tren de aterrizaje de cuyo nombre no puedo acrodarme, también lo diré.
Lo que también les aseguro es que si los controladores son pocos porque realmente es difícil su trabajo, se van a quedar ustedes sin controladores en tres días, porque pienso contratarlos a todos, doblarles el sueldo y monopolizar todos los espacios aéreos del mundo.
No me creo que la vida de tantas personas dependa de la lucidez excelsa y permanente de unos trabajadores a los que nadie ha visto nunca poderes sobrenaturales. Me presento de voluntario para ir a Barajas, que me enseñen los militares qué hay que hacer para que puedan despegar los aviones y les aseguro que en 24 horas estoy operativo para hacer despegar por lo menos un avión a la hora.
Ya sé que lo que propongo es imposible. Que no me puedo presentar de voluntario para algo así. Pero es un error que no pueda hacerlo. Tanta prevención, tanta seguridad, tanto control acabará matándonos a todos de inanición.
Titulitis, oposiciones, permisos, presupuestos y reglamentaciones infinitas encadenan a la sociedad a la inacción. La sociedad encorsetada y sus amigos nos tienen maniatados.