Hoy me he metido sin que nadie me obligara en un jardín.
Había tres coches de la Guardia Civil, tres parejas, y yo voy, agarro, cojo y les pido que se aparten un poco, que me hagan hueco, que quiero meter mi Audi A6 entre sus coches.
Estaban los tres coches patrulla detenidos en la pequeña guarida que utilizamos para el arranque y final de nuestro recorrido de consumo. Después de una hora y media de recorrido, tenía la obligación de pararme justo en ese lugar. Lo hacemos siempre igual. Es verdad que podía buscar otro, pero ese punto es tan nuestro como el de que más y ponerme a buscar otro lugar para detenerme y apuntar los datos es un lío cuando el medidor de consumo cuenta y el de promedio también. En fin, que uno de los Guardias Civiles se ha hecho a un lado y he colocado mi A6 prestado.
Todavía no había acabado de apuntar los datos del ordenador, cuando me llaman a la ventanilla. Estoy tranquilo (relativamente). No he hecho nada (relativamente). En el recorrido he ido prácticamente todo el tiempo a más de 110 km/h porque llevamos diez años haciendo nuestros recorridos de consumo a 120 km/h y no podemos empezar a hacerlos ahora a 110 km/h sólo porque la ley cambie temporalmente. ¿Qué hacemos con toda nuestra serie histórica de datos de consumo? ¿La quemamos? Mi crucero ha sido de 118 km/h.
—¡Usted es probador de coches!
(Buff pequeño)
— Sí.
— ¿De qué revista?
(Buff, un poco mayor)
— De una de internet. km77.com.
— ¡Hombre! La leo casi todos los días. (Buff enorme) Entre 20minutos y km77 me pongo al día en internet. Le hemos visto antes [de hacer el recorrido], preparando la cámara dentro del coche, atándola con los cordones y ahora vuelve por aquí. No tenía duda. «Seguro que es periodista probador de coches» he pensado.
— ¡Muchas gracias! Me hace feliz oírle. Además, los de 20 minutos son amigos.
— Pero cuando pusisteis las fotos de pago dejé de entrar.
— ¡Pero si eso fue en 2002! ¡Qué memoria!
— Para que vea… Este es el nuevo A6, ¿no? ¿Cuál es, el del motor de 177 caballos y bajo consumo?
— Exacto.
— Tiene que ser imparcial cuando hable de él, ¿eh?
— Claro, siempre lo somos.
— Pues mire. Tiene la goma por fuera. El acabado no es muy bueno. Esto también lo tiene que contar.
Si no fuera porque lo decía con inocencia absoluta, con la esperanza de que las cosas se hagan bien, de que escriba para beneficio de los lectores, podía haber pensado que Guardia Civil me estaba poniendo firmes. Nada de eso. Lo hacía con absoluta amabilidad y feliz de ver el coche y de hablar con una persona que se dedica a probarlos. Está claro que le gustan los coches y que los conoce. La versión del A6 la ha clavado. Casi sin querer, pero me exige que seamos claros cuando informamos. Yo lo hago encantado. Es nuestro trabajo.
— Claro que sí. Nosotros contamos todo lo que vemos que nos parece relevante para nuestros lectores.
Un compañero se acerca.
— ¿Este cuál es, el de 204 caballos?
— No el de 177.
Lo mira de cerca. Ellos me tratan de usted pero a mí no me sale tratarles de usted. Les trato de tú. Ellos no se apean del usted. Veo que se muere de ganas por subir.
— Entra, sube, míralo despacio.
— No, que lo voy a arañar con la pistola.
— Que no hombre. Vete con un poco de cuidado y no lo arañas. Sube.
Se sube y se le ve feliz. (En realidad al A6 se baja. Los asientos están más bien bajos)
Les cuento que vengo de hacer el recorrido de consumo a 120 km/h, que llevamos toda la vida haciéndolo a 120. Que no podemos ir a 110 km/h porque nos cargamos la serie histórica de datos que tenemos.
— Yo no entiendo la ley del 110. Me huelo que la van a dejar para siempre —me dice el primero—. Nosotros no tenemos culpa.
— No, claro. No os echo la culpa. Ya lo sé. Yo no me quejo de vosotros. Pero con los políticos sí me meto.
— Nosotros no tenemos nada que ver con los límites de velocidad. ¡Usted hable siempre bien de la Guardia Civil! —me dice con una sonrisa.
Del mismo modo, con la misma esperanza y amabilidad que me pide que se imparcial para hablar del coche me pide que hable bien de la Guardia Civil.
En lo del coche le hago caso. En lo de hablar bien de la Guardia Civil no se lo haré. A veces hablaré bien y otras no. Lo que me parezca que corresponde. Como con los coches.
Hoy daba gusto hablar con la Guardia Civil y hablar bien de ellos. En concreto de los dos que se han acercado a hablar conmigo. Eran amables, les gustaba el coche, querían saber de él, les gustaba que se lo enseñara y uno de ellos, además, era lector de km77.com. ¡Qué más puedo pedir!
En otras ocasiones, cuando me han multado por conducción temeraria por el único motivo de trazar las curvas lo más rectas posibles, sin molestar a nadie, me cuesta hablar bien de ellos. Trazar las curvas va en beneficio de la comodidad de los niños que duermen en su sillita y de los mayores, que dan menos cabezadas al vacío. A mí, en cuanto se me duerme una persona en el coche, se me encabrita el gen trazadista y giro el volante siempre lo menos posible para que todos descansen. Siempre que se pueda, claro. También me cuesta hablar bien de ellos cuando multan en lugares en bajada, con el coche escondido en lugares justo después de pasar la señal que limita la velocidad…
Les abro el maletero. Miran la rueda de repuesto. «Es de galleta» dice el segundo en llegar.
Hablamos de la anchura de los neumáticos, del tipo de neumáticos, del consumo bajo, de nuevo del límite de velocidad y de lo que les molesta a ellos…
— ¡Qué suerte tiene usted de dedicarse a probar coches! —me dice el que se ha subido, mientras se despide con un apretón de manos porque le ha llamado su jefe.
— ¡Ya voy! —le contesta con un grito.
— ¡Que tengáis un buen día! —Me hubiera gustado decirles con naturalidad eso que se dicen ellos de «¡Buen servicio!», pero ni estaba seguro de que sea eso lo que se dicen ni me hubiera salido natural una expresión tan rara.
— Igualmente.