La libertad de expresión es un Derecho Humano.
¿Podemos negar a los reyes el Derecho a opinar?
Si la Constitución se lo negara, sería una constitución inconstitucional. (O lo que fuere) ¿O quizá alguien defiende que los reyes no son humanos?
¿No es completamente indiferente que la Reina opine lo que opina que que opine lo contrario? ¿Cuál es el inconveniente de que opine una cosa o la contraria? Si puede opinar lo que quiera (como parece lógico) ¿Qué problema hay con que lo diga?
¿O es que tememos que se hunda el cielo sobre las cabezas de quienes pensamos diferente a ella? ¿O que se abran los cielos para quienes piensen lo mismo y a nosotros nos dejen fuera?
(Sería recomendable que cualquier opinión que merece un libro tuviera argumentos mínimamente trabajados, no de patio de colegio, pero ésa es otra cuestión.)
El problema no radica en la libertad de expresión de la ciudadana en cuestión sino en el ámbito en el que se vierten esas opiniones. La Corona tiene un papel institucional dentro del Estado Español. La ciudadana Sofía forma parte de esa institución. El libro jamás habría sido publicado -ni realizado- de no formar parte de esa institución. Ese papel institucional, entre otras cosas, permite que se secuestre una revista por mostrar a uno de los hijos de esta ciudadana manteniendo relaciones sexuales con su pareja. Los sitúa, por seguir con tus razonamientos, más allá de los Cielos o el Infierno, en un limbo en el que nadie puede opinar sobre ellos. Que la Reina opine sobre leyes aún no aprobadas de forma pública, en un libro de entrevistas, se puede considerar una falta de neutralidad. Yo, personalmente, prefiero no tener limbos de ningún tipo en un estado democrático pero, si los tengo que aceptar, exijo que sean bidireccionales. Esto es, si yo no puedo opinar sobre ellos, no quiero que ellos opinen sobre la vida política de este país. Otra cosa es que abramos las puertas del campo, para todos: revistas «irreverentes» incluídas.
No se puede jugar con dos libros de reglas. La Monarquía como institución es una cosa medieval, caduca, acartonada y no muy democrática. Funciona con unas reglas que no se aplican al resto de la sociedad, ni siquiera en el ámbito de la empresa privada. Menos aún en el de la cosa pública.
La Reina, como toda la Casa Real, cobra un buen sueldo y tiene una buena cantidad de privilegios a cambio de estar callada, sonreír y descubrir placas y cortar cintas con una presteza, habilidad y gracia sin par. Ese es su trabajo. Y esas su contraprestaciones. Y me puede parecer hasta bien. Ya que, para lo que sirve, un Rey sale más barato que un Presidente de la República. Sobre todo porque en la vida de un Rey, te toca pagar un montón de presidentes con sus pensiones y todo eso.
Pero esto no es del todo gratis. Si quiere opinar, o votar, que se civilice. O sea, que se haga civil. No se puede jugar a dos barajas.
No se trata de negarle la libertad de expresión a la Reina.
Usted, Sr. Moltó, como los demás, ejerce una consciente o inconsciente autocensura a sus artículos, porque sabe que no se puede decir todo, que hay un código ético escrito o no, que vive en sociedad y que algunas opiniones acarrean efectos no apetecibles. El ejercicio responsable de la opinión publicada lleva aparejada una meditación previa y la desestimación de algunas ideas que se quedan en el tintero. Sólo conocemos de usted lo que publica, no lo que en algún momento pensó publicar.
Dicho lo anterior, la Reina puede opinar lo que no quiere decir que resulte escasamente conveniente que lo haga pues manifestar una posición puede molestar a la contraria, a la que también representa. De ahí, que un comportamiento responsable de soberanía habría sido autocensurar su opinión, quedando facultada para manifestar cual fuere – faltaría más- en el ámbito privado de su intimidad.
La monarquía, a diferencia de una presidencia de la república es apolítica, no viene representando una determinada ideología, de ahí que sea su papel la representación equidistante de sus ciudadanos por entero y no de las corrientes ideológicas que éstos elijan para otros menesteres.
Creo que alguien, en la Casa Real, no ha hecho bien su trabajo; bien de asesoramiento, bien de control.
JM
A mi me da exactamente igual las opiniones de esta mujer, eso si, parece que a las leyes no les da exactamente igual una portada de El Jueves o que unos individuos quemen sus fotos….
Ademas, ¿no es la critica a las palabras de la Reina un ejercicio de la libertad de expresión?
Hola a todos.
Yo estoy de acuerdo con don JotaEme: sus opiniones, que tiene derecho a tenerlas como todo ciudadano, se las tiene que guardar para su círculo de más confianza. Debe de tener un papel pasivo en la política, al igual que el papel que debe de representar una monarquía en la edad actual del hombre, la contemporánea, en la que no caben ni señores ni vasallos ni títulos nobiliarios.
Hace ya años que se sabe que ninguna persona tiene sangre azul.
Saludos desde Zgz.
Yo agradezco que opine, porque así la conozco mejor. Me parece bueno conocer lo que opina y cómo piensa y deduce quien ocupa la Jefatura del Estado.
No me gustan las mujeres florero, ni los hombres florero, ni las instituciones florero.
Yo no quiero que los reyes tengan el privilegio de estar callados y que nadie se sorprenda por eso. Porque para que estén callados, ponemos un florero en su lugar. Es mejor que hablen, que se manifiesten, que corra el aire, para no idealizar una institución, para entender que la forman personas con sus limitaciones. Para facilitar el espíritu crítico de los ciudadanos.
A mí la monarquía no me parece una buena institución para una sociedad avanzada. Que los reyes no puedan opinar públicamente de todo es una singularidad, un síntoma de que algo falla en la idea de la monarquía.
¿Por qué motivos van a tener que ser neutrales los reyes? ¿Qué poderes especiales tienen que dé miedo su opinión? ¿Vale más que cualquier otra?
Cuando les restamos legitimidad para opinar, en realidad lo que hacemos es otorgarles ese carácter especial, resaltar su origen de cuna, rodearlos del aura que no tienen y que inventamos con singularidades.
Que hablen, que su opinión no vale más que la de cualquier otro. Eso les hace humanos y facilita la posibilidad de cuestionarse la existencia de la institución .
«Cuando les restamos legitimidad para opinar, en realidad lo que hacemos es otorgarles ese carácter especial, resaltar su origen de cuna, rodearlos del aura que no tienen y que inventamos con singularidades.»
Respetuosamente, disiento.
A mi me molesta que hablen porque su trabajo es estar callados. Lo dice su manual de funciones que es la constitución. Su opinión no me molesta más que su cargo. El problema es que su cargo me carga. Y por tanto, su opinión se me hace sumamente cargante de forma general. Y esta vez incluso de forma particular. No creo que desligitimar sus opiniones sea legitimar su existencia cuando su propia existencia es tan legal como ilegítima.
Estoy de acuerdo con lo de poner un florero, siempre y cuando podamos elegir el color entre todos. Lo que no me gusta es que me regalen un florero que es una horterada, que encima lo tenga que poner presidiendo el salón y que, para colmo, me pasen de cuando en cuando la factura de las flores (que tampoco elijo).
Yo entiendo, personalmente, que los reyes solo tienen razón de ser como institución situada por encima y al lado de los presidentes. Muchos adoraban a Aznar (y quizá lo adoren aún) y para otros es un impresentable capaz de meter al país en un avispero con tal de salir en la foto con el Gran Jefe del Mundo. La monarquía no debe entrar en eso, ni a favor ni en contra, debe mantenerse aparte de los vientos temporales, la promesa electoral, el elegido que luego cae en la miseria, etc. Yo la veo como la estabilidad anodina que permite que incluso con el peor de los presidentes (cada cual que rellene el vacío con el nombre que prefiera), el Estado no se venga abajo. Si no, no quiero reina ni rey. Que opine como cualquiera y desprecie y elogie a quien quiera, pero entonces no le veo utilidad a su trabajo, para eso me quedo con el sistema republicano, a poder ser también con un sistema de doble jefatura del Estado, con presidente y primer ministro, por ejemplo. Es el coste del privilegio; lo que no se valen son los privilegios sin coste. Precisamente porque no hay diferencia alguna entre ella y los demás, sus privilegios solo los concibo asociados a unas limitaciones que, en este caso, creo que se ha saltado a la torera, como reina a la antigua, no como reina de una democracia parlamentaria. Más o menos, podría suscribir la mayoría de los comentarios.
Ya lo saben. Estoy de acuerdo con lo que dicen.
Lo que yo pretendo es quitarle el pedestal a la monarquía. Que no haya diferencia entre que hable la reina o que hable cualquier otra persona, porque para el valor de las ideas no la hay. No existe autoridad en las ideas. La única autoridad está en los razonamientos. Eso mismo que dice la reina lo dicen muchas otras personas. Nada cambia porque ahora lo diga ella. (Y hablar la hace más vulnerable, porque todo esto se hace patente)
A mi no me molesta que los reyes puedan dar su opinión personal sobre cualquier tema. A fin de cuentas son personas libres como cualquiera de nosotros, (al menos yo no conozco ese artículo de la constitución española que dice que los reyes deben estar callados como afirma Q). Si que tienen otras limitaciones en el ámbito político como por ejemplo el no tener derecho a votar.
A mi juicio su trabajo consiste en representar a España. Nada más.
Donde yo creo que está toda la importancia de las opiniones de los reyes es en la persona que las recibe, para mi lo que opine la reina no tiene importancia. Ninguna. Porque opine lo que opine no tiene poder de decisión.
Si alguien creyese que la opinión de la reina tiene más peso que la suya propia está totalmente equivocado. Es justo al revés ya que esa persona, al menos, puede elegir a quien le gobierne e intentar que tenga un pensamiento lo más parecido al suyo. Los reyes no tienen ese derecho.
La relevancia que pueden tener los comentarios de los monarcas es idéntica a la que pueden tener los de cualquier otro personaje público, que alguna persona se sienta identificada con sus ideas, pero creo que esto no es inherente a la monarquía.
«Lo que yo pretendo es quitarle el pedestal a la monarquía», entonces como han dicho por detrás…sobra. Es un simbolo…»el rey reina, pero no gobierna»…es decir, representa, está de escaparate. No son ciudadadnos normales, de hecho NO votan, por que se supone que se decatarían por una opción política. Si no votan, no deben/pueden opinar
No. No dicen que esté callado. Y de la reina dice aún menos. Nuestra constitución tiene imperfecciones. Todo el Título II es una anomalía que no concuerda ni en género, número o caso con el resto del texto. Parece ser, que quienes la votaron (no es mi caso, tenía 3 años) se la tuvieron que tragar (la anomalía), porque, en fin, venía en el paquete. Es el florero (me ha gustao el símil) que nos dejó el abuelo Paco y que nadie quiere o se atreve a tirar a la basura. No vaya a ser que se disguste dios sabe quien.
Sí dice, sin embargo, que el rey es inviolable e irresponsable (art. 56). Si un señor inviolable e irresponsable (o su santa) se dedica a criticar leyes que ha sancionado él mismo, pues vamos listos. O sea a que a mi me da (igual me equivoco) que a los llamados «padres de la constitución» (vaya americanada esa) no pensaban en una casa real demasiado dada a dar titulares y editoriales. Es mi interpretación, en cualquier caso.
Está claro que coincidimos en que su excepcionalidad le impide llevar la vida de un ciudadano normal. Yo estaría encantado que el ciudadano Borbón se incorporara a la vida mundana con su DNI nº 10 (Franco tenía el número 1). Que hiciera la cola para renovárselo, pues imagino que lo tendrá caducado y, si quiere recuperar su trabajo y, además, hablar por los codos de lo divino y de lo humano (cuyos derechos se conjugan en su figura) vaya con ese DNI y se presente su candidatura a las primeras elecciones de la presidencia de la República. A lo mejor hasta ganaba, como su primo el búlgaro.
Y por mi, que hable lo que le dé gana. Como si se hace tertuliano.
Yo voy un paso por detrás de ustedes porque ando planteándome y estudiando qué es eso de la libertad.
La libertad es como el aire que respiramos, no nos paramos a pensar en el aire, salvo si nos falta.
La libertad, incluida la de expresión, es algo más que un hecho milagroso o algo que está ahí desde siempre. Los derechos humanos, incluido el de expresión, han sido conquistas que a pesar del adjetivo que lo acompaña no venían con la especie. Son derechos humanos porque han sido conquistas humanas. El individuo libre, lejos de ser una condición universal de la humanidad, es una creación histórica y social. Llega un momento dentro de la historia de la conquista de los derechos humanos en el que las conquistas dejan de ser sólo derechos para convertirse en deberes, el mayor de ellos, el deber de su conservación. ¿Sabe esto la Reina? ¿Lo ha puesto en marcha en 30 años de reinado? Los derechos tienen un precio, para la Reina, para los miembros de la Corona, la libertad de expresión, qué precio tiene, ¿es un bien inmueble o un deber activo de preservación?
La monarquía es más barata que la república, pero más cara que un sistema presidencialista como el que tienen, p.ej, en EE.UU donde uno sólo hace de Jefe de Estado y de Gobierno.
La monarquía se diferencia de la república en que el monarca no surge de entre unas siglas y lo aúpan unas urnas, de ahí que sea esencialmente apolítica, pues representa a todas las formaciones políticas y a todas las sensibilidades del Estado.
No debe hablar porque no debe decantarse, Javier, no porque estén en ningún pedestal.
No se trata de que no tenga libertades, que las tiene (la ha ejercido) sólo que es un error abultado el haberlo hecho, pues orientarte al sur, ofende al norte, mejor seguir modélicamente equidistante como exige de manera no escrita, la sensibilidad del cargo y función que ocupan.
JM
Me gustó esta comparación de Savater: «Los Reyes tienen derecho, cómo no, a tener opinión pero no pueden manifestarla. Como un profesor de niños no debe contarles chistes verdes aunque le gusten.» Las analogías no son perfectas y decir las cosas en pocas palabras tiene sus trampas, pero me pareció que reflejaba bien (lo que a mi juicio es) el problema: es impropio del cargo, de la posición que ocupan.
Gonzalo
El derecho a la libertad de expresión no da la habilidad para la misma. Es un arma de doble filo. Y Savater no es, precisamente, muy hábil en ella [vamos, que es más bien un Doctor Phil a la carpetovetónica].
De todas formas, siguiendo con las citas, JA. Marina lo puso muy bien en «en defensa de la ultramodernidad». Yo creo que nuestro primer error es no saber distinguir entre Reina y Sofía, que son dos personas distintas. Es Sofía la que se ha manifestado, no la Reina. Y hay que saber que si queremos la libertad de expresión para nosotros, también la tienen que tener los contrarios. Se le llama principio de equidad, y es algo que las primeras feministas aprendieron muy bien lo peligroso que es.
Ah, pero yo no defiendo a Savater, con el que comulgo poco, sino esa cita de Savater en concreto. No he leído ese artículo de Marina, lo buscaré. Pero pienso una cosa: si a Zapatero le da por decir que Rajoy es «un gitano» porque le ha propuesto un chanchullo en el tema de los jueces, ¿se puede escudar en que lo ha dicho la persona, no el presidente? Le pasó al presidente de la CEOE cuando hablaba de las «fusiones a la catalana», o algo así, sin pensar que muchos de sus asociados son catalanes y no cortaban ni pinchaban en la fusión. No sé, no me considero partidario de limitar la libertad de expresión. Pero si la Reina quiere vivir de nuestros impuestos, será a cambio de un trabajo; y yo incluyo en ese trabajo que limite sus opiniones personales a la cama y la mesa de su casa, excluyendo los libros y los espacios de la opinión pública. Volviendo al ejemplo de antes: ¿un maestro puede alegar libertad de expresión para contarles por ejemplo a alumnos de seis años las (supuestas) bondades del suicidio, el placer de una borrachera o la emoción de conducir en dirección contraria? Quizá lo último sea delito, pero no lo son los otros dos ejemplos. Y en cambio, creo que sería impropio decir eso en el espacio de la clase y en general en el trato con los alumnos.
Ahora bien, así es como lo veo yo, no va más allá.
Hola.
No. Pero un maestro sí puede hablar de las bondades del suicidio en la sala de profesores, cuando ya no es maestro, es Juan.
Debería poderse escudar en éso. Un empleado de banca sigue siendo un empleado de banca cuando ejerce de padre?
En esos ejemplos, coincido contigo: la sala de profesores no es la misma clase de espacio que el aula o el trato directo con los niños.
Supongo que discrepamos entonces en que cuando se publica un libro con sus opiniones, yo creo que no son las de Sofía, sino las de la Reina de España, porque aparece en la esfera pública. Por otro lado, el libro se titula «La Reina, muy de cerca», no «Sofía: la persona que hay detrás de la corona». De modo que tampoco se ha hecho ningún esfuerzo por separar una cuestión de otra, más bien al contrario. (Al parecer, querían titularlo «La Reina, confidencial», que no deja de ser una mezcla y no prescinde del carácter monárquico del personaje, pero al menos anuncia con claridad que se busca alejarse del espacio oficial.)
Las personalidades no pueden disociarse más que en la estricta intimidad de su círculo personal.
Así, no cabe hablar de Reina y Sofía cuando concurren en la esfera pública. La opinión impresa es pública y en ella no es Sofía sino Reina, y -concluyo- Reina no opina aunque Sofía lo haga cuando guste.
JM
Creo que a la Reina le ha reventado en las narices toda esta polémica, y además comprendo y comparto las opiniones de la mayoría de ustedes.
Sin embargo hablando ahora de otra cuestión, la Reina Sofía ya sabía que la entrevistadora era Pilar Urbano, una víbora reputada. Por lo tanto, podía suponerse que le iba a buscar las cosquillas con preguntas comprometidas.
Se comenta que las partes más polémicas del libro se hicieron a parte de la entrevista, es decir, que no iban a salir publicadas. En el caso de ser esto cierto, quedaría patente una vez más el carácter de Pilar Urbano, contra el que la Reina podía haber tomado sus precauciones.
Un saludo.
¿con que intención dices «reputada»?
Le aplico la «reputación de víbora» porque todo el mundo sabe (¿acaso no lo sabíamos todos?) cómo se las gasta esta mujer.
La Reina, como entrevistada de Pilar Urbano debía haberse mostrado más precavida (por su propio bien). Y si no lo fue y confió demasiado en la periodista, ya sabe lo que no tiene que volver a hacer.
Saludos.
Puestos a hablar de la corona, a mí me repatea más que «gente» como el príncipe, cuando le interesa, usa las prerrogativas de príncipe (habitualmente), pero cuando no le interesa, quiere ser como los demás (y, por ejemplo, poder casarse con quien quiera). Dice el refrán que hay que estar a las duras y a las maduras, y lo menos que podemos pedirles es que, igual que aceptan las ventajas de ser reyes y familia, acepten sus inconvenientes. Ya sé que no viene al caso, pero ahí queda.
Por lo demás, leí el otro día que ese revuelo se ha organizado, no porque la reina haya opinado, sino porque lo ha hecho -más o menos- en contra de lo que hoy está aceptado como «progresismo», y que si se hubiera manifestado en sentido contrario, no habría pasado nada. Eso, si es así, se llama … ¿hipocresía?
Hasta luego.