El futuro siempre va por delante, pero cada día está más cerca. El parabrisas ya recoge las imágenes del futuro. Pronto, lo será. O casi. El parabrisas, tal como lo concebimos ahora, puede dejar de existir. Quizá sea sustituido por una pantalla, con toda las imágenes externas del coche proyectadas sobre ella.
Puede ser el parabrisas, unas gafas o una pantalla intermedia. Si fueran unas gafas se llegaría antes a este futuro, porque los movimientos del conductor no dificultarían la visión. El conductor podría ir sentado incluso en sentido contrario al de marcha (Si valiera para algo). Para proyectar esa realidad de forma útil, se requiere una profundidad de campo de unos quince metros y, en la actualidad, las proyecciones en el parabrisas no van más allá de dos metros y medio. Con las gafas, la profundidad es mucho mayor.
Robert Hein, responsable en BMW de realidad aumentada, está seguro de que se encontrarán los métodos para proyectar la realidad en el parabrisas, con profundidad de campo suficiente como para tener perspectiva suficiente de la realidad que tenemos por delante, en tiempo real. Le parece que los conductores pueden tener reticencias a ponerse gafas «atómicas».
La ventaja de trabajar sobre imágenes proyectadas es que toda la información irá procesada y los sistemas de ayuda a la conducción serán mucho más útiles. En una pantalla es posible avisar de los peligros con mayor facilidad. Rodear con un círculo rojo esa vaca parada en la carretera, en mitad de la noche, y que el ojo humano no ve. El ojo humano no lo ve, pero uno de los ojos del coche sí puede verla, detectarla, identificarla y avisar al cerebro humano, a través de sus ojos o de cualquier otra manera, de que hay peligro inminente.
Las cámaras de los coches, en la modalidad que sea, son nuevos ojos para el hombre. Los seres humanos procesamos las imágenes de una manera y los ordenadores de otra, con ceros y unos, pero no hay mucha diferencia en representar un cerdo como en los dibujos de Walt Disney, rosaditos y con el rabo caracoleado que con ceros y unos, siempre que el ordenador capaz de procesarlo entienda el lenguaje. El golpe contra esa masa será el mismo, la representemos de la forma que sea. Y la maniobra de esquiva también.
Con esa representación en el parabrisas o en las gafas, con esa realidad aumentada, el navegador podrá dibujar sus flechas sobre la carretera “real” que verá el conductor sobre la pantalla y que le servirá para tomar decisiones. Un navegador que dibujará las flechas directamente sobre el asfalto y que eliminará toda la incertidumbre de los navegadores actuales.
Será mucho mejor que eso, porque el navegador aprenderá. Por ejemplo, si vamos todos los días al trabajo por una carretera distinta a la que nos marca él habitualmente, sabrá que nos gusta más esa carretera que la otra. Podrá analizar los factores: orografía, tipo de carretera, curvas, intensidad del tráfico (con los datos que reciba…) y podrá adaptarse a los gustos del conductor.
Con ese registro de datos de los recorridos, el navegador también podrá adivinar qué recorridos va a hacer el conductor (hay que identificarlo previamente, of course, en coche compartido) incluso cuando no conecte el sistema de navegación. Podrá servir para mejorar la eficiencia en la utilización del coche. Si, por ejemplo, el navegador sabe que todas las mañanas ese conductor coge la misma carretera, y sabe que en esa carretera hay tres bajadas durante las que puede recargar la batería a la velocidad que el conductor suele circular, en un coche híbrido podrá optar por realizar toda la subida con energía eléctrica porque sabe que no va a parar cuando llegue a la cumbre, sino que va a seguir y que puede recargar de nuevo la batería durante el descenso.
En un coche de autonomía extendida, con un motor de combustión interna de poca potencia, esta información previa es imprescindible. Recuerden que en un Opel Ampera el conductor tiene que avisar 15 minutos antes de llegar a un puerto de montaña, para que la batería llegue a la base del puerto con plena carga. BMW también proyecta coches de este estilo. Con un navegador y el destino sabido, el conductor no tiene que avisar de nada.
La toma de datos no se realiza sólo en el coche, también se puede realizar en ordenadores centrales que permitan realizar estadísticas de todos los coches vendidos por BMW. Esta toma de datos tiene información detallada del conductor que también permitirá al cliente conocer mejor a sus clientes, saber qué les gusta y qué no y cuál es la utilización primordial de su coche. Todo un campo para explorar en la relación con el cliente, que las marcas algún día podrán explotar.
Parece lejano y quizá lo sea, pero los avances llegan con mucha rapidez al mercado en los últimos tiempos. Yo miraría despacio al otro lado del parabrisas, porque el futuro está agazapado ahí.
***********
Aunque el futuro pueda estar tan cerca como el parabrisas, quedan todavía varios años antes de que estas técnologías se puedan utilizar, según me contaba Robert Hein. Entre cinco y diez años. Estos son los principales retos y desafíos que quedan por resolver. Copio frases literales de la información suministrada por BMW:
– «Los primeros prototipos demuestran que utilizando una pantalla virtual Head-Up-Display (…) cuatro veces mayor a la que se utiliza actualmente, ya es posible ofrecer los primeros contenidos de imágenes dinámicas por contacto analógico relacionados con el propio carril. Pero ya existen superficies más anchas utilizadas para la inclusión de informaciones que cubren varios carriles, aunque esas soluciones aún se encuentran en fase de estudio.»
– «La imagen debe desplazarse más hacia arriba, de modo que parezca llegar hasta el horizonte, de modo que las imágenes de las indicaciones coincidan efectivamente con las imágenes del tráfico real. Los expertos ahora se enfrentan al gran reto de crear los espacios y las soluciones técnicas para pantallas virtuales de esta índole.»
– «Otro reto que plantea la representación de imágenes dinámicas por contacto analógico consiste en la superposición precisa de la imagen virtual y la imagen real. Si no se produce esa plena coincidencia entre la imagen proyectada y la imagen real, el sistema rápidamente pierde su valor informativo, transformándose en una fuente de irritación que distrae al conductor.»
Existe un reto añadido, que es conocer la posición exacta del coche, con precisión absoluta. Robert Hein me lo dijo en un momento de la conversación que tuve con él: «La mayor dificultad de todo este desafío es la precisión».