Desde el primer día de este blog, en mis enlaces favoritos, tengo un vínculo con el blog de Lydia Cacho, periodista mexicana que denunció en la prensa hace años una red de pederastas, que trataba con niñas.
En esta red había empresarios y políticos corruptos al servicio de los empresarios pederastas. Tras la denuncia en prensa y TV, con nombres, apellidos y elementos probatorios como grabaciones de voz y vídeo, Lydia Cacho fue arrestada (secuestrada, sin orden judicial) y torturada por la policía de otro estado mexicano, que se desplazó ilegalmente hasta su lugar de trabajo en Cancún, la introdujo en un coche y la llevó hasta una cárcel en Puebla.
En el libro «Memorias de un infamia», publicado en España por Debate, Lydia Cacho cuenta los detalles de la red de pederastia y corrupción y de su secuestro.
Como resultado de su activismo para defender a niños, personas maltratadas y denunciar la impunidad y la corrupción, la vida de Lydia Cacho corre peligro. Es continuamente acosada por empresarios y políticos para que ceje en su empeño de denunciar todas las actividades ilícitas que documenta en sus libros y escritos.
Hay muchas otras personas en el mundo cuyas vidas corren peligro o que viven acosadas por denunciar mafias, corrupciones y abusos de poder. Personas que viven fuera de su país o de su tierra por opinar diferente, denunciar o disentir de un gobierno, una mafia, una organización criminal. En España lo conocemos bien. También en Italia, por poner dos ejemplos cercanos.
En otros países la situación es aún peor que en España e Italia. Países donde la corrupción es mayor, donde las mafias y organizaciones criminales tienen más recursos y mayor amparo de los gobiernos. México, por ejemplo.
Cuando la periodista rusa Anna Politkovskaya murió asesinada sentí rabia. Rabia como ciudadano convencido de que la información libre es la primera herramienta imprescindible para mejorar las condiciones de vida de los hombres. Cuando mataron a Anna Politkovskaya no sentí pena por ella (no la conocía de nada). Sentí rabia porque todos los ciudadanos rusos, tras su muerte, van a vivir peor, menos libres, con menos información, con menos resortes para modificar su realidad. No podemos consentir que a nadie le quiten la voz.
En primavera de este año la casualidad me llevó a conocer a Lydia Cacho. Una persona de su entorno me comentó la posibilidad de crear una fundación para protegerla, porque necesita mucho dinero para escoltas (no manipulables ni corruptibles) y para abogados. La animé a hacerlo.
Hace una semana presentamos La Fundación Lydia Cacho, cuyo objetivo es dar apoyo y protección a todas las personas o colectivos perseguidos o en situación de peligro por su trabajo de denuncia contra la corrupción y la impunidad y a favor de los derechos humanos.
No sé hasta dónde llegaremos en nuestra tarea. Mi motivo para intentarlo es el siguiente:
«La única manera de que quienes denuncian infamias no mueran es que todos seamos esa persona, que todos seamos cadena de transmisión de sus informaciones, que conozcamos sus secretos en la medida de lo posible, que conozcamos sus fuentes y que podamos sustituirla cuando desaparezca. La única forma de que no acosen a todas las Lydia Cacho del mundo es que todos seamos Lydia Cacho.»
Yo necesito vivir en un mundo lo más libre posible, donde expresar mis opiniones sin amenazas y denunciar sin miedo a quienes violen los códigos de conducta que nos demos de forma legítima.
Quiero poder vivir tranquilamente en San Sebastián y decir que ETA utiliza métodos injustificables, inadmisibles y sin más legitimidad que los de cualquier mafia que extorsiona en el mundo. Quiero poder vivir en Nápoles y denunciar con detalle las extorsiones de la mafia. Quiero poder vivir en Moscú y escribir de la corrupción política y en Cuba o Corea del Norte de la falta de libertades. Quiero que los ciudadanos de cualquier lugar del mundo puedan criticar, denunciar, dibujar o escribir sonetos sin temor sobre la trata de mujeres, de hombres, la esclavitud, las religiones, la pederastia, la explotación sexual o cualquier asunto que les preocupe. Quiero que pueda hacerlo cualquier ciudadano del mundo, porque quiero poder hacerlo yo en cualquier lugar del mundo.
Desde este rincón también haré un esfuerzo por conseguirlo.
No por interesante me parece fuera de lugar.
Que sí, que el lugar es suyo y hace con él lo que se le ponga en la montera, pero cuando uno se esfuerza en crear un espacio para tratar de asuntos del motor y se encuentra con que hace una crónica en clave heroico-legendaria bebiendo del guión de Espartaco pues parece un poco forzado encajarlo aquí.
Quiero creer que Lydia Camacho conduce y de ahí estas líneas.
Aquilino, de que esta hablando?
Si esta en desacuerdo con alguna parte del contenido del post de Javier, argumente y disputelo. Pero no salga con la chorrada del «espacio para tratar de asuntos del motor», porque hay contenido por arrobas, en este blog, en los demas blogs y, sobre todo, en la propia pagina de km77.
Asi que si quiere informacion, acuda a las fuentes, que las hay: abundantes y fiables. Y si quiere opinar, u objetar, por favor, adelante. Pero dejese de demagogias.
Hola Aquilino,
¿Por qué le parece inapropiado encontrar esta «crónica» aquí y no las entradas en las que hablo de economía, de pintura, de teatro o de hoteles?
Quienes vamos en coche, quienes conducimos o quienes disfrutamos con los coches también votamos, vamos al cine, hablamos de política y libertades, de Derecho, de Derechos Humanos, de ciencia o de literatura.
En este blog hablaré de coches, de viajes, de literatura, de política, de energía, de teatro y de todo aquello que me inquiete.
No todo lo que escriba le interesará a usted. Lo entiendo y le agradezco que me lo diga. No voy a engañarle. No tengo intención de centrarme en los coches. Como dice J.M. Balu hay mucho contenido de coches en este sitio. Yo no le quito espacio a los coches por escribir de otros asuntos.
Podría haber intentado ligar este asunto con los coches, pero no hace falta. Una vez hice algo parecido, hace muchos años, y sirvió de poco:
Gobernar bien es como conducir bien, se titulaba:
http://www.km77.com/lecturas/op/Firm/Jmolto/gobernar.asp
Un saludo
Javier
Pues a mí no me parece en absoluto fuera de lugar.
Es más, me alegra saber que Javier también es Lydia Cacho. 🙂
Saludos,
Gabriel.
Aquilino, creo que es más correcto decir «No por interesante ME DEJA DE PARECER fuera de lugar».
Me ha costado un poco entenderle la primera frase, la verdad sea dicha. Como bien dice usted, en el blog del Sr. Moltó (Dios le guarde) cabe todo lo que él tenga a bien poner, acertado o no, oportuno o tampoco. Si le pone escasamente, seguro hay otros rincones en este mismo lugar con más pistones que harán sus delicias, pero no me parece censurable que el Sr. Moltó (Dios le guarde) use su espacio para hablar de la señora mediática justiciera y azote de los malos porque para eso somos invitados en casa ajena.
Dios le guarde a usted también.
JM