Ayer tuve un día infortunado en mi relación con los coches.
Por la mañana, sobre las 8:30, aparqué un Volkswagen EOS de cambio manual, con el mismo motor de 122 CV que nuestro Golf , cerca de la puerta de la redacción, con la intención de recogerlo 20 minutos después. Lo aparqué aquí, en batería, al lado del Citroën Xsara que aparece en la foto:
Cuando bajé de la redacción, 20 minutos más tarde, el hueco aparecía exactamente como se ve en la foto. El coche no estaba. No me podía creer que lo hubieran robado, a esas horas de la mañana, en sólo 20 minutos y sin que yo oyera nada desde la redacción, cuyos ventanales dan a esa zona. No podía ser que me lo hubieran robado pero no había otra opción. Me lo habían robado. No era posible. Nosotros, que siempre dejamos los coches en un garaje. Tenía el garaje al lado, además. Pero, por veinte minutos, decidí dejarlo en la calle para ganar tiempo.
Lo más extraño de todo es que había un EOS, perfectamente aparcado en línea, en la acera de enfrente. Yo lo veía y no entendía nada. El otro EOS estaba aquí, donde se ve el coche negro todo terreno (un Hyundai Santa Fe, para quienes lo distingan):
No podía ser el mío, porque tenía las llaves en la mano y durante los minutos que estuve en la redacción nadie las había utilizado. Una mujer que pasaba por la calle me vio mirando a todos lados (me imagino que con los ojos como los de Popeye) y se interesó por mí. Notó que algo me pasaba. No sé si logré articular palabra. Finalmente le di al mando a distancia y los intermitentes del otro EOS se iluminaron y sonaron las cerraduras. Yo seguía pasmado, en la acera. Me imagino ahora con el culo hacia atrás y los ojos hacia adelante, atónito, incapaz de entender lo que pasaba. Aun así, me dio una alegría ver que ése era mi coche.
Caminé hacia a él, incrédulo todavía, con la sospecha que no quería confirmar. Me acerqué hacia la parte posterior y lo encontré como era lógico encontrarlo: empotrado contra un pobre Nissan Micra. Éste:
Entré al EOS, que había quedado perfectamente aparcado (tanto que parecía imposible), y mi sospecha se confirmó. No había ni una marcha puesta, ni el freno de mano. A saber en qué iría pensando cuando me bajé del coche. No noté nada al bajar, pero está claro que poco a apoco el coche fue adquiriendo velocidad hasta descolgarse a la plaza de aparcamiento en línea que había enfrente. La trayectoria que siguió el coche se aprecia bien en esta foto, desde el lado del turismo gris de arriba (Citroën Xsara) hasta el aparcamiento situado delante del coche subido parcialmente a la acera (Nissan Micra):
Dentro del infortunio, tuve suerte de que no hubiera ningun coche aparcado delante del Nissan. El EOS hubiera quedado atravesado en mitad de la calle. No sé si pasaría algun coche o algún transeúnte por la zona en el momento en el que el coche adquirió vida propia. Me hubiera gustado tener un agujerito espacio-tiempo, para ver sus reacciones.
Si yo hubiera estado en la calle no sé qué hubiera hecho. Me imagino que habría pedido ayuda para empujar el coche, devolverlo a su lugar de origen y ponerle una piedra debajo de una rueda.
Si lo hubiera visto desde dentro de otro coche que subía por la calle, no sé qué hubiera hecho. Quizá hubiera intentado frenarlo suavemente con el paragolpes, si hubiera sido posible. Pero no estoy seguro de saber cómo hubiera reaccionado.
Me imagino que si pasaba algún coche, la primera reacción de su conductor sería de molestia, por interrumpirle el paso. Segunda reacción de más molestia, por interrumpírselo tan despacio. Y tercera de susto, al ver que no había nadie dentro del coche.
No puedo describir la rabia que me produjo la situación. Me molesta profundamente ser tan despistado y no ser capaz de corregirlo. Pedí disculpas a todos los afectados por mi negligencia, pero mis disculpas no sirven de nada, ni a ellos ni a mí.
*****************
Por la tarde, para rematar una jornada especialmente dulce, pinché una rueda de un BMW 550. Iba dentro del coche con un hombre entrañable, al que tengo un cariño especial. Hermenegildo Baylos, que fue director del equipo Renault con el que corrió Carlos Sainz, hace casi 30 años (O sin casi). Íbamos los dos en el coche, muy despacio por Madrid, y de pronto se oyó un ruido rítmico con un pequeño salto en la rueda posterior izquierda del coche. Los dos pensamos que era una piedrecita incrustada en el dibujo del neumático. Cien metros después, intuimos que no podía ser una piedra, que ya se habría soltado. Paramos a mirar y era esto:
Nos costó desincrustarlo de la rueda todavía inflada. Una vez lo quitamos el aire salió de estampida. Los neumáticos Runflat me permitiron llegar hasta donde debía devolver el coche sin mayor contratiempo.
***********
En el título se anuncia una segunda parte de este escrito. Eso no significa que me pasara nada más ayer. Por la noche me fui a nadar a la piscina y ni me ahogué ni me caí en la ducha. En el metro, hacia casa, nadie me atropelló y leí tranquilamente. Jorge me dijo antes de irse para casa: «No cojas ningún coche más hoy». Le hice caso.
Yo soy tambien de los despistados que se suele dejar el coche en punto muerto y sin freno de mano en alguna que otra ocasion, aunque por suerte aun no he tenido ningun incidente.
Digo yo… ¿tan dificil es «inventar» un sistema en los coche manuales similar al que llevan los automaticos, en el que si no seleccionas la posicion P (parking) no puedes sacar la llave? podrian hacer algo parecido con el freno de mano.
Supongo que los modernos vehiculos con freno de estacionamiento automatico no tendran esos problemas, pero creo que aun hay muy pocos circulando por nuestras calles.
Un saludo. Kevin
Buen barrio ese, si señor 😉
Ese sistema sería muy mala idea en una gran parte de Europa, Iñaki.
Si el invierno es duro y el coche duerme a la intemperie, se recomienda evitar dejar puesto el freno de mano. El motivo es que la helada puede congelar el agua que suele cubrir los elementos del sistema de freno y bloquearlos. En lugares donde la temperatura no supera los 0º en todo el día, el problema puede ser mayúsculo.
Perdón, mi comentario iba dirigido a Kevin.
Tuviste mucha suerte. Ya no solo de que no se empotrara contra el lateral de otro coche, si no el de que el coche no hubiera montado en la acera llevandose a alguien por el medio o empotrándose contra un comercio o un portal… Eso si, es curioso que terminara «aparcado» perfectamente… ¿No se rayó una llanta al dar contra la acera o algo por el estilo (además del «cariñito» de la defensa trasera que me imagino)? Otra cosa, ¿al Micra lo montó en la acera o estaba ya así?
Menudo día, Javier… El pie izquierdo tiene estas cosas de vez en cuando… 😉
Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama.
Menudo viaje le dio al Micra, qué espanto. Si llega a estar mi Atos de la manera en que dejó usted el Micra, no sé qué habría pasado, cielos.
JM
Lo del freno de mano, me pasa siempre en los coches que alquilo. Mi coche (un Scenic) tiene algo maravilloso: El freno de mano se pone automáticamente cuando paras el motor. Está muy bien, pero claro, con cualquier otro coche se te olvida… y pasa lo que pasa.
Hombre, nunca se me ha olvidado el freno de mano sin poner y tampoco arranco con él puesto (que a mucha gente le pasa) por lo que yo por lo menos veo innecesario un freno de estacionamiento automático, es una forma de complicar algo muy simple y que funciona muy bien, un palo que tira de un cable.
Tema aparte, presiento que la nota blanca del parabrisas del Micra debe poner algo por el estilo «Te he rayado la defensa delantera, llámame al 6xxx. Y no me intentes colar una multa por aparcar encima de la acera, que un coche de un empujón hacia atrás si tiene el freno de mano puesto (que irónico) no sube una acera».
Bromas apartre, vaya manera más tonta de llegar a liarla parda. En fin, a veces los despistes es lo qeu tienen, le puede pasar a cualquiera.
Menudo día.
Sí, Javi King, el papelito blanco es efectivamente una nota con mi teléfono, pidiendo disculpas y con mis datos para que el seguro del coche se haga cargo de los desperfectos.
Bufff Javier, que mal trago me has hecho recordar. No mío, porque afortunadamente no lo viví, pero todavía recuerdo con asombro esa llamada de mi madre: «Hijo, he tenido una especie de accidente, yo estoy bien… pero el coche acabó en el fondo del agua».
Pobre BMW 320td, que en paz descanse. Lo que tiene un freno de mano sin poner y un poco de pendiente. Los condenados salen corriendo y vete a saber donde terminan…
Ufff, un despiste que a todos nos ha ocurrido, alguna vez dejé el coche sin freno de mano en una leve pendiente….con otros 4 ocupantes abordo. Y lo de pinchar ya es más frecuente, aunque acá es con algún bache gigante.
Javier, yo me he dejado el freno de mano sin poner una vez, aunque afortunadamente no había ningún tipo de pendiente y el coche no se movió del sitio.
A mi madre una vez le abolló la puerta del Citroën Visa la Ford Galaxy de la madre de un compañero de clase. En el Lanos también le cayó un ladrillo de una terraza destrozándole el cristal trasero. Y ayer, un árbol se cayó a medio metro del coche, arañándolo un poco con las ramas. Se ve que ayer no era el día.
Podría haber titulado su mensaje «freno de cerebro» 🙂
En fin Javier, estas son cosas que pasan, y poco podemos hacer para remediarlo. Tan sólo esforzarnos para poner más atención, hasta que llegue el día en que se nos olvide que tenemos que esforzarnos más en poner atención.
Aunque sé que no le consuela, no es el único que sufre estos ataques agudos de despiste. Y en esta ocasión no ocurrió nada serio. Siéntase acompañado desde la lejanía.
¿Por qué se titula en parte «1 de 2»?
¡¡Qué buen título JFKa!! Se lo tomo prestado aunque no lo sustituya.
Chandler, porque habrá una segunda parte. Pronto.