La organización económica y social del tiempo en periodos de siete días es un sinsentido que tenemos que cambiar. Cinco días de clase, cinco días de trabajo, dos días de fin de semana. Todos igual, todos al unísono. No hay organización económica que soporte los cuellos de botella, los atascos y las ineficiencias de una organización así. Llevamos siglos y siglos con esta organización absurda del tiempo y el espacio. Los fines de semana son arcaicos y están obsoletos.
¿Qué sentido tiene que las aulas estén vacías dos días, que las fábricas estén vacías dos días, que las oficinas…, que las carretereras estén saturadas dos días, que los hoteles estén vacíos y cerrados cinco días y llenos a rebosar sólo dos noches.
Tenemos las herramientas para organizarnos mucho mejor. No hay ningún motivo para que nos organicemos en periodos de siete días y mucho menos que todos trabajemos en los mismos cinco días y descansemos los mismos dos.
Cuellos de botella que nos ahogan
Los cuellos de botella que se producen con la organización actual de horarios impiden una gestión eficiente de espacios y de recursos.
Si suavizamos los días pico y los dias valle podremos compartir mucho más, gastar menos, aprovechar mejor el tiempo y dejar de construir infraestructuras diseñadas para un equilibrio imposible entre estar vacías durante cinco días y saturadas durante dos.
Existen alternativas para ir probando, en escuelas, fábricas y oficinas. Quizá tengamos que organizarnos por grupos de colores, como se hace en cualquier visita guiada, o de otra forma. Bastaría con no tener todos los periodos de trabajo y de escuelas iguales en todos sitios. Serái posible organizarnos en conjuntos diferentes. Con tres conjuntos diferentes en las ciudades de mayor tamaño sería suficiente, calculo a bote pronto.
O realizar turnos diferentes. En algunos turnos podríamos trabajar cuatro días, en otros seis y en otros diez seguidos y acumulando días de descanso para gastar de tres en tres, de cuatro en cuatro o de en dos y cinco, para ir contrapeando los días festivos de unos y otros. Noes tan difícil. Sólo hay que empezar y mejorar los procesos.
Una inversión imprescindible
La organización actual del tiempo es la organización de los vagos. De quienes no pensamos en cómo mejorar la eficiencia con un poco de esfuerzo o con mucho esfuerzo. Cambiar los horarios y los periodos de trabajo es una inversión ineludible.
Todos iguales, todos a la vez y mantenida durante siglos y siglos. Es una forma de organización muy ineficiente e indigna de los tiempos de internet en los que todos podemos estar continuamente conectados y organizar nuestras horas de trabajo y de descanso de forma eficiente.
Ahora que hemos aprendido a teletrabajar, tenemos que pensar en los siguientes pasos.
No pienso que sea fácil o difícil cambiar esta organización del tiempo. Pienso que es imprescindible.