Icono del sitio Revista KM77

Esquiva

Hace unos días me despisté mientras conducía en la M-40 (via de circunvalación en Madrid). La causa del despiste es lo de menos (Una llamada de teléfono, ajustar la radio, el navegador, mirar los detalles del coche, ajustar la velocidad de crucero, pensar en el siguiente artículo para este blog…)

La cuestión es que me despisté (no hay que despistarse, lo sé, pero me ocurrió) a una velocidad de unos 100 km/h. Cuando levanté la vista, había un coche detenido a unos 30 metros.

La reacción no fue inmediata. Dudé durante no sé cuánto tiempo en el que me costó analizar y procesar la situación. No sé si primero frené con todas mis fuerzas y luego me tiré hacia el arcén (que por suerte era relativamente ancho en ese punto), o al contrario o todo a la vez. Supongo, porque sé cómo conduzco, que todo la la vez, regulando la presión sobre el freno para que el coche girara con mayor facilidad. Pero no tengo ni idea de cómo lo hice. La maniobra sí fue instintiva.

Pasé muy rápido (calculo que a unos 70 km/h, pero tampoco estoy seguro de que fuera tan rápido) por el lado del último coche de la fila, que se debió de quedar estupefacto al verme pasar a esa velocidad por el arcén, tan cerca de él.

No pasó absolutamente nada, me reincorporé a la fila cuatro o cinco coches más adelante, sin daños ni para el coche, ni para los otros ocupantes de la vía ni para mí.

Tengo grabado el miedo instantáneo que sentí de tirarme al arcén sin saber lo que había. Por un instante (por eso digo que la reacción no fue inmediata) pasó por mi cabeza chocarme con el coche que me precedía antes que tirarme al hueco desconocido del arcén.

La decisión final de tirarme al arcén no fue tanto por mí, sino por la seguridad de que pasara lo que pasara no iba a dañar a los ocupantes del coche que estaba correctamente parado. Eso es lo que creo al menos, o lo que me ayudó a decidirme. Todo en un instante. Fue la decisión correcta y por eso lo cuento. Porque siempre es la decisión correcta evitar el impacto con el coche detenido más cercano al de uno. Intentar salvar la situación de riesgo inmediata, darse unos metros más de margen, luchar hasta el último instante por esquivar el accidente es clave para evitar el impacto o reducirlo considerablemente en la mayoría de ocasiones.

Muchas veces he visto accidentes por alcance, en televisión se vio uno que se hizo famoso, y siempre me pregunto por qué se producen, por qué motivo el que viene por detrás no intenta esquivar al que está delante. Ahora lo sé. Uno se atropolla con facilidad en esa situación.

Yo he hecho prácticas de maniobra de esquiva en un par de ocasiones, en cursos de conducción. No tiene nada que ver, porque en el curso sabes dónde está el obstáculo, a qué velocidad tienes que llegar, en qué punto tienes que frenar y hacia dónde tienes que girar. Dominar la práctica para controlar el coche en esa situación es muy bueno, porque ayuda a ejecutar la decisión. Pero el problema no está en la destreza a la hora de conducir, sino en la necesidad de tomar la decisión con mucha rapidez y ante la incertidumbre de si habrá algo (sobre todo alguien) en el arcén.

Mi miedo (inconsciente, fugaz, que elaboro después) era que hubiera un niño haciendo pipí. Sólo de imaginarme la posibilidad de atropellar al niño y a su padre o madre y de matarlos me llevaba a no girar hacia el arcén. Cuando por fin ves que no hay nadie, el alivio es infinito, aunque todavía tengas que dominar el coche para pasar a toda velocidad por un sitio bacheado y relativamente estrecho, dada la velocidad a la que entras, y con el coche en pleno balanceo por el movimiento más o menos brusco del cambio de carril.

Cuento todo esto porque creo que es una ventaja tener las ideas claras en una situación así. No dudar. El riesgo de que haya alguien en el arcén es muy pequeño, por lo que aconsejo dirigir el coche hacia esa zona ante un golpe inminente. Si circulamos por el carril central, frenar y dirigir el coche hacia cualquier lugar en el que el obstáculo esté más lejano es imprescindible. Si no hay alternativa, enfilar el coche entre las dos hileras de coches detenidos. Sin dudarlo.

Un último consejo. Si se detiene en el arcén para que su hijo haga pipí, aléjese tres o cuatro metros de la zona asfaltada. Es muy raro que coincida la necesidad de su hijo con la de que alguien requiera el arcén como escapatoria. Pero no olvide que yo puedo estar por ahí. Intentaré no volver a despistarme, pero mi cerebro es muy dado a irse por las ramas.

Salir de la versión móvil