Quienes tenemos bien la médula espinal y las piernas no podemos entender lo que les ocurre a las personas con lesiones en la médula. Uno ve a Albert Llovera, una fuerza de la naturaleza, y no es capaz de entender que sus piernas no le respondan y no le aguanten. Para quienes no lo vivimos, para mí, es impensable que una pierna no pueda elevarse dos centímetros, no pueda moverse un poco, no responda en absoluto.
Hoy he estado en un curso de conducción que ha impartido Albert Llovera a varias personas parapléjicas. Para ellos, las piernas son un peso muerto, un fardo pegado al cuerpo, un estorbo. Para entrar y salir del coche tienen que mover las piernas con los brazos, para colocarlas en la silla de ruedas o para introducirlas en el coche.
Para quienes movemos las piernas, la orden del cerebro que hace que las piernas se mueven es imperceptible. Quiero mover la pierna y la muevo. Pensarlo y moverla es todo uno. Todos ellos lo saben (o la inmensa mayoría) porque su lesión es por accidente. Hoy he estado con ellos varias horas, con Albert, con Diana, con Javier. No me he atrevido a preguntarles si su cerebro sigue dándole órdenes a las piernas o esa posibilidad se pierde al dejar de sentirlas. Se lo preguntaré algún día.
Nunca he tenido una relación cercana con alguien parapléjico. Después del curso de hoy, me he dado cuenta de que apenas se los ve por la calle. De que quizá por las dificultades para ir de un lado al otro, salen menos de casa o van a lugares concretos. Es normal. Las aceras y las calles no son buenos lugares para ellos.
Llevo tiempo pensando en las personas con limitaciones para la movilidad. Quienes más necesitan un coche son las personas con dificultad para moverse. Quiero que en km77.com les prestemos toda la atención que seamos capaces.
Yo le preguntaba a Diana esta mañana cuáles eran los problemas que tenía en el coche. Nosotros siempre vemos problemas en los coches, si una palanca está mal puesta o si el mando de la ventanilla está mal situado. Pensé que para las personas con movilidad reducida esos inconvenientes serían mucho mayores. Me equivoqué. «Lo que más nos perjudica es que alguien no discapacitado ocupe las plazas de aparcamiento para discapacitados. Todo lo que nos perjudica está fuera de los coches. Imagínate si pinchamos, o si alguien aparca muy cerca de nuestro coche y no deja espacio para abrir bien la puerta para colocar la silla. Yo no puedo bajar del coche si aparco por el lado del bordillo. Sólo puedo aparcar hacia la calle. Alguna vez me han insultado porque he estorbado a los coches que venían. Desde donde aparco tengo que encontrar un sitio para subir a la acera… En el coche no soy una discapacitada. Los problemas siempre están fuera del coche»
(He conducido un coche con el acelerador en las manos. He escuchado los consejos de Albert Llovera y me he subido con Mamen en el coche. Mañana cuento la experiencia y doy algunos consejos escuchados hoy. Hay algunos útiles, otros son imprescindibles.)