Queridísima Elena Francis,
Hoy le escribo esta carta llena de dudas y desasosiego, para que me ayude a dar un paso trascendental en mi relación sentimental con este blog y todos los amigos que nos rodean. Enseguida entenderá el motivo de mi desasosiego, pero déjeme decirle antes cuánto la admiro y la confianza que tengo en que sabrá iluminarme.
Le cuento los antecedentes y los detalles para que se haga una idea de cuánto me atormenta la situación actual. No es que mi novio no me quiera, él es bueno, pero es que le gustan todas. Bueno no, no es eso. Verá. Ya no está conmigo. Pero no porque no me quiera. A ver, voy a contárselo paso por paso, para que pueda entenderlo porque me atolondro y sé que así no es posible que nadie me entienda. Ya me lo dice mi madre.
Mire, me calmo y le pongo en antecedentes:
Los blogs de km77.com crecen y crecen (no hace falta que le cuente lo que son los blogs de km77.com porque usted está muy preparada y es muy conocedora de las nuevas tecnologías). Pues eso, que crecen y crecen y como consecuencia cada uno va a ser asignado a un dominio diferente. Entiendo que de momento no entienda nada. Este es un detalle un poco técnico de nuestra relación, pero escuche, escuche, verá como lo entiende bien.
Se lo leo despacio.
Estarán todos los blogs agrupados en una portada, pero eso no impedirá que cada uno tenga su dominio independiente. Ya sabe, se trata de intentar mejorar la gestión y poder separaralos bien, desgajarlos incluso, en el momento que nos convenga. El crecimiento de unos blogs es muy diferente al de otros y conviene que cada autor pueda independizarse en un momento dado si le interesa por cualquier motivo. Se lo explico por si no lo sabe. En esta empresa somos forofos defensores de la iniciativa individual. Si un blog crece y se hace fuerte y quiere vivir en solitario, todas nosotras lo apoyaremos para que tenga vida propia.
Pero el caso es que, llegados a este punto, me encuentro con un problema que me atormenta, Señora Francis. Se lo confieso, me siento infiel, porque necesito cambiar el nombre de mi blog. Estoy segura de que usted, que es tan comprensiva y tan moderna, entiende que no lo hago por frivolidad. Ya sabe que yo soy muy seria. Estoy segura de que compartirá conmigo la decepción que me llevé cuando me enteré de que el dominio «teletransporte.com» no estaba disponible. Fíjese usted qué contrariedad. Es un dominio que me correspondía por méritos propios, que estaba hecho para mí, el hombre de mi vida. A saber, quizá alguna ligera lo sedujo con malas artes y se lo llevó. No lo quiero ni pensar.
En fin, querida Señora Francis, se lo resumo porque me hierve la sangre. Me ha dicho una amiga, con muy buena intención, se lo aseguro, porque es buena de verdad, que me case con un tal «javiermolto.com». Ella me da una explicación muy rara, seguro que se trata de una liturgia nueva que seguro que usted entiende porque es una mujer del momento, pero a mí me confunde. Mire lo que me dice: «Tu blog es personal. No tiene nada que ver con coches, hablas de cualquier cosa. ¿No tiene más sentido que se llame «javiermolto.com» que «teletransporte77.com»?. La verdad es que no sé si entiendo bien a mi amiga. Sé que tiene buena intención, pero antes de hacerle caso prefiero escuchar su consejo.
Le soy franca. A mí me da pereza el tal «javiermolto.com» porque me parece muy soso. «Teletransporte.com» me gustaba mucho más y me resisto a renunciar a él. Sí ya sé que no está disponible, pero me cuesta tanto creer que se resista a mí. Es verdad que se me ocurren algunos otros candidatos, pero no me convencen. Tengo una sensación rara, que me corroe por dentro, una sensación de como que engaño a «teletransporte.com».
Le escribo Señora Francis, porque estoy segura de que usted sabrá ayudarme y que con su delicadeza habitual encontrará la forma de buscar una salida a este embrollo en el que estoy. Yo sé que todos ellos son buenos y que tienen buenas intenciones, pero ya sabe, tengo que preocuparme por mí y elegir bien, el que me convenga más. El matrimonio es para toda la vida y no puedo tomar una decisión a la ligera. Por eso sé que cuento con su inestimable ayuda.
Sin más, suya afectísima, admiradora y esclava.