Me subo en el Mercedes Clase E, con cambio automático. Mientras me pongo el cinturón, Patrocinio empieza a hablar.
—Te he visto caminar tan tranquilo. No pensaba que buscaras taxi. Ya me iba para casa, pero una última carrera siempre viene bien.
El tuteo me sorprende. El coche está limpio. El maletero está forrado con un hule, estampado de frutas. He dejado mi maleta y el ordenador. Le digo la dirección y arranca.
—Siento ir tan cerca, para una vez que subo en un taxi Mercedes.
—Yo soy el rey de las carreras cortas. Muchas y cortas.
—A muchos de sus compañeros las carreras cortas no les gustan.
—A mí sí. Nunca estoy en las paradas. Ahora con la crisis no hay más remedio, porque nadie te para por la calle. Las carreras cortas, muchas y cortas, son lo mejor.
—Me alegro.
—Yo estoy para dar servicio. Lo que yo quiero es que los clientes se queden contentos. Seguro que no vuelven a subir a mi taxi, pero lo que a mí me interesa es que los clientes se queden contentos porque así mañana querrán volver a coger un taxi.
Es la primera vez que oigo a un taxista hablar así.
—A mí me interesa que haya demanda, que los clientes se queden muy satisfechos. De hecho, creo que sería bueno que bajara el precio del taxi.
Los ojos se me quedan a contravolante.
—Tendría que bajar el precio del gasoil y también el de los taxis. Haríamos mucho más negocio. Sería mejor para todos.
—¿Usted cree que le sale rentable tener un Clase E de taxi?
—No lo sé, pero me compensa. Y con cambio automático, sin duda. Por cinco Euros más de gasto de combustible al día no me lo planteo. No me paso todo el día pisando el embrague con el pie izquierdo. No entiendo a mis colegas. Volkswagen y Seat tienen un cambio automático muy bueno, pero todos los compran manuales.
Él me trata de tú todo el rato. A mí me da corte tratarlo de tú, no sé por qué. El tú me parece tan respetuoso como el usted, pero Patrocinio es mayor que yo y cada vez más recurro al usted para tratar a desconocidos. Me cuesta devolverle el tuteo. A él no le incomoda que lo trate de usted.
—Por cierto, tienes caramelos en las puertas. Coge los que quieras.
Miro la bolsa de la puerta y está a rebosar de caramelos. Les tenía que haber hecho una foto, pero estoy cansado y no reparo.
—No gracias. Mejor que un caramelo preferiría hacerle una foto a usted con el taxi. ¿Puedo? Quiero publicarla.
—Haz fotos, pero a mí no me saques. Ni la matrícula del coche, que luego siempre hay problemas.
—¿Puedo publicar su teléfono para que le llame todo el mundo que necesite un taxi?
—Ni se te ocurra. Los compañeros se enfadarían conmigo. ¿Cómo te llamas?
—Javier. ¿Y usted?
—Patrocinio. Aquí en el recibo tienes todos mis datos, nombre y teléfono.
Le pago y abre la puerta para bajar a ayudarme a sacar las bolsas del maletero.
—No baje, que ya las cojo yo.
—No, que te ayudo. Mira el forro que cubre el maletero, estampado con fruta—me enseña orgulloso. Y mira la de caramelos que tengo aquí—. Me ofrece un puñado entero.
—No, de verdad que no. Muchas gracias.
—Coge uno de esos granates que están buenísimos. Llevo caramelos en todas las puertas del coche, menos en la mía, que engordan.
A la mañana siguiente pruebo el caramelo granate. Está buenísimo. Gracias Patrocinio. Buscaré su taxi.
En la zona donde vivo (turística) había costumbre por parte de los taxistas de usar Mercedes. Y digo había porque casi todos se están cambiando al grupo VAG. Muchos Skoda Octavia. Un coche barato, amplio y demostradamente fiable. Eso sí, casi todos con cambio manual (el DSG falla a los 250mil km).
Si es que no es tan dificil que el taxi de un buen servicio al ciudadano. No hace falta un Clase E, con que el taxista sea buen conductor, honesto y mantenga en buen estado su Taxi llega.
Hace unos meses tuve la mala suerte de coger un Taxi y el taxista iba comiendo pipas dentro del coche, tirando las cáscaras al suelo, olía mal (taxi y taxista) y tenía el coche (Octavia II) sucio y lleno de golpes por todas partes. Un asco.
Curioso lo del cambio automático otra intriga que siempre he tenido, el porqué los taxistas no lo usan con mas frecuencia.
En mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, existen varios mercedes clase e nuevecitos, es bastante común, lo curioso es que conviven con varios W123, varios Dacia Logan, y lo más soprendente un Peugeot 504!!! increible….algunos dicen que da mala imagen a la ciudad, no lo sé, a mi me parece cuanto menos curioso. De todos formas la mayoría de la flota son Toyota Prius, Corolla, Avensis y Nissan Almera. Ninguno tiene caramelos.
Javier, hizo usted bien no aceptando el caramelo de un extraño, por simpático que a uno le parezca; solo dios sabe si no tendría otras intenciones con el concurso acaso involuntario de su body.
Mire que hay mucho lobo que le da a uno un caramelo y luego vienen los lamentos.
Bien, hecho, Javier, estamos orgullosos de usted.
JM
Pues qué quiere que le diga… aunque no lo ponga en publico, no me importaria que me pasara usted el numero de telefono de este taxista, para llamarle cuando lo necesite.
Saludos
Ehem, ¿nadie va a comentar nada acerca de lo que al menos a mí me parece novedoso? Es decir, ¿el taxímetro va integrado en el retrovisor?
Vale que no uso mucho el taxi y a lo mejor ya es algo normal, pero desde luego yo nunca había visto semejante virguería.
Cybo.
Sobre el porqué de la aversión de los taxistas al cambio automático, el motivo entiendo que es estrictamente económico. La mayoría de cambios automáticos suponen un aumento en el consumo de combustible, como el que el taxista referido cifra en 5€ día y que se podría extrapolar fácilmente a 1000-1200€/año. Aparte se ha de sumar el coste de adquisición, el mayor coste de seguro (por mayor valor del vehículo), el mayor coste de mantenimiento ordinario (entre 3 y 6 cambios de aceite de la transmisión en la vida del vehículo, y mayor consumo de pastillas de freno), y la mayor probabilidad de avería de la caja automática junto con mayor coste de reparación en su caso respecto a una manual. Entre una cosa y otra no menos de 9000€ en la vida del vehículo y potencialmente varios miles de euros más… hay quien lo encontrará barato pero está claro que la mayoría de taxistas no lo ven así.
Su madre puede estar orgullosa: seguro que de pequeño le dijo mil veces «no cojas comida de desconocidos».
Ya en serio, da gusto cuando encuentras a alguien así.
Cliente satisfecho = cliente que vuelve es la máxima que debería imperar en cualquier negocio… lástima que muy pocos lo tengan claro
En Montevideo, los remises son en su mayoría Toyota Corolla, Renault Mégane o Volkswagen Jetta V. Si te toca un taxi de esos, tuviste suerte porque la mayoría son sudacas del segmento B: Gol/Parati, Palio/Siena, Corsa B o C, Meriva y por supuesto el Uno.
Hace poco tuve ocasión de usar los mismos taxis durante 5 días. Uno de ellos era un Clase E de la generación recién renovada, con cambio automático. Me sorprendió la anchura interior de las plazas traseras, su excelente acabado y la suavidad con la que circulaba. También los frenos, ya que el taxista tuvo que realizar una frenada de urgencia (iba distraído y se topó con una retención en pleno túnel).
Al segundo día observé que tenía que reducir en algunas cuestas pronunciadas (incluyendo el peso de los 3 pasajeros) y el hombre comentó que no le funcionaba correctamente el turbo y se quedaba sin potencia, aunque tenía pendiente su reparación en el momento que le llegase la pieza de repuesto al taller.
El otro taxi, de la misma compañía, era un recién estrenado Mazda 6. Si bien no era tan cómodo como el MB, era suficientemente espacioso y confortable para la hora larga que tenía que pasar en sus asientos. Tenía un led azul (la emisora), muy mal situado, ya que el pasajero de la plaza central trasera tenía que hacer uso de unas gafas de soldador para no quedarse sin retinas.
http://img148.imageshack.us/img148/8379/sany0849.jpg
El chófer del Mazda comentó que el taxímetro en el retrovisor le había costado 2000 Euros. No era tan suave conduciendo como el del MB, y además le pegaba unos buenos acelerones al vehículo (estupendo motor).
Los compañeros de trabajo que me acompañaban no paraban de tirarles de la lengua a los 2 taxistas, ya que a nada que arrancaban con un tema no paraban de soltar batallitas entrañables. Que si la crisis, que si los turistas, los tertulianos de la radio, que si Obama, etc. Pues bien, no he pasado una semana con tantas risas desde hace mucho tiempo. Había días que me bajaba del taxi llorando de la risa. Hasta estuvimos a punto de darles un abrazo cuando nos despedimos el último día…
Es una pena que no todos los profesionales del volante sean como éstos.
Saludos cordiales,
James Marshall.