Fue bajarme de la F 800 R y subirme a la Maxi-Scooter BMW C 600 Sport.
La primera sensación con la nueva scooter de BMW: la reacción al acelerador es inmediata.
La Suzuki Burgmann 125 que utilizo cada día responde con lentitud al acelerador, como si llevara el cable (o lo que lleve) destensado. Primero giras el puño del gas y hasta que no ha dado media vuelta el puño (más o menos) el motor no se acelera. Una décima más tarde (más o menos), empieza a avanzar. En la BMW C 600 Sport la respuesta es inmediata. Y arranca con fuerza. Conviene dosificar el acelerador. Al carecer de embrague uno se sugestiona (uno soy yo) y cree que la salida sólo puede ser suave, como en los viejos coches automáticos con convertidor de par, con aquellos cambios de tres marchas, que primero acelerabas, luego empezaba todo a hacer mucho ruido, después seguía todo haciendo el mismo ruido y cuando uno ya pensaba que aquello fuera a ser todo lo que ocurriera entonces, y finalmente, empezaba a avanzar con aceleración cercana al cero absoluto, totalmente desproporcionada con el régimen de giro del motor.
En la BMW 600 C Sport es todo lo contrario. El primer tirón puede ser fuerte si se acelera sin cuidado. ¿Fuerte en comparación con qué? Fuerte en comparación con el scooter de 125 cc que yo tengo de referencia. No es fuerte en comparación con la F 800 R, mi otra referencia, pero claro, la F 800 R tiene embrague y una primera corta, con la que ya te esperas que la aceleración pueda ser fuerte. Lo bueno del Maxi-Scooter de BMW es que el acelerador se permite dosificar con precisión la aceleración, por lo que se puede arrancar con mucha suavidad sin esfuerzo.
Quizá por tratarse de un scooter o de un Maxi-Scooter, mi impresión es que la o el BMW 600 C Sport (me voy a tener que poner de acuerdo conmigo mismo. No sé si es femenino o masculino) es demasiado ruidoso. Especialmente para circulación urbana. Por dentro de la ciudad, en calles estrechas donde el sonido retumba más, el 600 C Sport resulta molestamente sonoro. Lo malo del sonido alto es que uno se acostumbra con facilidad. En los primeros recorridos me parecía una moto muy ruidosa. Al cuarto día estaba acostumbrado y no me molestaba el sonido. Cuando recuperé mi Burgmann tradicional, me pareció silenciosa y tampoco creo que sea particularmente callada. Para el tráfico urbano especialmente, el silencio me parece un don supremo. Una moto urbana debiera ser siempre muy silenciosa.
Recordemos las dos categorías difíciles para un novato: «baja velocidad» y «alta velocidad». En alta velocidad, alta para mí, la BMW 600 C Sport me ha parecido poco exigente. Con ella me siento capaz de acercarme más al límite de la moto que con la BMW F 800 R. Me dirán que comparo peras con manzanas. Me hago cargo. ¿Quién ha dicho que las peras y las manzanas no pueden ser comparables? Sabemos que una pera es una pera, entre otras cosas, porque cuando la comparamos con una manzana vemos que no son iguales. Lo que quiero decir es que con el BMW 600 C sport tengo menos dudas de si llevo o no llevo una velocidad adecuada a la entrada de la curva y me siento más capaz de sentir dónde está su límite. Es posible que se deba a dos causas. La primera, que yo haya apendido algo. La segunda, que sea más manejable. La primera la doy por seguro. Sobre la segunda, no tengo opinión. Es posible que vaya mucho más despacio con la Maxi-Scooter que con la moto y que por eso me sienta más seguro. Lo que sí está claro es que me parece más fácil cogerle confianza. Confianza en carretera y en ciudad, en curvas y entre el tráfico por las calles infestadas de coches.
A velocidad lenta, se dan dos situaciones: antes de poner los pies en el suelo y después de poner los pies en el suelo. Antes de poner los pies en el suelo todo funciona con precisión y facilidad. Los frenos permiten ajustar muy bien la deceleración y llegar al punto de detención deseado con precisión. El freno delantero funciona mucho mejor, cuando se actúa sólo sobre él, que en la F 800 R porque no se hunde de delante y da mayor comodidad y precisión. Con los pies en el suelo la cosa cambia. Con la moto quieta, la sensación de estabilidad es elevada y aunque el asiento es alto y un tipo bajo como yo llega con las puntas de los pies, el problema es inexistente.
La dificultad arrecia cuando hay que maniobrar con la moto, en un garaje o, peor aún, en un lugar irregular (adoquines) o con pendiente. Al no llegar bien con los pies al suelo, no resulta una moto fácil de manejar. El asiento no es regulable en altura por lo que no hay forma de adaptarlo a diferentes estaturas. O te sirve o no te sirve. Mover la motor para maniobrar no me ha parecido cómodo ni montado en ella ni desde el suelo.
Otro inconveniente del Maxi-Scooter 600 C Sport es el elevado túnel central. No resulta práctico que sea tan alto para subir y bajar de la moto. Me recuerda a las bicicletas para hombres y para mujeres que había cuando yo era pequeño. En las bicis para hombres, la barra central obligaba a subirse como a caballo. En las de mis hermanas, podía pasar la pierna entre el sillín y el manillar sin esfuerzo. No entendía por qué existía esa diferencia. Las bicis de mis hermanas mayores me parecían mucho más cómodas, pero la primera vez que me regalaron a mí una bici y no tuve que heredar una de mis hermanas mayores me sentí muy ufano y no paraba de presumir de mi bicicleta de hombre.
A diferencia de la F 800 R, la BMW 600 C Sport no lleva indicador de temperatura de agua en la instrumentación y a mí me gusta saber en qué momento el motor deja de estar frío. También a diferencia de la F 800 R, el régimen de giro del motor es irrelevante. Funciona bien a bajas revoluciones y a altas. El cuentarrevoluciones no se ve muy bien, pero normalmente es innecesario saber a qué revoluciones vas.
El Maxi Scooter BMW 600 C Sport vibra en marcha y las vibraciones se transmiten a los pies, a las manos y al culo. Unas vibraciones, que noté en los glúteos de forma insistente cuando me bajé después de dos horas de probar por autovía y carretera. La vibración se nota en los pies con claridad y menos en las manos, aunque al bajarse también puede notarse el hormigueo.
Como en la F 800 R, los espejos son pequeños o están mal situados, o yo no soy capaz de adaptarme a ellos. No consigo ver bien. No tan bien como en la Burgmann 125 quiero decir. Sobre dos ruedas es tan importante o más ver bien lo que ocurre por detrás que sobre cuatro ruedas. Unos buenos espejos son imprescindibles. Entiendo que el Burgmann 125 es un scooter muy pequeño, por lo que los espejos van cerca del conductor y es posible que esa cercanía permita una visión mejor. Es un aspecto importante en las motos. Cuando pruebe otras, les informaré desde mi punto de vista de novato con retrovisor.
La visera para proteger del viento tiene tres posiciones, para que el conductor utilice la que más le convenza. Me parece un engorro tener que cambiar la posición en función de las condiciones. Al final la dejé en la posición más tumbada posible. En l posición más vertical crea turbulencias notables en el entorno de los 120 km/h, turbulencias que desaparecen al reducir la velocidad y también al aumentarla.
Dos apuntes más. En este Maxi-Scooter tampoco soy capaz de frenar a la vez que pongo el intermitente hacia la izquierda. Tengo que hacer una cosa después de otra. Quizá sea por mi condición de hombre.
En el espacio que queda debajo del asiento hay hueco para dos cascos integrales. Uno de ellos se puede llevar con la moto en marcha. El hueco para el otro casco sólo es aprovechable con la moto parada, porque es un hueco formado por un cajetín desplegable, que llega a rozar la rueda posterior. Para que la moto arranque es imprescindible haber plegado este cajetín y fijarlo con el cierre. El mayor inconveniente del hueco situado bajo el asiento es que se calienta mucho. Ahora en verano, dejar el casco y los guantes metidos es con el motor caliente se convierte en un suplicio cuando hay que devolver el casco y los guantes a su posición natural: la cabeza y las manos de los novatos.