Mercedes-Benz patrocina la Semana de la Moda, en Berlin. (Fashionweek Berlin 2009)
Me ha invitado junto a dos periodistas españoles más, para darme información sobre diseño (de coches), para visitar el museo (de coches) y para ver tres desfiles de la Fashionweek Berlin 2009 (de vestimenta).
Sobre el museo (de coches, en Stuttgart) y sobre el diseño (de coches, en Sindelfingen) hablaré pronto. Espero tener tiempo.
Hoy, de nuevo en un aeropuerto (El de Berlín), sin poderme conectar a internet, escribo sobre lo que he visto hoy, en la Fashionweek Berlin 2009.
Dos desfiles, de dos diseñadoras que no conozco, cuyos nombres me resultan cercanos. Una se llama Schumacher y la otra Lala Berlin.
¿Qué opino sobre las vestimentas? Nada. Sobre las incógnitas de la moda hablaré otro día (espero). Hoy sólo hablo sobre el glamour (o de algo parecido).
Mercedes-Benz ha invitado a su modelo-embajadora Julia Stenger al recinto (carpa enorme) de los desfiles, a una sala exclusiva para sus invitados. Ha llegado la modelo altísima, rubísima y delgadísima y ha realizado una rueda de prensa “espontánea”. ¿Qué se le puede preguntar a una modelo? No tengo ni idea. Yo, nada. Me he dedicado a hacerle fotos con mi camarita.
Julia Stenger se ha sentado en la barra, con la máquina de café por detrás. Y mientras le hacía fotos una camarera echaba la leche en un cazo. Una persona de Mercedes-Benz ha hecho que me fijara. ¿No podían buscar otros sitio para sentarla?– me ha susrrado
En la sala de embarque al desfile, había muchas chicas altísimas, delgadísimas y con cara parecida a las que aparecen habitualmente en las revistas. A mi me preocupaban sus pies:
Me he preguntado en voz alta cuánto debían sufrir con esos tacones, que les debía compensar mucho llevarlos para aguantar ese dolor. Guillermo, periodista de la revista MAN, me ha dicho que no tiene por qué. Que hay muchas chicas que no sufren, que están muy felices de llevar esos taconazos, que los disfrutan. Que están acostumbradas y que les gusta verse así.
Le he dicho que me parecía muy raro que alguien necesitara con tanta exigencia sentirse guapa, que la vean guapa, como para acostumbrarse a llevar eso en los pies ¿Se pondrá alguien esos taconazos, a solas, en casa para sentirse mejor, para verse guapa, para disfrutar?. No se lo he dicho. Me recuerda a las vendas que se ponían (creo que en pasado) las japonesas para que no les crecieran los pies. No le reprocho a nadie que se ponga tacones, como no le reprocharía a nadie que se pusiera un cilicio. Yo no lo entiendo y me da pena que alguien crea que le conviene hacerlo (Hablaré más sobre tacones en este blog).
Luego hemos ido al desfile de Schumacher. Nuestro asiento estaba en la fila sexta, pero había plazas libres en la cotizada (no tanto) primera fila y las personas de Mercedes nos han invitado a ir. Les he dicho a dos chicas de Mercedes que fuera una de ellas a mi sitio, que lo iba a disfrutar más. “Nosotras no podemos ir, tú eres nuestro invitado”. Como a mí me daba igual, ha ido un periodista de otro país, y se ha sentado al lado de esta chica , que debe ser muy famosa en Alemania, porque no han parado de hacerle fotos durante mucho rato. Fotos cuando estaba sola y fotos cuando estaba acompañada.
(Si llego a saber que ése era mi sitio. Mecachis.)
Y que iba a tener delante sentadas a las chicas de los tacones:
Sentadas debían estar más cómodas. Espero.
La mayoría de asistentes ha aplaudido mucho el desfile de Schumacher. Por el entusiasmo, sospecho que gran parte eran amigos.
Al acabar el desfile, en el bar del hotel, no me he podido reprimir y también le hecho una foto a los tacones de Schumacher, la diseñadora.
(Esos zapatos le quedaban grandes ¿no?)
De vuelta al siguiente desfile me he entretenido. Estaba tomando un café en la sala de invitados de Mercedes-Benz cuando ha entrado Boris Becker. Había poca gente y se ha hecho el silencio. Le he hecho una foto desde lejos (desde la cafetera), para colgarla aquí. No había ni un fotógrafo. No quería molestarle en su momento de relax.
Becker no paraba de mascar chicle, simultáneamente al café que tomaba.
He ido hacia la sala del desfile de Lala Berlín y poco después de sentarme en mi silla ha entrado Boris Becker y la mujer que le acompañaba. Los fotógrafos, que le esperaban a la salida de la sala, le han seguido hasta su asiento.
Creo que Becker se ha sentado en la misma silla que me habían cedido en la primera fila y que he rechazado. Becker sentado en mi misma silla. Como Obama tumbado en la misma cama que Bush. Qué emoción.
En este desfile había más gente que en el de Schumacher. Los aplausos han sido parecidos.
¿Por qué tanto aplauso? Para mí es una incógnita. La incógnita de la moda. Pero ese es el título de otro comentario. Que este ya me ha quedado muy largo.
Fuera de la sala estaba estaba este perrito, con su particular pase de modelos.