¿Por qué corro rallyes de regularidad de un tiempo a esta parte?
No sabría decirles. Por varios motivos, no sé en qué orden.
Uno de ellos es porque creo que tengo la posibilidad de hacerlo bien. Si alguien me propusiera correr rallyes de velocidad a un precio asequible (asequible significa asequible para mí, es decir, muy poco dinero) seguramente lo intentaría. Porque me gusta correr en coche. Pero en rallyes de velocidad sé que no tengo ninguna oportunidad de luchar entre los más rápidos. Soy incapaz de ir rápido de verdad por una de esas carreteras sinuosas que hay en el mundo. Participaría y quizá quedara el último, porque que te cierren un tramo y que te dejen correr a todo lo que seas capaz es muy divertido (si no vas con el objetivo de ganar, porque si vas a ganar la diversión se transforma en tensión extrema y es posible que en miedo en algunas ocasiones).
Otro de ellos es porque me gusta jugar con coches. En los coches me gusta desde hacer maniobras, gymkhanas, pruebas de bajo consumo, de velocidad, de frenada… No sé qué tienen los coches, la sensación de velocidad, de control con el volante y los pedales y el cambio… Supongo que crecí en una época en la que los coches eran sinónimo de libertad. Una época en la que los coches, cuando pasaban por delante de mi casa, me transportaban a mundos de ensueño, imaginados. Mi fantasía estaba en los libros y en los coches. Pero los libros eran demasiado reales. Acotaban demasiado. Los coches. Ah, los coches.
Otro más es el coste. Jugar con coches es siempre caro. Hasta con coches de juguete para niños. Pero los rallyes de regularidad se pueden correr con coches de serie (en buen estado) de hace 30 años. Si se busca bien se pueden encontrar coches en estado aceptable y a buen precio. Yo me encapriché de este Volkswagen Golf de 1988 porque era de una amiga y me parecía muy bonito darle una segunda vida al coche que había estado en su casa toda la vida. Cuidar el coche que ella ha visto desde pequeña. Bueno. También me encapriché porque es un Volkswagen Golf de la época en la que yo empecé a probar coches para revistas de coches. Y porque en mi adolescencia fue cuando se forjó el mito del Golf GTI. En la enciclopedia Salvat del automóvil que guardo en mi habitación y que sólo toco de vez en cuando no vaya a ser que la estropee, ni siquiera aparece la foto del GTI. es demasiado moderno. Hay una foto del Golf, del año 74, y hablan del primer GTI, pero no hay ni foto. Hablan de su motor de 1.600 y 110 CV, pero todavía no era un mito y no hay ni foto. En el 77, el Golf GTI ya era un objeto de deseo infinito. Cuando pasaba uno por las calles de mi ciudad, el mundo se quedaba en blanco y negro a su alrededor.
Dejo para el final el motivo real. Este año 2018 voy a participar en el Campeonato de España de energías alternativas, que se disputa en formato de regularidad y necesito conocer todos los secreto para hacer un buen papel. Así que…
Compré el Golf por 1200 € y luego le he destinado cuatro veces su precio a ponerlo en orden. Es mucho dinero. Yo no imaginaba que tendría que reparar tantas cosas. Ha habido que cambiarle prácticamente de todo, salvo el motor, que va de maravilla, a pesar de sus 112 caballos que hace 40 años eran muchos, pero que hoy se quedan cortos incluso para una especialidad como la regularidad porque en algunos lugares, después de algunas curvas, las pendientes son muy pronuncidas y cuesta alcanzar la media marcada. Las suspensiones y la carrocería también están muy bien. Aunque tiene golpecitos, no tiene corrosión relevante. Tiene que aguantar muchos años.
Durante el rallye nos dio varios problemas. Después de la primera etapa, al llegar al parque cerrado, las ventanillas se negaron a cerrarse. Los fusible sestaban bien y los motores de las ventanillas también. Asier Santamaría, en cuyo taller han reparado todo el coche, nos hizo un puente para poder abrir y cerrar las ventanillas.
Lo malo es que el problema eléctrico iba más allá y por la noche nos dimos cuenta de que no funcionaban las luces, salvo las de posición. Otro intento por parte de Asier para reparar las luces, a oscuras, fue infructuoso. aplicamos una solución de empergencia. Conducir continuamente en los tramos con la palanca de luces largas conectada. No bastaba con poner las largas. No funcionaba. Había que tirar de la palanca continuamente. Queríamos acabar el rallye.
A falta de siete tramos para acabar la noche, nos quedamos sin limpiaparabrisas. Eso no tuvo ninguna solución mecánica. Fue una solución química (supongo yo). Asíer, ante el riesgo de que el limpiaparabrisas fallara (tenía toda la pinta pero no hay repuesto para este mecanismo), echo un producto milagroso (Rain X creo que me dijo que se llamaba). No es mano de santo. Según me han dicho personas que lo han probado, a partir de 80 las gotas de agua se escurren hacia los laterales del parabrisas. Pero en un rallye de regularidad no se alcanzan esas velocidades. A 50 km/h (diluvió toda la noche), el agua se acumulaba en el parabrisas, pero con una particularidad, se acumulaba en grandes gotas. No sé de qué producto se trata, pero lo que me pareció claro es que provoca un incremento de la tensión superficial del agua, que de esta forma no crea una película sobre el cristal, sino que se concentra en grandes gotas como canicas. Lo bueno es que, entre canica y canica, el cristal queda limpio y despejado, por lo que se ve notablemente bien.
De hecho, en los tramos de la noche, con el diluvio, sin limpiaparabrisas y con la ñapa de las luces, marcamos los mejores tiempos de todo el rallye. Esto es lo que dice de nosotros José Luis Lujua, cronista oficial del rallye, en su crónica en Facebook: «de menos a más, fueron los “primerizos” Moltó y Marcos que firmaron cuatro tramos finales memorables, pasando de la 31ª posición a la 15ª«. Fue una noche preciosa. El Rain X, el de la tensión superficial, nos transmitió parte de esa tensión a José Ignacio y a mí y desde que empezóa llover, aunque no viéramos bien, estuvimos concentrados y jubgamos bien.
Mi única preocupación, durante toda la tarde, aparte de los problemas con el limpiaparabrisas y con las luces, era que el coche hacía un extraño muy raro en los apoyos largos en las curvas a derechas.A mitad del apoyo el morro del coche tiraba con fuerza hacia fuera de la curva y a medida que lo enderezaba tiraba hacia adentro con la misma fuerza. Era una cosa muy rara, que yo nunca había sentido antes en un coche en mi vida. No era capaz de saber qué ocurría exactamente, pero aparte de esos movimientos no había ningún ruido ni nada que ocurriera en todos los apoyos. Era sólo en los apoyos largos y nunca con el coche muy apoyado. Era sólo en curvas largas.
Al acabar el útlimo tramo de la noche me olvidé del problema. De vuelta a Bilbao paramos a repostar y no se me ocurrió echarme con una linterna debajo del coche a mirar. Llevaba ya muchas horas con el problema y no iba a más. Se me olvidó completamente. Llegamos a Bilbao felices por nuestra remontada y nos fuimos a dormir.
A la mañana siguiente no me acordaba de eso movimientos raros ni de los ruidos en la transmisión que empecé a notar en los dos últimos tramos. Casi ni quería pensar en posibles problemas. Nos quedaban tres tramos para llegar a la meta. Mi idea, vaga, en mitad de los tramos de la tarde anterior, cuando atencía alas luces rojas y verdes y azules y a las indicaciones del copiloto, era que un silentbloc habría cedido. Tenía que ir con cuidado, pero eso ya había sido así durante todo el rally. El cuidado es lo primero.
El primer tramo del último día lo hicimos muy bien y aunque nos perdimos en el último cruce, después de ese cruce ya no había controles por lo que no nos penalizó. Al dar la vuelta de 180 grados a la iquierda, para volver hacia el punto en el que nos habíamos perdido, la rueda se soltó. En la unión entre el trapecio y la magueta no había ningún tornillo. sobre el asfalto encontramos el último tornillo, el que nos había permitido llegar hasta allí. En ese último tramo las trasacadas del eje delantero eran ya continuas. El silentbloc roto definitivamente, pensaba yo. Nada de eso. Me imagino que en ese último tramo perdimos el segundo tornillo y en el giro ya nos quedamos sin el tercero.
No llevábamos gato, ni tornillos ni herramientas para reparar de urgencia el coche ahí mismo. Por mí, lo hubiera atado con los cordones de los zapatos para acabar el rallye. Pero no era posible ni siquiera intentarlo. Si me hubiera tirado bajo el coche la noche anterior… pero ni lo pensé.
Por suerte la rueda se soltó conado íbamos a menos de 5 km/h, en un giro en redondo. Tuvimos mucha suerte. Sabía que en cualqueire momento se podía ropmer del todo, lo que fuera, pero nunca imáginé que fuera la unión del trapecio con la mangueta. Ahora ya sé que si noto unos movimientos de la suspensión tan extraños, tengo que parar y mirar inmediatamente. Era algo que no había notado en un coche nunca en mi vida, y no será por falta de kilómetros, ni nuca había leído nada así. ahora ya sé lo que es y se lo cuento por si alguno de ustedes nota algo así alguna vez al salir de un taller, especialmente si le han cambiado los palieres o si le han modificado las cotas de supensión. En este caso intuyo que en el taller en el que hicicieron las cotas de suspensión antes del rallye, que no sé cuál es, se dejaron los tornillos mal apretados. Pero tampoco estoy seguro de que ese haya sido el origen del problema. en el futuro, tendré que revisar esos tornillos por si hay algún motivo de vibrciones que haga que se aflojen, auqnue en los primero kilómetros el coche iba de maravilla y yo nunca noté vibraciones extrañas.
En fin, sea por un error o por un problema del coche, nos quedamos sin poder terminar el rallye. ¡El año que viene volveremos con un objetivo claro! ¡Ganar! (Luego, como siempre, acabaremos donde sea)