Cualquiera que tenga un teléfono de estos nuevos, que permite descargarse aplicaciones gratuitas, conoce que hay una nueva forma de inteligencia compartida.
Una inteligencia compartida de información y aplicaciones gratuitas, que nos lleva a una economía del trueque.
En esta economía, el dinero pierde su función y, a medida que lo hace, el ahorro se utiliza preferentemente como combustible para burbujas porque no sabemos qué hacer con él. Le damos a la máquina de hacer dinero y no pasa nada (o casi), porque su valor es cercano a cero.
Hace seis años Rick Wagoner, entonces Presidente de General Motors, ya se quejaba de que innovar no servía de nada, porque «cualquier cosa que descubrimos nos la copian enseguida». Esta semana ha saltado un caso de espionaje industrial en Renault. A Renault no va a servirle de nada luchar contra él. Trabajar para el largo plazo significa aprender a generar recursos sin privar a los demás del conocimiento. No tiene sentido económico restringir la utilización de un bien que es común, porque lo construimos entre todos. No es económicamente eficiente impedir la utilización de una tecnología a una empresa sólo porque la haya desarrollado tres meses más tarde que otra. No se puede convertir la investigación en una carrera en la que el primero priva a los demás del resultado de sus propios hallazgos. Ese sistema de privilegios va en perjuicio del conjunto de la sociedad. Nadie puede ser propietario de un conocimiento sólo porque ha llegado a él un mes antes que yo.
Las empresas se asocian para investigar conjuntamente porque se dan cuenta de que la investigación en solitario es un freno. Se asocian dos, luego tres, luego cuatro… hasta que todas son una. Porque corren más y piensan mejor para todas. La inteligencia y el conocimiento son útiles cuando se comparten. La investigación y el desarrollo son propiedad de toda la sociedad.
Durante siglos hemos vivido en una economía de compartimientos estancos para el conocimiento. La libre competencia era imposible porque había privilegios, aranceles para el saber.
Aparentemente es sólo un problema de la economía digital. Los músicos y cineastas han sido los primeros afectados. Nos equivocamos. La economía digital no es muy diferente a la de los átomos. Los cuadros de Lucien Freud se reproducirán exactamente. Podrán hacerse millones de copias y nadie (nadie) será capaz de reconocer el original. Ni el propio autor. No sé cuando, pero se conseguirá reproducir el mismo lienzo, la misma pintura, los mismos brochazos. Utilizaremos el talento de Freud para reproducir millones de copias idénticas al original, como sucede con los libros de Sigmund Freud.
La economía de la inteligencia compartida, la economía que trata la inteligencia como un bien escaso, pero compartido, tiene un reto enorme. Quien nace o se hace inteligente debe más a la sociedad que quien nace rico. Todos debemos nuestra inteligencia a los demás, por grande o pequeña que sea.
La economía de la inteligencia compartida cambia el sistema económico del mundo. No tenemos herramientas para gestionarla porque sólo sabemos gestionar una economía con privilegios para el acceso a los bienes escasos. Es muy probable que técnicamente sea imposible mantener esos privilegios. Que sea imposible no utilizar de forma compartida la inteligencia de los cerebros y las máquinas, porque quien se quede fuera de esa nube viva en la autarquía del conocimiento.
Tiempos apasionantes y difíciles.
Le leo en uno de esos dispostivos y no me voy a extender ahora, pero si el resultado de un esfuerzo personal o de una sola empresa no se ve recompensado con la comercialización de ese nuevo producto y pasa a estar disponible a todos los agentes económicos, ¿cual es el estímulo para el esfuerzo? ¿El bien común, la colectividad?
Tampoco entiendo como puede existir una actividad económica sin competencia en ser el que mejor producto ofrezca al menor precio, por que esto se suele conseguir aplicando ideas fruto del esfuerzo particular y no de la nube.
Este debate que nos propone me recuerda mucho al ue hubo cuando se planteó la aprobación de las patentes sobre Software en Europa. En aquel caso, afortunadamente, se desestimó y no se puede patentar software en Europa, como sí sucede en Estados Unidos donde hasta el «click» de ratón está patentado.
Permítame que le copie y pegue un fragmento de la Wikipedia sobre patentes:
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Beneficios de una patente
Algunos de los argumentos habituales a favor de las patentes mantienen que los beneficios que una patente le otorga a un inventor son:
* Motiva la creatividad del inventor, ya que ahora tiene la garantía de que su actividad inventiva estará protegida durante 20 años y será el único en explotarla.
* Si la patente tiene buen éxito comercial o industrial, el inventor se beneficia con la o las licencias de explotación que decida otorgar a terceras personas.
* Evita el plagio de sus inventos.
* Debido a que la actividad inventiva no se guardará o sólo se utiliza para sí evitando su explotación industrial; el inventor siempre dará a conocer, publicitar y explicar los beneficios que su invento tiene.
* Por su parte el Gobierno a través de la patente promueve la creación de invenciones de aplicación industrial, fomenta el desarrollo y explotación de la industria y el comercio así como la transferencia de tecnología.
Perjuicios del sistema de patentes
Algunos de los argumentos habituales sobre los perjuicios sociales del sistema de patentes son:
* Dificulta la libre difusión de las innovaciones frenando el desarrollo tecnológico.
* Supone obstáculos monopolistas a la libre competencia.
* Dificulta el acceso de los países empobrecidos a las nuevas tecnologías.
* Desincentiva la investigación al establecer un período de utilización exclusiva de una tecnología sin necesidad de mejorarla.
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Así que podemos trasladar el debate a si un sistema global de patentes tiene sentido hoy en día y seguramente llegaríamos a las siguientes conclusiones:
* El sistema tendrá sentido o no dependiendo de qué se patenta. El objeto físico en sí es determinante.
* El número de años que una idea o patente será propiedad de un individuo deberá ser proporcional a la dificultad para innovar en ese campo.
* El sistema de patentes no es malo si se aplica bien.
* El sistema de patentes rara vez se aplica bien.
Si nos centramos en el mundo del motor y observamos, por ejemplo, el caso de espionaje francés, podemos ver que el motor eléctrico existe hace muchísimos años y que el problema se centra en la tecnología que haría que las baterías duraran más y se recargaran antes.
Es un grano de arena en el desierto y los franceses aseguran que eso les daría una ventaja competitiva determinante en el mercado que se abre ahora del coche eléctrico.
Para empezar, no estoy de acuerdo para nada con esos extremos porque hoy en día se venden muy bien coches que no son punteros en prestaciones o consumo porque la compra de un vehículo va más allá de su autonomía o prestaciones y conlleva otros valores como por ejemplo los emocionales. Es decir, que si el eléctrico es feo no se venderá.
La pregunta que debemos hacernos es ¿Queda algo por inventar referente al coche? Me refiero a algo realmente revolucionario; no a tomar la electrónica de consumo e integrarla dentro como se está haciendo actualmente. Un ejemplo de esta afirmación la tenemos en el bonito Audi A7/A8 que es un portento tecnológico que no hace nada que no haga mi teléfono móvil de 300€ y usa el mismo motor 3.0 diésel «de toda la vida» con filtro de partículas.
El coche eléctrico será un paso atrás y por eso será muy difícil llenar el mercado con él y más si la electricidad sigue subiendo como parece que va a suceder.
Con estas premisas ¿Tiene sentido hablar de inteligencia colectiva? En este caso creo que es irrelevante porque el producto está tan avanzado y desarrollado que difícilmente se podrán hacer mejoras sobre él, indepedientemente que las empresas se unan en «joint ventures» para hacerlo. Esas uniones, si acaso, redundarán únicamente en una reducción de costes.
Lo que yo me pregunto es ¿Por qué estamos en el siglo XXI y los coches aún no flotan? ¿Falta de investiagación? ¿innovación? ¿Hay que amortizar las carreteras? ¿Será el eléctrico el precursor para cuando se electrifiquen las carreteras y los coches floten como el tren bala japonés? ¿Y serán VAG, PSA y compañía las empresas que construirán esos coches o serán Boeing y Airbus?
Permítame sospechar, Sr. Moltó, que en esta época de crisis los empresarios sólo buscan reducir costes y aumentar beneficios a costa de lo que sea para satisfacer a unos entristecidos inversores y que para ello no dudan en recurrir a la protección legal artifical amparada en secretos. La innovación, realmente, les da igual porque si es inviable económicamente no sirve.
@PacoRos
Creo que lo que comentaba el sr.Moltó va mas allá de los que usted comenta y roza lo utópico pero en el mundo del software es cierto que ya esta ocurriendo. Hace años solo existían grandes empresas (Microsoft, Adobe, etc.) que ofrecían aplicaciones a costes a veces muy elevados. En la actualidad hay cantidad de programadores que prácticamente desde casa ofrecen aplicaciones para smartphones (Iphone y Android principalmente) y ahora también ya para pc a coste 0 o prácticamente 0 y los monetizan por otros medios (Publicidad o servicios premium). Con el periodismo esta ocurriendo 3/4 de lo mismo. Si usted crea un periodico on-line mediante suscripción de pago no funcionará, tendrá que monetizar-lo con otros medios.
Que este modelo llegue a la automoción es francamente complicado pues no hay medios, de momento, para desbancar a las grandes empresas que controlan el mercado. Si algún día existe una herramienta que permita fabricar una pieza con la misma facilidad que imprimir un papel, tal vez las cosas cambien.
Yo creo que las patentes tratan de poner «barreras al campo» y el campo es de todos.
Hombre si ud. fuese accionista de renault y le dicen que este año no van a tener beneficios ya que la competencia ha sacado un producto clónico al suyo de última generación y a mitad de precio ya veríamos si estaría para tonterías de inteligencia compartida. Ha cambiado la tecnología y las comunicaciones pero el dinero continua siendo poderoso caballero. Si aceptamos la propiedad propiedad privada e intelectual para todo no sólo cuando nos interesa.
Si y solo si.
Conditio sine qua non.
No hay empresa que no pretenda un beneficio.
Pero es más no hay empresa que no lo procure a sus accionistas, porque los accionistas no quieren tecnología lo que quieren es dinero.
En algun sitio he leido (lo citaría pero no recuerdo dónde) que los grandes inventos de la humanidad no han siso difundidos en su mayor parte por sus creadores (quienes tuvieron la idea) sino por avispados empresarios ( o lo que fueran) que le sacaron suculentos beneficios, mientras en algunos casos el inventor se ha comido los codos.
Esto implica importantes inversiones que el inventor no podía hacer o o quería o no supo.
Se imaginan al gran Sinatra entonando el My Way en la plaza de mi pueblo sin micrófonos?
No se comparte la inteligencia (lo siento es lo que pienso) ni nada. La visión roussoniana de la humanidad es un camelo. Los orientales no copian nada lo que hacen es una cosa 99.9% parecida al original.
Recuerden que un porcentaje similar nos relaciona con la mosca del vinagre y diganme diganme alguien se haría pasar por tal?
Pd-Si no hubiera beneficios no tendríamos inodoros en las casas por ejemplo. Así que piense en su economía del trueque como solucionar este pequeño inconveniente.
¿Qué importancia tiene estar a favor o en contra? Lo que me pregunto es si resulta evitable. Si es inevitable, estar a favor o en contra tiene el mismo sentido que estar a favor o en contra de que la tierra sea redonda.
Si es evitable si aceptamos que se cumpla ley para todos empresarios y trabajadores. Si fabricamos en paises dictatoriales técnicamente aún comunistas donde la propiedad privada es una farsa por no hablar de los derechos del inidviduo, o sea china, es comprensible que cualquier muerto de hambre copie las inovaciones o procesos productivos. No se busca el trabajo bien realizado y remunerado, vivimos mas que nunca una época de pelotazo y beneficio salvaje cortoplacista.