En esta entrada voy a contar las dificultades que ha tenido para mí un rallye de regularidad con un Blunik, que es un dispositivo que te permite ajustar los tiempos de paso en un recorrido con mucha precisión. Pero no es fácil obedecerle.
Hablaré del rallye, pero antes cuento lo importante. Marcos Domingo y Eneko Conde han ganado, con el resultado de esta carrera, la Copa de España de Energías Alternativas 2017 en la categoría de vehículos eléctricos, a falta de dos pruebas por disputarse. Su victoria en Castellón les ha dado el título. ¡Felicidades!
Pongo primero a Marcos Domingo, el copiloto, porque si bien no sé mucho de esta especialidad todavía, presumo que la labor del copiloto es por lo menos tan importante como la del piloto. Así que siempre incluiré al copiloto y lo pondré en primer lugar.
Marcos Domingo y Eneko Conde, con un KIA Soul, son los campeones de la Copa de España de Energías Alternativas 2017. ¡Enhorabuena!
En el Eco Rallye de la Comunitat Valenciana han corrido pilotos y copilotos de renombre. A la derecha, de pie y de negro, historia del automovilismo y del motociclismo español. A la izquierda, también de pie y también de negro, presente del automovilismo de rallyes. Y entre medias, de pie y agachados, mezcla de presente y de pasado, reciente y menos reciente. Un gusto correr contra ellos.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno… Empieza el rally
La tarde anterior quedó patente que me iba a costar mucho ajustar mi velocidad a la velocidad que te indica el Blunik. En curvas el Blunik corría más que yo, pero en rectas también era inalcanzable. Por arriba y por abajo. No conseguía ver el marcador a cero en casi ninguna ocasión. Siempre iba más rápido o más despacio. Cuando aceleras, te pasas por el otro lado y, cuando frenas, también.
Como sabía que el día anterior me había costado mucho, en el momento de la salida del rallye estaba muy tranquilo. Mi único objetivo era aprender a ser regular. Aprender a amortiguar el movimiento ondulatorio con tendencia a la resonancia. No había nada que temer.
También mi copiloto me daba tranquilidad. Estaba relajado, sentado a mi derecha, y me iba indicando con calma las direcciones por dentro de Castellón. Ya en la carretera, como no teníamos previsto preocuparnos por el consumo porque para mí era suficiente con aprender regularidad, fuimos a ritmo normal y llegamos al primer tramo con mucha antelación.
En los rallyes de regularidad nadie te canta la salida como en los rallyes de velocidad. Puedes adelantarte si te da la gana o retrasarte. Eres libre. Nadie te vigila ni te canta. Pero el Blunik sí controla el tiempo y hay un segundo preciso en el que debes salir. Ese 5, 4, 3, 2, 1 con la palma de la mano encima del parabrisas que conocía yo de cuando era pequeño y que viví también hace un par de días (¿O eran tres?) cuando corría en rallyes ya no existe. Una pena. Los relojes que te muestran la hora no son lo mismo. Arrancabas para llevarte la mano por delante de quien te daba la salida. Me acuerdo las salidas de Jorge de Bagration – Nuria Llopis con su Lancia Stratos verde en el Rallye de Cataluña de hace siglos en esas arrancadas fulgurantes que parecía que el coche iba a estallar.
Nada de eso, quiero decir, ninguna mano de esas existe ahora. Eso sí que era la mano invisible y no la de Adam Smith.
En fin, que salimos al primer tramo y no conseguía atinar con el cero ni dándome la vuelta sobre mi piel. Mi copi me iba cantando, más 5, más 7, más 3, menos 6, menos 10, menos 15, más 7, menos 9.
Mi truco consiste en llevar un movimiento ondulatorio regular (o casi) para atinar en algún instante con el cero, que es de lo que se trata. Se trata más bien de atinar mucho rato en el cero, pero en ese primer tramo apenas fui capaz. Además, al poco de comenzar el tramo, empezó a diluviar.
Mirar el Blunik y mirar a la vez la carretera, anticiparse a frenar porque has acelerado demasiado o a frenar y luego estabilizar bien la velocidad, todo a la vez, sin atropollarse cuando llega la curva, no es sencillo. No para mí. Siempre frenaba demasiado y siempre aceleraba demasiado. Con la lluvia, igual de difícil.
Al acabar el primer tramo, mi sensación era que lo habíamos hecho muy mal. La sensación de mi copiloto también. Pero en estos tramos no sabes qué ha ocurrido. No le puedes preguntar el tiempo a tus rivales. No puedes hacer nada. No sabes si vas bien o si vas mal hasta que no publican las penalizaciones, así que salimos al segundo tramo ignorantes del resultado del primer tramo.
En el segundo tramo, ya no llovía y se veía mejor la carretera, ajusté con más precisión, pero los últimos 50 metros fueron catastróficos porque me empeñé en pasar a cero clavado en el punto justo de final de tramo y pasé más o menos a menos 15 metros. Un desastre. Como nunca sabes dónde miden, ese error puede ser catastrófico o inocuo.
En este caso fue inocuo y en el segundo tramo obtuvimos el mejor resultado de todos los participantes. No está mal para ser la primera vez. No lo supimos hasta la llegada a Castellón, pero nos llevamos un alegrón gordo. Conseguir la mejor clasificación en el segundo tramo (3,6 puntos de penalización frente a los 5,7 del segundo mejor) me sirvió para irme a la cama con una sonrisa. Tuve la suerte de que los puntos de medición coincidieron con mis ceros en ese movimiento armónico complejo en el que que llevábamos al coche, la velocidad, los metros y el acelerador. Pero fuera por lo que fuera atiné con los ceros en los momentos oportuno y aunque en el tercer tramo perdí 3,4 puntos con relación al primero, acabamos la noche en tercera posición y me fui a la cama relajado mientras el coche se quedó cargando las pilas.
A la mañana siguiente, nada cambió. El primer tramo lo hicimos rematadamente mal, pero tuvimos la suerte de que nos midieron en un único punto y por ese punto pasamos con sólo 0,2 segundos de adelanto. Otra vez entre los mejores. Las otras veces no lo sé, pero en esta tuvimos muchííííísima suerte.
El quinto y el sexto tramo fueron muy igualados entre los cuatro equipos que íbamos en cabeza, pero nosotros fuimos los peores las dos veces. Yo me iba acostumbrando al Blunik y perdimos pocos puntos en los dos tramos, si bien acabamos el sexto tramo en el cuarto puesto, a poca diferencia de los terceros, pero fuera del cajón por primera vez desde el segundo tramo. Grrr.
Nuestro contraataque en el séptimo tramo fue demoledor (Demoledoramente involuntario). Lo hicimos lo mejor que supimos, como en todos los tramos anteriores, pero arrasamos. Seguramente, en este tramo, la potencia del Volkswagen Golf GTE nos ayudó mucho a penalizar poco. Era un tramo con curvas en subida y la potencia ayuda a perder poco tiempo. Las ruedas seguían muy infladas y en alguna curva hubiera agradecido mayor control, pero no fue nada especialmente molesto. En este tramo redujimos de golpe cuatro puntos la diferencia con el primer clasificado y nos colocamos en segunda posición. No lo supimos hasta un par de tramos después.
Cuando conocimos que íbamos segundos, ya sabíamos que esa clasificación no iba a durar. Porque en el ocatavo tramo nos perdimos en un cruce (por fin se equivocaba mi copi. Empezaba a estar feo que fuera yo el que se equivocara todo el rato) y con esa pérdida penalizamos unos tres puntos de más. No fue catastrófico, pudo haber sido peor, pero regresamos a nuestro cuarto puesto, el que nos correspondía en propiedad. Lo cierto es que la lucha era divertida. Fue una pena perderse, pero yo estaba tan contento. En este tramo, en la mayoría de controles, salvo cuando nos perdimos, fuimos con adelanto. No mucho, pero algo de adelanto llevamos durante todo el tramo. No fuimos los únicos. Nuestros tres contrincantes principales también fueron con adelanto. Había algún problema con el calibre del Blunik en este tramo. Todos penalizamos de forma muy similar. Creo que si no nos hubiéramos perdido, hubiésemos obtenido también un buen resultado en este tramo.
En rojo están marcadas las dos penalizaciones que yo entiendo que se produjeron por nuestra pérdida. Imagino dos explicaciones posibles para que sean tan similares. Una es que los dos controles estuvieran muy juntos. La otra es que después de ir muy rápido tardase yo demasiado en estabilizar la velocidad del coche. A excepción de estos dos controles, por los que curiosamente pasaron muy bien todos nuestros contrincantes, por la suma del resto de controles hubiéramos ganado el tramo.
Después de la comida quedaban sólo tres tramos. Uno de ellos era largo y todo el mundo me decía que era muy bonito. Por desgracia aún no soy capaz de disfrutar de los tramos. Para acertar con la regularidad todavía voy muy tenso. No disfruto de los tramos. Disfruto si consigo ver ceros en mi marcador.
En el tramo noveno, que no era especialmente difícil, intuyo que algo cambiamos en el calibre a mitad de tramo porque los cuatro primeros controles los pasamos con penalizaciones muy cercanas a cero y a partir del quinto control las penalizaciones se situaron en los alrededores del 0,5. Al ver los resultados ahora, al escribir esta crónica, veo que los tiempos eran relativamente estables alrededor de un punto. El problema es que ese punto cambia a mitad de tramo y nos alejamos del cero en lugar de acercarnos. Da la impresión (no tengo ni dea de si es así) que nuestros competidores hicieron dos cambios de calibre o quizá ninguno y que a nosotros nos pillaron con el pie cambiado por algún motivo. En cualquier caso, yo era feliz. Cada vez me ajustaba más al cero durante el recorrido.
En el tramo décimo (tabla con las penalizaciones a continuación), durante buena parte del tramo vamos muy bien. Penalizamos en los primeros controles, en los que nadie más penaliza y volvemos a penalizar en los seis últimos controles del tramo. Desconozco los motivos. Seguramente todas esas penalizaciones se deban a fallos de conducción. Este era un tramo difícil y había que mirar las curvas y al marcador de forma continua. Probablemente en este caso el movimiento ondulatorio complejo fuera asíncrono y los ceros por los que pasamos no coincidieran con los puntos de control del tramo.
En este tramo, José Manuel Villamayor y Francisco Martínez, que iban líderes durante todo el rallye, cometen un fallo al introducir una velocidad media en el Blunik y penalizan 137 puntos. Pasan de la primera a la quinta posición. Y nosotros de la cuarta a la tercera.
Al terminar el rallye sólo queda desmontar la sonda. un ladrillo situado bajo la rueda nos sirve de gato improvisado. Para los últimos kilómetros por dentro de Castellón he aprovechado el modo eléctrico del coche. Así, el escape no quema.
Es un maravilloso resultado y estoy feliz. Es nuestro primer rallye serio de regularidad. Nos quedan muchos más.
Y por la noche, fiesta.
Íbamos camino del hotel cuando la música de verbena nos desvió de nuestra ruta. Un giro a la derecha no previsto en el road book nos hizo penalizar.
Una comunidad de vecinos de Castellón, con finca muy cerca del hotel, había montado una fiesta callejera. Pilar Rodas me sacó a bailar. Intentó enseñarme el un, dos, tres, un, dos, tres, pero tuvimos menos fortuna que con los controles del rallye. Mi capacidad para el baile roza el cero absoluto. A pesar de mi poco ritmo (quién pescara mi capacidad para el ritmo ondulatorio, para esa capacidad innata para la resonancia que tengo con el pedal del acelerador, para estas ocasiones).
Nos lo pasamos muy bien y bailamos así, así, levantando las manos, así, así, moviendo la cintura, así, así… con los vecinos de Castellón. Voy a proponerles a mis vecinos que hagamos fiestas así de vez en cuando. Así, así.