Mañana de sábado. Bajo cantando del autobús, camino de la redacción. Tengo que repasar la información del X-Bow que con las prisas hay errores e incorrecciones.
Bajo en la plaza Mariano de Cavia y enfilo por la acera de la izquierda hacia la plaza Conde de Casal. Apoyada en la pared roja que hace esquina con la plaza, una mujer sentada en el suelo, pide limosna acompañada de una letanía ininteligible. Una bufanda gris le cubre la cabeza y la cara. No se la ve, mientras balancea su cuerpo con las letanías. Delante, unos papeles a modo de alfombrilla y sobre el suelo un pie descalzo, sucio, que asoma por el final de la falda.
Paso por el lado, la miro, busco casi instintivamente en el bolsillo del pantalón, saco dos monedas de dos euros, las miro, me fastidia no tener nada más pequeño, le dejo una moneda y me guardo la otra.
Sigo calle hacia abajo con el run run de haberle dejado demasiado dinero. Ya no canto. En la primera esquina giro hacia la izquierda, camino de la redacción. Pienso en la mujer. Está desvalida en una calle por la que no pasa nadie. Es como pobre entre los pordioseros. En ese lugar, detrás de la parada del autobús, hace mucho frío, no da el sol y además no pasa nadie. ¿Qué hace ahí? ¿Cómo voy a dejarla ahí, sola?
A cualquier persona que se hubiera caído por la calle le hubiera dado 10 euros para que fuera al hospital en taxi, o la hubiera llevado en mi coche, o la hubiera acompañado. ¿Por qué a ella no?
Dudo. Giro en redondo. Otra vez. Doy la vuelta. Desando la esquina y me acerco a ella. Me agacho, en cuclillas, enfrente, ni cerca ni lejos. No levanta la cara. Me quedo callado unos segundos. Hace mucho frío, está poco abrigada para estar quieta en la sombra y tiene un pie descalzo. Se me hace imposible que está ahí, quieta. Miro el mantelito. «Mis» dos Euros ya no están. Sólo queda la moneda de un Euro que había antes.
—¿Está bien? ¿Puedo ayudarla?
—Tengo seis hijos, mi marido está enfermo, necesito dinero para comprar leche…— empieza la retahíla de siempre.
—Ya le he dado dinero. Dos euros.— Le digo casi presumiendo. —No hablo de eso. No hablo de darle dinero hoy. Quiero ayudarla. ¿Cómo puedo ayudarla?
A la vez que hablo me doy cuenta de que no tiene ningún sentido darle 20 Euros, 50 euros, 100 Euros. Se trata de ayudarla de verdad, no tiene ningún sentido que al día siguiente o dentro de tres días vuelva a la acera, a pasar frío, con la letanía triste e inteligible.
—Sólo Dios lo sabe— contesta con su acento extranjero
—Eso no tiene ningún sentido— murmullo en alto a la vez que lo pienso. Me levanto. Las piernas no aguantan más.
—Yo creo en Dios. Soy creyente. Él decidirá.
No sé si el enviado de su Dios seré yo, un ateo recalcitrante. Me duele esa fe en su Dios, que ya proveerá. «Dios se lo pague» me dicen muchas veces cuando doy dinero en el metro o por la calle y casi me arrepiento del dinero que les he dado. Lo dicen, lo imagino, por el mismo motivo que llevan la cruz de forma bien visible. como herramienta de marketing. Es un chantaje emocional para los creyentes. Recuerden, vienen a decir, que antes entrará un pobre en el reino de los cielos. Y que la caridad da muchos réditos. Esa cruz es una herramienta de marketing. Mi mujer de hoy también la lleva, sobre su alfombrilla, en primer término. Pero me da igual. Hace mucho frío y está sola.
—¿Puede usted trabajar?
—Estoy operada— dice mientras me muestra la mano derecha con una cicatriz.
Seguro que puede trabajar, pero ¿qué entenderá esta mujer por trabajar? ¿Quién se va a fiar de ella para darle un trabajo? ¿Qué comunidad de vecinos le va a encargar que le limpie la escalera? ¿Qué papeles tendrá, si los tiene?
—Mire, aquí no puede estar, hace mucho frío. ¿Dónde vive usted?
Ni se me ocurre llevarla en el coche. Eso se me ocurre ahora al escribir. No llevarla, sino que ni siquiera se me ha ocurrido.
—En una chabola.
—¿Dónde?
—En la Plaza Castilla.
—¿Como viene hasta aquí?
—En metro.
No me explico cómo llega hasta esta calle tan poco transitada si viene en metro. ¿Por qué no pide en el metro? ¿Ganará más dinero aquí porque hace frío y los transeúntes nos apiadamos o no le dejarán sitio en el metro?
—¿Dónde están sus hijos?
—En la cole— me dice y me quedo tan ancho. Pienso que cuando dice «la cole» se refiere «al cole». No me doy cuenta de que es sábado.
—¿Qué edad tienen?
Con su acento extranjero y un español relativamente bien articulado empieza a mostrarme las fotos que tiene en el mantel y a decirme los nombres y las edades. Cuatro años, tres años y dos meses, diez años… señala con el dedo mientras mueve el crucifijo para que aparezcan las caras. Todos y todas están o van a «la cole».
—¿«La cole» es el colegio?— pregunto extrañado porque tres años me parecen pocos.
—Sí, «la cole».— De ahí no la saco.
—¿Viven los ocho en la chabola?
—Sí, con mi marido enfermo desde hace cinco años. Todos en la chabola. Puede venir a ver a mi marido cuando quiera.
Yo no lo transcribo, pero mezcla el tú con el usted. «Puedes venir a ver a mi marido cuando quieras» es la transcripción literal. Habla mucho. Me extraña.
—¿A dónde, a la chabola?
—Sí, a la chabola.
—Me da miedo ir a la chabola.
—¿Miedo? ¿Por qué miedo? No, miedo no.
Lo dice convencida y a mí se me escapa una sonrisa que ella no ve. Llevamos mucho rato hablando y no ha levantado la cabeza en casi ningún momento. Le he visto los ojos de refilón, con esa especie de turbante que le cubre la cabeza y parte de la cara. Pienso que los hijos, los mayores al menos, estarán en un semáforo, limpiando cristales y los pequeños en la chabola, que me horroriza y a la que no tengo intención de ir.
—Mi marido está enfermo en casa. Lleva cinco años.
Empieza a explicarme no sé qué de un tiro, no sé si en el pecho o en la cabeza. No consigo entenderla.
—¿A usted? ¿Un tiro en la cabeza?— le pregunto de pronto asustado porque ese fuera era el motivo del turbante.
—No. Mi marido.
Otra vez de pronto, sin pensarlo, incluso con un poco de brutalidad, le suelto:
—¿Y cómo tiene usted tantos hijos?
Se encoge de hombros y no contesta.
Me he enterado de todo y de nada. No sé qué hay de cierto y de mentira en todo lo que me cuenta. Me da igual.
—Bueno, muy bien. ¿Y cómo puedo ayudarla? Pero no hoy con cinco, diez o 20 euros. No, dígame cómo puedo ayudarla para que no tenga que volver aquí a pedir, cómo puedo ayudar a sus hijos y a su marido. Qué puedo hacer por ustedes.
—No lo sé. Sólo Dios lo sabe.
Grrr. Sé que la mujer está en ese lugar con frecuencia. La he visto en otras ocasiones, pero no me he fijado en ella. He pasado distraído, como siempre, pensando en km77.com y en cómo podemos mejorarlo. Hoy sábado, una moneda de dos euros me ha hecho dar la vuelta.
—Pensaré a ver si se me ocurre algo que pueda hacer. La encontraré aquí.
—Sí, aquí.
Pero asi y todo no se van ni a tiros a su pais, aqui en España se vive mejor
Es Vd tan idealista, Sr Moltó, que se pasa de ingenuo… en mi humilde opinión.
Si quiere hacer algo por ella, llame a servicios sociales o contacte con un trabajador social de Madrid (http://www.comtrabajosocial.com/). Ellos están acostumbrados a lidiar con casos como este y sabrán que es lo mejor que pueden hacer por ella y sus hijos.
Se dedican a pedir porque de esta forma se sacan entre 50 y 100 € diarios. Quizás este caso sea aislado, que no creo, pero Madrid esta lleno de negros y rumanos jovencitos y con pinta de sanos molestando a los transeúntes. La razón de todo eso según la policía y la GC, es que aquí no hay leyes que regulen a estos individuos que han echado de toda Europa. Otra cosa, ponen a pedir a las mujeres porque los Españoles somos Gi…..as y nos lo creemos todo. Ósea que cuanto mas les des mas favoreces a la sociedad
queremos ayudar a ellos?damos un bocadillo,si tienen hambre,damos dos,si es para su hijo,pero NUNCA dinero,da lastima,pero muchos,van pidiendo para comprase alcohol,para fumar,drogas,etc.
es mi humilde opinion,
Creo que el artículo pretende que nos preguntemos si nos equivocamos o no al pensar todo eso que los comentarios ilustran tan bien. ¿Es realmente justo decidir cual la realidad de esa señora es esa sin pararse siquiera a preguntar? ¿O son, en realidad, fórmulas que adoptamos para no tenernos que parar a pensar, a preguntar?
Ahora voy y me pongo pelota: Gracias, Javier, por obligarnos a pararnos. Aunque sea sólo a pensar.
Si quedase estadísticamente establecido que un 99% de la gente que pide lo hace, efectivamente, como una solución «cómoda» para sacarse 50 o 100€ al día, etc, etc, ¿eso justifica no ayudar al otro 1%? ¿Justifica eso no mirar cuando pasamos por delante? ¿Estamos legitimados para aplicar el prejuicio estadístico sin paliativos de ningún tipo al 100% de los excluídos?
En todo caso, estoy de acuerdo con Q. Si quiere ayudar a la señora, avise a los servicios sociales. Ellos deberían ayudarla. Y si no lo hacen, nosotros deberíamos cambiar de gestores.
Con el sistema capitalista, que ni una crisis mundial consigue eliminar, el estado de esa mujer sera el que tendran muchisimas mas personas.
De poco vale compadecerse si nuestros actos involuntarios de cada día provocan esa miseria.
Salu2
Seguramente los trabajadores sociales del ayuntamiento, o los del samur social tengan a esta señora y a su familia en sus expendientes sociofamiliares, y probablemente han intentado ya tramitar algún tipo de recurso social. Tendríamos que hablar con ellos para saber el motivo por el que sigue en la calle pidiendo. Muchas veces pensamos al ver a una persona en la calle pidiendo que los recursos sociales no han funcionado, cuando la realidad es que han realizado múltiples intervenciones que no han conseguido su objetivo, pues por muy buenos que sean los trabajadores sociales, educadores y psicólogos, si la persona no pone de su parte lo tendrán imposible. No digo que sea el caso, pero le aseguro, que el equipo técnico del samur social comocen a esa señora y han intervenido, sin duda.
Yo estoy de acuerdo; el capitalismo es malo: yo quiero vivir como en Cuba o en Corea del Norte.
Muchas gracias a todos por contestar y opinar. Con sus opiniones me ayudan a pensar.
Quede claro que no aprecio más o menos a las personas por que intenten o no mejorar las condiciones de vida de los pobres. Yo me preocupo por los pobres porque me siento mejor. Es egoísmo puro. Lo hago porque me gusta hacerlo. No hay superioridad moral en esta forma de actuar. Lo hago por puro placer.
Juanjo. No me importa nada que sean españoles o extranjeros. Yo me preocuparía si viera a un perro sufrir en mitad de la calle. Los perros no tienen carné de identidad de ningún país. Si veo sufrir a un ser humano también me preocupo. Yo no estaría dispuesto a pasar frío toda una mañana con los pies descalzos en el suelo a cambio de 50 o de 100 Euros. Me parece un trabajo excesivo para esa remuneración. Faltaría cuatro de cada cinco días a ese trabajo, por gripes varias.
Discrepo de la idea de que las personas que piden sean holgazanas. Trabajan a su modo. Me parece un esfuerzo brutal pasar frío todos los días, sentado en el suelo.
Es cierto que su trabajo no produce nada. Pero hay muchos otros trabajos improductivos, por los que sí pagamos. He visto abrir y cerrar la misma acera cuatro veces en un mes delante de la oficina en la que trabajaba. Eso es totalmente improductivo. O las personas que atienden en un peaje de autopista, cuando puede cobrar una máquina perfectamente, tienen un trabajo totalmente improductivo. (Hay muchísimos más que una economía eficiente no toleraría)
Q. Le ha contestado Elías. El Estado no puede con todos estos casos. A mí me preocupan esta esta mujer, su marido y sobre todo sus hijos. Ella seguramente ya no tiene futuro, pero me duele que ceguemos el futuro de los hijos. También sé que no tengo ningún derecho a entrometerme en su vida, que yo considero mejor el estudio y el trabajo «tradicional», pero que ese punto de vista no es universal. Yo tengo una escala de valores que no debiera considerar universalmente buena ni deseable para todos. Dicho eso, aun así, me gustaría que esos niños tuvieran la oportunidad de estudiar, de tener un ambiente cercano de cariño, de calor (físico, incluso) para poder desarrollar unas habilidades que seguro que tienen valor para mucha otra gente. En fin. Es complicado. El Samur, como dice Elías, seguro que los tiene en sus archivos, pero si yo pudiera hacer algo más, o una ONG, me lo plantearía. Hay cosas que sólo se consiguen con cariño. Probabablemente ni una ONG ni el Samur pueda hacer que esos niños sientan la seguridad, el respaldo, el cariño y el afecto que se necesita para estudiar, para tener amor propio, para no deambular por la calle. Muchas ONG buscan dinero para niños de África. Me dan pena los niños de África y los que viven en chabolas en España.
Andrey. Estoy seguro de que lo que dice es cierto en muchos casos. Jaime da una buena idea de lo que yo pienso. El prejuicio estadístico es la expresión exacta para ilustrar lo que pienso.
Andrés. No me consuela culpar al sistema capitalista. Estoy de acuerdo que es imperfecto. Pero nadie me obliga a utilizarlo. La propiedad privada, que es la base del sistema capitalista, es un derecho, no una obligación. Yo puedo compartir mi propiedad privada con quien me dé la gana. El sistema capitalista no me lo impide. Lo único que hace (o debiera hacer) es garantizarme esa propiedad privada si yo la quiero. La libertad de repartirla la tenemos todos.
Como la mayoría de la sociedad (española al menos) prefiere el sistema capitalista a otros sistemas, y lo refrenda en la constitución y en cada elección al parlamento, eso no parece que vaya a cambiar. Echarle la culpa al sistema capitalista en esta situación es como echarle la culpa a la fuerza de la gravedad de que las personas no podamos volar. La fuerza de la gravedad, que sepamos, es inherente a nuestro planeta. Si queremos volar tendremos que tenerla en cuenta.
El sistema capitalista es inherente a nuestra sociedad. Mientras la mayoría lo quiera, no me sirve de nada echarle la culpa. No queda más remdio que tenerlo en cuenta y presentar alternativas que convenzan a la mayoría de la sociedad de que hay otro sistema mejor.
Aparte de eso, discrepo de que esa miseria sea provocada por el sistema capitalista. En todos los sistemas hay personas que se quedan fuera del sistema y pasan hambre. Es lo lógico. Quizá sean personas con estructuras mentales diferentes, pero todos los sistemas, por muy integradores que sean, dejan a personas fuera. De esas personas, si nos da la gana, nos podemos ocupar.
jmbalu. ¿Cómo es posible pasarse de ingenuo? ¿A qué se refiere?
🙁
Le ha respondido a todos menos a mí, qué desaire, qué sofoco, a mí los ansiolíticos.
No le he respondido porque su nombre es muy largo, pero le respondo implícitamente. Es una respuesta elíptica, para una flor sensible como usted.
A usted no le respondo, la riego y la mimo.
Sea feliz
Javier
«jmbalu. ¿Cómo es posible pasarse de ingenuo? ¿A qué se refiere?»
Como comentan otros compañeros, en demasiadas ocasiones esta gente (me refiero a la gente sin hogar) se dedica a pedir caridad como una forma sencilla de obtener ingresos. Añado que en muchas ocasiones lo hacen para no atenerse a normas sociales o de los servicios sociales (en albergues o comedores, por ejemplo). De la misma manera, suelen ver con malos ojos el que uno pretenda darles comida en lugar de dinero en metálico, porque prefieren administrar su (nuestro) dinero a su antojo (otros comentarios mencionan alcohol, tabaco o drogas… Sobre esto no opinaré, lo dejo a cada cuál, allá cada uno y la fe que tenga en su prójimo).
Discrepo de Vd, Sr Moltó, cuando dice que un operario de peaje es igual de improductivo que alguien que pide limosna. Eso no es cierto, aunque solo sea porque el salario de esa persona está sujeto a impuestos; desde el momento en que uno cotiza a la Hacienda pública, es un miembro productivo de la sociedad (mucho o poco, ya dependiendo de lo eficaz que sea la gestión de ese dinero por nuestros gobernantes).
Pero pensándolo bien, quizá no sea Vd ingenuo. Después de todo, reconoce: «Yo me preocupo por los pobres porque me siento mejor. Es egoísmo puro.»
Si es verdad que actúa por egoísmo, ¿qué persigue Vd? ¿Sentirse bien? ¿Cómo, haciendo que la persona que pide limosna se sienta bien? ¿O haciendo algo por el futuro de esa persona y su familia? Porque creo que la acción a tomar será diferente en cada uno de esos casos. Y a veces, lo más sencillo es dejar los dos euros de rigor e irse feliz creyendo que le ha hecho un favor a alguien… y no pensando demasiado en ello. Si decide Vd ayudar en serio, quizá se encuentre con que su ayuda no es bienvenida en todos los casos.
Bueno, si como usted supone, en el caso de que esta mujer tenga niños (cosa que no sabemos), y estén privados de la debida asistencia moral, material, afectiva etc esos menores estarían en situacion de riesgo, o incluso, si la situación es grave, de desamparo. Esto obliga a los servicios sociales municipales, mediante los equipos territoriales especializados en situación de riesgo para menores, la intervención con toda la unidad familiar, y realizar un proyecto de intervención para solucionar la problemática detectada. Existen diversos recursos sociales en colaboración con las ONGs (los recursos sociales están coordinados, no trabaja por un lado los servicios sociales municipales y por otro las ongs…)para dotar a los menores de aquello que necesitan. Es evidente que el sistema de protección de menores es mejorable (falta de profesionales, recursos, etc) pero existe y realiza su labor. El mayor o menos existo de la intervención va a depender de múltiples factores. Me parece genial su concienciación al respecto, pero no sabemos nada o casi nada sobre la señora. Si sus hijos (en el caso de tenerlos) están en situación de riesgo o desamparo, y lo conocemos, nuestra obligación es comunicarlo para que se tomen las medidas oportunas (que se toman, al menos, en el municipio en el que yo vivo). Tenemos un sistema de protección al menor que hace que el futuro de esos menores no dependa de la solidaridad de un extraño, o al menos, es así en muchos municipios que destinan recursos y proyectos a su atención (muchos de ellos en manos de ongs, fundaciones y asociaciones). !Me encanta que en este espacio no solo se hable de coches¡
Elias ha complementado perfectamente con sus dos comentarios el mío propio. No he dicho que los servicios sociales no hayan intervenido sino que son los mejor facultados para ello por medios, experiencia y responsabilidad. Hay magníficos profesionales entre los trabajadores sociales de este país. Muchos de ellos son, además, vocacionales pero creo que esto último no es imprescindible para ser un buen profesional. El infierno, sin embargo, está lleno de buenas intenciones. Por eso creo firmemente en que hay que dejar a los servicios competentes hacer su trabajo. Se les puede y se les debería ayudar al máximo. Pero yo, si veo un fuego, llamo a los bomberos, no vaya a ser que consiga empeorar la situación.
Parafraseando a Churchill, creo que «el capitalismo es el peor sistema económico, sin tener en cuenta el resto». No hay que confundir capitalismo con capitalismo salvaje (o neo liberalismo, o libertinaje económico). Desde mi punto de vista situado en Uruguay, los mejores países del mundo son capitalistas. Por supuesto que hay países desastrosos y capitalistas, pero nunca vi lo contrario.
Si uno recibe lo mismo sea o no productivo, se desincentiva esforzarse y trabajar mejor. Un sistema así (¿igualitarista?) jamás funcionará. Las injusticias se corrigen con la actuación del estado, que se financia mediante impuestos. Si el estado hace las cosas mal, el sistema no funcionará. Y si la gente se empeña en torcer lo que el estado correctamente intenta hacer, tampoco funcionará.
Lo que me da pena en la creencia de esta mujer es que espera a que dios le llegue, en vez de ir a buscarlo. Yo preferiría que los creyentes en una situación como la de ella piensen «voy a dar lo mejor de mí para salir de esta situación, dios me dará fuerzas».
Hola de nuevo.
Yo también soy partidario de que los servicios competentes se encarguen de estos casos. Y estoy convencido de que es el Estado (todos los ciudadanos, de forma organizada) el organismo que debe cuidar a las personas que viven en condiciones infrahumanas.
Dicho esto, en situaciones de crisis, como la actual, el Estado no tiene capacidad para ocuparse de todos los necesitados y, además, hay cosas que el Estado no puede dar en casi ninguna condición, como es la estructura afectiva que necesitan unos niños para desarrollarse. Como siempre, me planteo la forma de encontrar soluciones para los problemas que el Estado resuelve mal. Eso no significa que encuentre soluciones.
jmbalu.
A mi juicio, pagar impuestos no tiene nada que ver con la productividad. Si quien pide limosnas pagara impuestos por lo que percibe no sería más productivo.
También sé que lo que yo considero una ayuda puede no ser bienvenida. Me parece perfecto que no lo sea. A eso me refería en parte con la escala de valores. Sólo faltaba que yo pretendiera decidir por los demás qué es aquello que les conviene.
Les agradezco mucho sus opiniones
Javier
Bueno, nuestro sistema de protección social se ocupa de la parte afectiva que necesitan los menores. En los casos en los que la situación familiar hace imposible la intervención con la familia estando los menores presentes ( casos de malos tratos físicos, psicológicos, consumo de drogas en presencia de los menores, etc etc) o en aquellos casos en los cuales los padres estregan temporalmente la patria potestad a menores, por no poder ocuparse de ellos por situaciones graves, existe el acogimiento familiar. Los técnicos de las comunidades autónomas de residencia deben buscar al menor una familia en la que vivir, con el fin de que no estén institucionalizados. En un primer caso se valora la idoneidad de la familia extensa (tios, abuelos, etc) para evitar que el menor cierto desarraigo. En los casos que la familia extensa no le puede proporcionar todo lo necesario (la parte afectiva es fundamental) se debe buscar una familia acogente ajenas a la familia de origen del menor. Estas familias son seleccionadas previamente, y tienen que cumplir unos requisitos ( se valora que tengas hijos de la misma edad, espacio, tiempo etc ) es importante mencionar que dichas familias conocen que la situación de acogimiento es temporal, hasta que puedan volver son sus padres (no confundir con preadoptivo o con la adopción ) Los padres suelen consentir en la mayoría de los casos estos acogimientos, pues no pierden en ningún caso contacto con el menor ( se establece, dependiendo del caso, visitas con sus hijos ,muy regulares). En el caso de que no consientan el acogimiento, puede ser un juez que de a sus hijos en acogimiento. En paralelo a todo esto, los técnicos (trabajadores sociales, psicólogos etc) trabajan con la unidad familiar con el objetivo de variar la situación que originó la situación de desamparo o riesgo (no todos los casos de acogimiento familiar son producto de un desamparo). Bueno con este rollo que he soltao, solo quiero defender un poco las actuaciones con menores, en las que siempre, desde los técnicos se busca lo mejor para el menor, y para que esté con su familia de origen. Un saludo
Javier, el sistema capitalista es mucho mas que el acceso o no a la propiedad privada. El sistema capitalista antepone los intereses del capital a las personas. El capitalismo es egoista, codicioso y cruel.
El anticapitalismo, que engloba diferentes ideologias como el socialismo (el auténtico, nada que ver con el PSOE), defiende los intereses de las personas y se preocupa de los mas necesitados para que la reparticion de la riqueza sea mas equitativa.
Un ejemplo facil:
Hacer lo que has hecho con esa mujer de preocuparte e intentar ayudarla es socialismo.
Hacerlo con el unico fin de en un blog y asi tener mas visitas e ingresos es capitalismo.
Salu2
Elías,
Muchas gracias por la información. Entiendo que es muy difícil conseguir que eso suceda como está planteado, pero tal como lo dice suena bien pensado. Cuando hablo de que me gustaría conseguir entorno afectivo, me refiero exactamente a eso. me gustaría poder ayudar de alguna forma para que esos niños pudieran tener un desarrollo normal, escolar y con calefacción sin perder el cariño de los padres. Ayudar de alguna forma sostenible al grupo familiar (Por ejemplo, consiguiendo un trabajo aceptablemente remunerado para esta mujer, que sería lo más efectivo)
Andrés, lo que escribe usted no tiene relación ninguna con lo que he escrito yo. No he intentado definir el capitalismo. Sólo he dicho que se basa en el derecho a la propiedad privada. (Claro que es mucho más que eso. ¿Puede haberlo puesto alguien en duda?)
Lo que yo digo es que la propiedad privada eso es un derecho, no una obligación. (Como tantos otros derechos, que son de libre disposición. Nadie nos obliga a utilizar la libertad de expresión, por ejemplo) Lo que digo es que es perfectamente posible vivir como un no capitalista en un mundo capitalista. A nadie le obligan a ser capitalista. Uno puede repartir su propiedad privada entre todos aquellos que le apetezca.
Para definiciones de capitalismo y socialismo, le aseguro que tengo ejemplos mucho mejores 🙂
No a la propiedad privada. Esta tarde misma me voy a instalar en casa de Andres con quien estoy completamente de acuerdo, ya vera lo bien que nos lo vamos a pasar.
Que vuelvan los planes quinquenales y los koljos y los sovjos. Larga vida a Cuba democrática y bastión frente al imperialismo.
Amor libre, pandereta, filosofía para otros y exilios en Londres con derechos de autor, viva, viva.
Una pequeña historia:
Mi tío, que en paz descanse, era un enfermo mental. Completamente sano la mayor parte del tiempo, pero con unos brotes psicóticos un par de veces al año que no le dejaban llevar una vida normal. No era peligroso, salvo para si mismo. Nos arreglábamos en la familia para cuidarlo, muchas veces nos cuidaba él a nosotros, y en las fases agudas se le ingresaba.
Un año se puso bastante mal. Se marchó de casa durante un par de meses. Mi familia, yo de aquella era muy pequeño, lo buscó desesperadamente. Mi padre lo acabó encontrando en Madríd, mendigando en una zona donde parece ser hay muchos sintecho. Al reconocer a mi padre entró en razón y volvió a casa como si nada hubiera pasado…
Procuro mirar con respeto a la gente que está pidiendo. Pueden ser embaucadores, pero me temo que la mayor parte están en una situación límite. E incluso, puede darse la situación de que sean de tu familia o que tu mismo acabes así por una mala racha…
Sr. Moltó, gracias por intentar ayudar a la gente.