En mi viaje a Argentina he ido en Lufthansa, por eso de esquivar la huelga de pilotos. Me gusta el riesgo. He hecho un Madrid-Barcelona-Frankfurt-Buenos Aires delicioso y viceversa. Para mí, lo importante siempre es el viaje, todo es el viaje. La compañía, los detalles, las escalas y la estancia y los adelantos tecnológicos.
Este viaje ha sido delicioso por la comida, claro. En Buenos Aires hemos comido muy bien. Pero no sólo. La verdadera delicia del viaje ha sido la compañía y la acogida. En fin, que me embarullo.
No quiero contarles mi viaje, sino dos detalles en los aeropuertos que me han sorprendido, a mí, que hace un par de años pasé casi más tiempo en un avión que en tierra firme.
El control de pasaportes lo pasamos en Frankfurt. No recuerdo cuál fue la última vez que hice un viaje fuera de Europa y por tanto no sé cuándo me pidieron el pasaporte por última vez en un viaje. Este año no ha sido, por lo que quizá todo esto que voy a contar no sea noticia para ustedes.
El caso es qué en Frankfurt me encontré con una máquina para comprobar mi pasaporte y mi identidad. Primero pones el pasaporte sobre un cristal (como el de una fotocopiadora pero en pequeñito), que escanea la página de la foto. (No tengo fotos de la máquina para enseñárselas. Pedí permiso y no me lo dieron. Hacer fotos en un lugar de control policial nunca ha sido fácil, pero seguro que hay fotos por internet).
Una vez escaneada la página del pasaporte, la máquina te permite el paso a un segundo punto de control en el que ves tu cara en una pantalla. Tú te reconoces con facilidad. La máquina parece que también. en pocos segundos te franquea el paso y ya estás en zona extranjera. Por detrás de las máquinas hay policías y pasos estrechos, pero lo policías parecen poco concentrados y algo despistados, algo parecido a lo que ocurrirá con los conductores de coches autónomos dentro de unas décadas.
La otra curiosidad ha sido que en el control de equipajes y seguridad en el aeropuerto de Buenos Aires no obligan a sacar ni los ordenadores ni los líquidos de las maletas. No sé si se puede viajar con botellas grandes en la mochila. No sé si el límite son los mismos 100 ml por envase como en Europa, pero el caso es que no hay que mostrar los líquidos en una bolsita transparente como ocurre por aquí.
En contrapartida nos obligaron a quitarnos los zapatos a todos, incluso a mí que llevaba unas zapatillas de suela finísima para no tener problemas en el control. No sirvió de nada. Los zapatos hay que quitárselos sí o sí para embarcar en Buenos Aires.
Ah, por cierto, si van a Buenos Aires, intenten ir a La Biela, un bar muy bonito en Recoleta (un barrio). El interior del bar es precioso, fueron muy amables y comimos bien. Además, y sobre todo, hay fotos de la Fórmula 1 de hace unas décadas que para los aficionados resultan conmovedoras.
Ah! Si van a Buenos Aires avísenme, que les puedo recomendar un conductor con chófer para que les lleve por la ciudad y alrededores en una Renault Kangoo, a buen precio, con cinturones de seguridad y reposacabezas sólo para cuatro, conductor y tres más.