He asistido a un curso de conducción para parapléjicos impartido por el piloto de rallies Albert Llovera, que quedó parapléjico tras un accidente de esquí.
Al acabar el curso, hace un par de días, escribí un texto corto que titulé con una frase de Diana, una de las alumnas del curso: «En el coche no soy una discpacitada«.
Cuando Diana llegó al lugar del curso vi cómo sacaba su silla de ruedas del coche, por encima de ella y a través de la puerta del conductor. La dejaba plegada, prácticamente plana, sobre el suelo. Primero la estructura. Después una rueda que encaja en su enganche y la silla de ruedas adquiere volumen. A continuación la rueda del otro lado. Con la la silla preparada y el freno puesto, baja del coche. (He visto sillas con la palanca de freno en el lado izquierdo. El opuesto al del conductor. Si ya resulta difícil de por sí montar y desmontar la silla desde dentro del coche, una tontería como la situación de la palanca para frenar la silla puede parecer irrisoria. Sin embargo, supone un esfuerzo más, para una persona cuyos movimientos no son fáciles. Si la rueda no está perfectamente frenada, para ellos es imposible subir o bajar del coche)
En cuanto la vi, le pregunté si quería que la ayudara «No te preocupes. Ya está.» No estaba nada. Cuando le ofrecí mi ayuda la silla estaba plegada plana sobre el suelo y las ruedas todavía dentro del coche. Media hora antes me había ocurrido algo similar. Le ofrecí ayuda a un hombre de unos 35 años, que aparcó justo a mi lado, exactamente en las mismas circunstancias que a Diana. «No gracias, está controlado».
No sé los motivos por el que ambos rechazaron la ayuda. Quizá yo también la rechazaría. No lo sé. Ese momento de transición entre ser una persona sin discapacidad dentro del coche, con la misma libertad de movimientos que todo conductor, y el paso a la silla de ruedas, probablemente sea el que más esfuerzo requiere de un parapléjico conductor. Durante el montaje de la silla, el paso de una silla a otra, dejándose las piernas siempre atrás, sustentados con la fuerza de sus brazos, que les deja siempre mal sentados, con las piernas siempre a rastras es cuando más se siente la discapacidad. Para un momento así no sirve la ayuda de cualquiera. El esfuerzo es tan evidente (no sé si el sufrimiento), que da pudor mirar. Me hubiera encantado saber ayudar en ese momento, pero sin conocer los trucos debe ser mejor no intentarlo que hacer el patoso. Probablemente ellos lo saben bien.
Cada uno por su cuenta, con mínimas ayudas, incluso para los acompañados por familiares, los alumnos se fueron congregando al lado de Llbert Llovera, que «primero os voy a soltar un poco de teoría».
Mientras da sus explicaciones, los alumnos escuchan. Espero que le hagan caso, porque da consejos útiles, aparentemente insgnificantes. Dos de ellos deben ponerse en práctica mientras el coche todavía está parado.
1.- Atarse las piernas (con una cinta o con un velcro) para que apoyen bien y no vayan dando tumbos por dentro del coche en los frenazos y en las curvas. Albert lleva su pierna izquierda atada al asa de la puerta con un velcro y la derecha sujeta al asiento con otro. «Las piernas tienen que ir bien colocadas dentro del coche —dice Albert— por nuestra salud. Los pies bien apoyados en el suelo y no de cualquier manera, para cuidar nuestras articulaciones. Pero no sólo por eso. También por seguridad. Si un pie se coloca debajo del pedal del freno, no podremos frenar y tendremos un accidente.
2.- Colocar la silla bien atada y en un lugar seguro dentro del coche. No se puede llevar sobre el asiento del copiloto porque en un accidente existe el riesgo muy grave de que golpee en la cabeza del conductor y le provoque lesiones severas. La silla y las ruedas tienen que ir bien colocadas dentro del coche y bien sujetas.
Estos dos consejos me parecieron de interés vital en la charla de Albert. También les contó a los asistentes la necesidad de mover el volante con soltura, de aprender a frenar bien, de trazar bien las curvas y de desplazarse con agilidad marcha atrás con ayuda de los retrovisores. Son consejos útiles para todos los conductores. Intenté aplicar sus enseñanzas en un Fiat adaptado para ser conducido con las manos. Lo contaré en la próxima entrega.