Durante unas horas he tenido la oportunidad de sentirme chófer del equipo español de Copa Davis. KIA, que es el patrocinador, me ha dado la posibilidad (Un millón de gracias, Javier).
Después de recoger el Kia Carnival, lavarlo, repostarlo y dejarlo reluciente, me han citado en la plaza de toros de las Ventas, a las 8:45 de la mañana. Una hora más temprano que al resto de conductores, porque yo era el nuevo y había que rotular el coche. Mi primera ruta ha surgido sólo llegar: Vete al Hotel Norte y recoge a quienes estén esperando y los traes aquí.
Los que estaban esperando eran tres chavales norteamericanos de catorce años que en paralelo a la Davis participan en un torneo contra los tres mejores españoles de la misma edad. Las pistas del encuentro. La Federación Española de Tenis. Por lo que publican los periódicos, me daba miedo acercarme, pero hemos llegado sin consecuencias.
Yo había comprado todos los periódicos para que los ilustres pasajeros pudieran leer, pero ningún periódico en inglés. Así que no les he ofrecido lectura. Con ellos, en el Carnival, venía su profesor, un adulto muy educado. Les he preguntado si iban bien de temperatura, me han dicho que perfectamente y hemos llegado sin novedad.
Yo he conducido con mi mayor maestría, como si fueran el mismísimo Maharajá de Kapurthala. No sé si lo habrán apreciado. Al llegar al destino, el profe les ha dicho:
– What do you say guys?
Los tres han dicho thank you a la vez y se han ido hacia las pistas con sus bolsas gigantes de raquetas.
De vuelta a la Plaza de las ventas, me ha tocado ir a recoger al actual Director deportivo de la Federación, Javier Duarte, y Capitán del equipo cuando español cuando ganaron la Copa Davis contra Australia en el año y ex entrenador de Berasategui, Costa y Corretja.
A Javier Duarte sí le he ofrecido los periódicos y se ha puesto a leerlos con frenesí. Yo no sé si el está a favor de los jugadores o del Presidente de la Federación en la elección de Madrid como sede de estas semifinales. Ni me importa. Y, además, yo soy mejor chófer que periodista y por tanto no revelo nada comprometido de lo que se dice dentro del coche. Todos mis “clientes” pueden hablar por teléfono y con sus compañeros con tranquilidad absoluta, que yo no desvelo nada.
Eso es lo que ha hecho Javier Duarte. Leer la prensa deportiva, tenis en la de Madrid y fútbol en la de Barcelona, y hablar por teléfono. También me ha dado las gracias, muy educadamente, cuando hemos llegado a las ventas.
Después de esta “ruta” no he tenido más trabajo. Al principio me daba mala conciencia abandonar mi puesto de chófer (a la espera, sentado en un sillón) y acercarme a ver como entrenaban. Al final me he decidido y sin alejarme mucho de mi sitio los veía desde una esquina.
Es sorprendente ver jugar a Nadal contra alguien y no escuchar una ovación cuando gana el tanto. Eso ha pasado en las ventas y me ha sonado raro. Era un entrenamiento, claro, pero contra Verdasco ha sido un partido con todas las de la ley, con un Verdasco muy fuerte, aparentemente.
Poco a poco me he olvidado de mi trabajo de chófer y me he ido acercando a Rafa Nadal y he empezado a hacerle fotos con mi camarita (He echado de menos la cámara buena, pero así es mi blog). El tío de Rafa, Toni Nadal, no se ha separado de él. Yo no podía oírle, pero después de cada golpe, con serenidad, le dice cosas y Rafa le escucha y a veces le comenta. Me ha parecido más duro el trabajo de Toni Nadal, tan serio en la pista, que el de su sobrino.
Pongo tres fotos iguales, las tres de saque, exactamente en la misma posición. Todas parecidas, pero con detalles diferentes. En dos de ellas, se ve a Toni Nadal siempre pendiente.
Ya que he comprado toda la prensa deportiva, la he leído y me he enterado que el saque será clave en esta eliminatoria. La altura de Madrid hace que la pelota corra más y los americanos tengan ventaja, porque Andy Roddick juega con ellos y se prevé que saque a más de 230 km/h. Me pregunto si no podrían ponerle una multa.
Esta última foto es de regalo. Me gusta, porque como no se ve la pelota, parece que Nadal esté quieto esperándola, con la mirada clavada, desde hace años.