Nuestro viaje ha estado muy poco planificado. No he sabido hacerlo de otra manera. Tampoco he querido. En un viaje que organizo yo, la incertidumbre es un acompañante más. En cualquier viaje que organice yo, incluso en un viaje en el que no haya que salir de casa.
Llegamos a Tromso y en las cámaras de fotografía archivamos unas luces. Algunos llaman a eso auroras boreales. Ellos sabrán.
Después de un día de descanso, de pasear con mucho cuidado por Tromso con la silla de ruedas, de bajar despacio las pendientes para no resbalar por el hielo, seguimos viaje.
Víctor, que busca siempre auroras boreales sin mirar al cielo, nos dice que a él le gustaría regresar por Noruega. Como habíamos hecho el camino de ida por Suecia, le parecía más divertido regresar por Noruega para ver nuevos paisajes.
A todos nos pareció bien. La incógnita radicaba en si tendríamos tiempo para llegar a Malmö el viernes 26 a devolver los neumáticos de clavos y recuperar nuestras ruedas para el invierno meridional. Conocíamos el buen estado de las carreteras suecas, pero desconocíamos si por Noruega, con muchas curvas a causa de los fiordos, podríamos recorrer tantos kilómetros al día.
Yo recordaba las carreteras de Noruega. Las recorrí en el verano de 2009 y recordaba los paisajes supremos, con la luz de medianoche, y el sinfín de curvas. También recordaba que tuve que embarcar en algún ferry y temía que no llegáramos a Malmö el 26 a cambiar los neumáticos. Pero como las luces del cielo vinieron a visitarnos tan pronto, podíamos salir casi de inmediato para ver los fiordos de Noruega, con un margen de prudencia. La aurora boreal, si estaba en algún sitio, estaba escondida por alguno de esos pliegues entre el mar, el hielo y las rocas.
Después de acercarnos con los coches a besar el mar en el puerto de Tromso, continuamos el viaje. Quedaba poca luz oscura que ver, pero la poca que quedaba nos dio para mucho.
Sólo pongo la hora en las que tomé cada foto, para que puedan apreciar la evolución de la luz. El recorrido es desde Tromso hasta el ferry que hay que tomar para seguir la carretera entre Tromso y Trondheim. Un ferry que nos hizo esperar dos horas. Esa espera fue lo peor del viaje. Una minucia.
12:59
13:00
13:02
13:05
13:05. Y menos 17,5 grados de temperatura. el consumo promedio en este punto del viaje era de 5,7 litros cada 100 kilómetros, después de 5038 kilómetros recorridos desde que salimos de la Puerta del Sol de Madrid.
13:08
13:08
13:13
13:15
13:18
13:18
13:21. Récord de temperatura hasta ese momento. Menos 20,5 grados centígrados.
13:34
13:36
13:37
13:42
13:48
13:48
14:27. Nuevo récord de temperatura.
13:27. Fuera ya es noche cerrada.
19:24. Todavía nos quedan 36 minutos para que llegue el ferry.
Gracias. Unas fotos preciosas.
Volvieron ustedes «muy sigilosamente» 🙂 ¿Estraperlo? ¿Evasión de divisas? ¿Los Pujoles?… ¡Cuenten más!, gracias.
Saludos
Habeis comentado un par de veces el consumo. Habeis notado como influye el frio en el consumo?
En principio al motor le costará mas calentarse, pero en teoria el aire frio mejora la eficiencia para convertir el combustible en energia mecanica.
Gracias, Teresa.
Enrique el Magnánimo. Desde Malmö a Madrid la vuelta fue rápida. Recorrimos 2600 kilómetros en dos días. Pero hasta Malmö, volvimos a ritmo moderado. Paramos en Trondheim y en Oslo.
Pipistrellum. Medí el consumo en el conjunto del viaje, no por sectores, que difícilmente eran equiparables y que por tanto eran una referencia poco fiable al comparar.
Recogimos el coche con menos de 100 kilómetros. Durante los primeros 2000 kilómetros, que hicimos a un crucero de 130 km/h por Francia y también al cruzar Alemania, sospecho que el consumo fue algo superior al que hubiéramos obtenido con el motor rodado. A partir de Dinamarca, el consumo comenzó a disminuir y también la velocidad media.
En Suecia cambiamos los neumáticos de invierno por neumáticos de clavos, de otras dimensiones. Al segundo día también cambiaron las condiciones del piso y empezamos a circular sobre hielo. El consumo pasó de 6,0 l/100 km a 5,7 l/100 km al llegar a Tromso. La velocidad también había disminuido y el frío aumentado.
Como hacíamos etapas muy largas, no creo que el factor de calentamiento del motor tuviera importancia. Tenía mucha más importancia los larguísimos momentos de espera en los que dejábamos el coche en marcha para que no se enfriara.
No lo cronometré, pero no me extrañaría que el coche estuviera detenido y con el motor en marcha más de diez horas durante el viaje. No es mucho para los 10 000 kilómetros que recorrimos.
En la vuelta, en la etapa que hicimos desde Malmö hasta París, de nuevo con ruedas sin clavos, cruzamos Alemania a mucha velocidad en los tramos de autopista en los que la velocidad no estaba limitada. Durante esos kilómetros, el consumo medio se situó por encima de los seis litros cada cien kilómetros. Al cruzar Francia volvió a bajar y llegamos a Madrid con un consumo medio para todo el viaje de 6,0 litros cada 100 kilómetros.
Durante todo el viaje ha hecho mucho frío. No soy capaz de decirle si el coche consume menos a menos 29 grados centígrados, a menos 10 o a cero.
Lo que sí sé, es que el arranque y el funcionamiento nunca nos ha supuesto ningún problema a ninguna temperatura. Y aunque lo normal es que sea así, como no estoy acostumbrado, el gusto de oír arrancar el motor al primer instante cuando el termómetro marcaba menos 20 grados era reconfortante.
Veo que la condiciones son bastante variables, aunque el consumo no está nada mal.
Por loq ue he leido los coches nordicos no son diferentes de los del sur del Europa, pero creo que mi ZX en esas condiciones no cogeria la temperatura nunca. Tambien es verdad que los motores de antes van mas desnudos que los ahora.