(Todas las fotos que hacen Julián y Leticia pueden verse en esta galería de Flickr.)
Suecia. Octavo día. Sábado 20 de diciembre 2014.
(Empecé a escribir este texto el 26 de diciembre de 2014. Lo he terminado hoy, tres de enero de 2015)
Este diarío mío particular de etapa por etapa va muy atrasado. Después de la resaca de las auroras boreales, hemos tenido días de descanso, hemos tenido días de mucha conducción y tengo, cada día, las tareas de cada día, que suponen trabajo variado. Vestir a dos personas, desvestirlas, darles de comer, acompañarñarlas al baño, subirlas al coche, bajarlas del coche, recordar todo lo que necesitan de primera mano, ordenar lo que no van a necesitar de forma inmediata… Me cuesta hacerlo para una persona, me cuesta hacerlo para mí, me cuesta mucho tenerlo todo someramente organizado en mi vida, como para ocuparme además con eficiencia de las cosas y necesidades de Víctor. Así que voy atrasado y seguiré atrasándome en las entregas, pero seguiré entregando, espero que cada día o cada dos.
Enviaré imágenes de todas las etapas y más comentarios. Haré, seguro, una entrada de conducción con neumáticos de clavos por carreteras heladas. Del coche no tengo mucho que decir. Nos ha traído y llevado con tanta suavidad y tan bien, ha arrancado todos los días con tanta celeridad solo apretar el botón de arranque, que le he cogido demasiado cariño. Va todo tan bien, nos ha cuidado tanto y es un refugio tan calentito cuando el termómetro marca que la temperatura fuera es de menos 29 grados centígrados, que después de un viaje así el coche se convierte en tu casa, en tu lugar de residencia, donde más horas pasas al día. Cuando te lleva con suavidad, buena tracción y bajo consumo y cuando pones la calefacción de los asientos a primera hora de la mañana para que cuide tus riñones y los de Víctor y responde siempre como esperas, el espíritu crítico se desvanece.
Este coche es el que nos ha llevado a ver las auroras boreales a Víctor y a mí. Solo por eso deberíamos quedárnoslo. Comprarlo y guardarlo siempre como recuerdo. Pero como tengo el pálpito de que eso no va a poder ser, de momento me conformo con recordar la última etapa antes de llegar a las auroras Boreales.
Salimos de Lulea y llegamos a Tromso.
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En Lulea, dormimos en el Hotel Ornvik. De aquí salimos por la mañana después de que hubiera nevado un palmo de nieve durante la noche.
Estas son las fotos que tomaron Leticia y Julián durante esta etapa
Las que publico a continuación son fotos hechas por mí, con mi camarita de siempre. Mi forma de relato habitual.
Julián o Leticia han acercado el coche hasta la puerta del hotel, para que Víctor pueda subir sin llevar la silla por la nieve. Ha nevado un poco durante la noche. No hace mucho frío.
Sólo menos cinco grados. Hasta esta mañana a unos 700 kilómetros de Tromso, el consumo medio ha sido de 5,8 litros cada 100 kilómetros. Es un consumo medio que no sirve como referencia. Primero, porque lo puse a cero cuando el coche tenía muy pocos kilómetros. Buena parte de la medición se ha realizado durante el rodaje. Segundo, por la cantidad de tiempo que el coche ha estado al ralentí, para que el interior cogiera temperatura antes de que subiéramos Víctor y yo o durante las largas paradas en las que Víctor no baja del coche, pero en las que el coche se queda en marcha.
El navegador prevé ocho horas y media para que recorramos 667 kilómetros. Al final, con las paradas, llegaremos a las dos de la mañana a Tromso, después de haber visto y fotografiado auroras boreales, aunque a estas horas ni lo sospechábamos.
Por el recorrido, nieve en la carretera.
Mucha nieve en la carretera.
Después de un cruce, en un momento del recorrido, el hielo es diferente y mucho más deslizante. Se nota claramente. Leticia y Julián se quedan detrás. Se lo comento a Víctor. «Se deben de haber dado algún susto, porque han empezado a ir más despacio. Estoy tranquilo, el sistema de control de estabilidad del coche funciona bien y no vamos muy rápido. Con clavos en los neumáticos, con tracción total y con los actuales sistemas de control de estabilidad no hace falta ser experto en conducción por nieve para avanzar con seguridad. Más tarde, Julián y Leticia nos lo confirman. Han derrapado en una de hielo y se han asustado, pero ellos y el coche están intactos.
En Suecia y en Noruega el límite de velocidad es exactamente el mismo con las carreteras secas que con las carreteras heladas.
La confianza se gana poco a poco y al final adelantas igual que adelantan ellos. Suecos y noruegos van muy rápido sobre el hielo. Exactamente a la misma velocidad que sobre suelo seco. A Víctor le gusta la velocidad. En ocasiones me pica para que corra.
Pero si corro mucho me puedo perder espectáculos como este.
Hora y media después de salir, cumplimos más o menos con el horario previsto.
El círculo polar ártico ya está muy cerca. Es la una del mediodía y la cámara ya aprecia el reflejo de las luces del coche en la carretera helada. Avanzamos hacia el norte. Cada día anochece antes.
Quince minutos más tarde, a la una y cuarto.
A las 13:23 alcanzamos menos siete grados centígrados. Vamos calentitos dentro del coche, con la palanca en D, a unos 90 km/h y tranquilidad absoluta. Fuera, la luz cambia minuto a minuto.
A la una y media la noche acecha
Y un cuarto de hora más tarde, la cámara capta con nitidez la hora azul.
A las 14:05 la noche ya es completa, aunque en el cielo queda algo de luz. Estamos en el Círculo Polar Ártico y está encapotado.
Vícytro y yo no hemos visto el cartel que indica el Círculo Polar Ártico. Julián y Leticia aseguran que han visto algo que podría ser el cartel, pero que no han parado a hacer la foto. En esta gasolinera nos confirman que ya estamos dentro.
A las 14:53 horas. La noche escura.
En la noche oscura el prodigio se consuma. Paramos a cenar y nos cuesta encontrar restaurante. Nos hemos dado cuenta demasiado tarde y ya está todo cerrado para cenar aunque son solo las siete y media de la tarde. Finalmente encontramos un sitio, cenamos una sopa rica y a la salida reparamos en que el cielo está completamente estrellado. La temperatura ha bajado y la posibilidad de auroras boreales empieza a ser real. Nos quedan más de 160 kilómetros hasta Tromso y reemprendemos el viaje. La temperatura es de menos 18 grados. Nuestro promedio desde el inicio del viaje es de 88,6 kilómetros por hora, a pesar de las muchísimas paradas con el motor en marcha. Es el momento ocho de nuestro viaje.
Los carteles ya anuncian que llegamos a nuestro destino. Hemos elegido Tromso como destino final sin ningún motivo concreto. Podíamos haber ido hasta Cabo Norte, pero Tromso parecía sensato. Ya está cerca.
A las 11:00 de la noche del sábado 20 de diciembre cumplimos 5000 kilómetros de viaje. Ha sido durante la octava etapa. En este momento llevamos una media de 625 kilómetros diarios. Todo números redondos. No lo sabemos, pero nos quedan poquísimos kilómetros para ver la primera aurora boreal. El consumo medio ha bajado una décima durante el día de hoy. Hemos ido un poco más despacio que en los días anteriores.
55 kilómetros después, pero tres horas más tarde, llegamos a Tromso. Durante dos horas hemos estado parados viendo auroras boreales a unos 10 grados bajo cero. Las temperaturas cambian mucho en esta zona y pasa de menos 20 a menos 10 en pocos minutos en coche. Esta foto a menos cinco grados es con el coche ya parado dentro de un aparcamiento en Tromso. Entre la foto anterior y esta vimos auroras boreales que en mi cámara no se ven. Hace falta exposición larga para obtener imágenes como éstas.
Para llegar al lugar poco contaminado por luz artificial en el que hemos visto las auroras, hemos tenido que subir y bajar por un camino helado de fuertes pendientes. En seco no hubiera supuesto ningún problema. Completamente helado me ha hecho dudar. Las ruedas de clavos y la tracción a las cuatro ruedas del Active Tourer nos han sacado del apuro. Llevo una sirga en el maletero por si tuviéramos que sacar uno de los coches del atasco. No hemos tenido que tirar de ella.
Mucho hablar del hotel, ¿y ni una triste foto de la ducha? Las buenas costumbres se están perdiendo…
He estado viendo las fotos en Flickr de Leticia y Julián y son increíbles. Aun así, creo que una foto jamás podrá captar un instante como la persona que vive ese momento. Por eso creo que aunque cuando veo vuestras fotos intento imaginarme allí como uno de vosotros no creo que pueda ni siquiera acercarme un poquito a sentir lo que cada uno de vosotros sentisteis por allá arriba en todos esos «instantes» que hay colgados en Flickr.