Hoy me ha explotado el suelo. Paseo de la Castellana esquina Fernando el Santo. A las 11:15 de la mañana caminaba yo un poco rápido para llegar a la Gala de entrega de los IV Premios Nacionales de Cortometrajes de Educación Vial. Ha sido un atentado contra la seguridad viandante cometido por la acera.
Pegado a la esquina, al lado de la embajada de Haití, iba rápido para llegar a tiempo a la convocatoria del RACE, el suelo ha explotado. Un martillo me ha golpeado el interior de las dos piernas a la vez. Un golpe brutal. E, inmediatamente, un humo amarillo denso me ha envuelto y me ha llenado la boca de basura.
He pensado en una mina pero sin pensar en una mina. Ha explotado al pisar, como si hubiera activado un detonador con mi pie. A dos metros, un portal (el de la embajada de Haití y Qatar). Me tiro en su interior para cobijarme. No entiendo nada y pienso en un atentado fallido. Tengo la sensación de que están las piernas destrozadas. Espero una segunda explosión. La espero vagamente. Pienso que en la primera ha fallado algo y que sólo ha explotado el detonador. Espero la segunda tendido en el suelo. Las paredes son gruesas y me siento protegido.
La primera persona que llega es un Policía Nacional. Me duelen las piernas y todavía estoy aturdido. Me toco y las muevo ligeramente. Veo que están enteras. Miro los pies. Todo en su sitio. El dolor es intenso y sigo sin entender. Llega una mujer en un traje de chaqueta malva. Se acuclilla a mi lado. Me calma. Me pone una mano en el pecho, le pongo mi mano encima. Muevo las piernas. «Estírate, me dice, que estarás más cómodo» y me pone el bolso para que apoye la cabeza. Muevo las piernas poco a poco. «No tienes nada roto, si no te morirías de dolor. No te preocupes que no ha sido nada. Vaya susto.»
Alguien dice que ha habido una explosión eléctrica y que ha saltado la tapa del registro. «Pues ha sido como un martillazo» pienso, o lo digo, no lo sé. Algo debo de decir porque me responden: «Claro, es que esas tapas pesan 10 kg». No digo nada pero pienso «el peso es hacia abajo. Vaya peso más raro». Me callo. Llega un hombre y me ofrece su número de teléfono. Todavía tengo porquería en la boca. La voy sacando poco a poco.
«Lo he visto todo. Te doy mis datos por si quieres denunciar». Los policías me animan a que me quede con sus datos. Le doy mi teléfono para que lo apunte en el bloc de notas. No se fuga con él. Una chica dice que ha llamado al Samur, que enseguida viene. El Policía me pide el DNI. Almudena sigue a mi lado con su mano sobre mi pecho. Yo ya estoy bien, pero no suelto su mano. Me incorporo ligeramente para sacar el DNI de la cartera. Me río por la situación. Yo en el suelo, tumbado, y mucha gente de pie alrededor. Las piernas me duelen mucho pero estoy tranquilo. No ha sido nada. Almudena ve que ya no necesito cuidados y mimos y se va. (Si ella supiera que yo siempre necesito cuidados y mimos). El Samur tarda en llegar e Isabel que es quien los ha llamado tiene que quedarse en el lugar hasta que lleguen.
Cuando llega la ambulancia del Samur los trabajadores y el policía me ayudan a levantarme. Estoy bien, pero las piernas me duelen. Subir las escaleras de la ambulancia me cuesta un esfuerzo. Me tumbo y por fin me bajo los pantalones para ver las heridas. No tengo nada de nada. Tranquilidad. Me ponen una pinza en el dedo índice (pulsi, la llaman, si no me equivoco) y me dan dos cifras: 49 pulsaciones por minuto («haces deporte») y saturación 98 (por ciento, supongo yo. «No fumas»).
Estoy en la camilla tirado prácticamente media hora. Viene la policía municipal, me pide el carnet, viene otra ambulancia del Samur (se han liado), y se asoman mujeres que venían en la otra ambulancia. Una se asoma y me pregunta. «No le dejéis solo» oigo a lo lejos «No, que estoy yo hablando con él» responde ella. Se van todos y me dejan solo otra vez. Hago fotos.
Todo parece muy poco eficiente. Yo estoy bien, está bien que vaya al hospital a que me revisen, pero ni es necesario que vaya en ambulancia ni aparentemente es necesario que haya tantas personas alrededor, arriba y abajo. Al final cuando nos queremos ir, mi carnet de identidad está fuera de la ambulancia, que me lo han pedido por enésima vez.
Al poco de subir y en vista de que todo está bien, le pido a uno de los trabajadores del Samur que haga fotos del registro eléctrico que ha explotado. Yo, por la dureza del impacto, pensaba que había salido volando una tapa pesadísima. He tenido mucha suerte. Sólo se ha abierto de forma violenta una tapa con dos bisagras que han aguantado perfectamente y la tapa se ha quedado fija en su lugar.
«Qué casualidad que explotara justo cuando yo estaba encima. Exactamente igual que una mina», pienso.
Nos vamos en la ambulancia del Samur con la sirenas sonando. «No hace falta que suenen las sirenas, que estoy bien». «Es por operatividad. Así llegamos antes y podemos acudir antes a otra urgencia». Pienso que con las luces bastaría (por operatividad y por menos ruido) y que llevamos mucho tiempo parados como para ponernos ahora en plan «operativo». Pero no digo nada.
Sí les digo que se pongan el cinturón de seguridad, que no vamos rápido pero que el cinturón de seguridad es muy útil a bajas velocidades. «No, vamos despacio. Y porque tú ahora estás bien, pero muchas veces tenemos que ir de pie atendiendo al enfermo». No se ponen el cinturón. Llegamos al hospital (Ramón y Cajal, muy lejos de la explosión) en pocos minutos. Confirmo que la sirena y las luces son operativas. En el Ramón y Cajal, me ponen en silla de ruedas, me hacen radiografías, me hacen pruebas de movimiento de las rodillas y certifican que no tengo nada grave.
Llego a casa y escribo a Almudena para darle las gracias. Un cielo.
Me alegro de que esté usted bien.
Hace algún tiempo tuve una caída en una estación de metro. Iba con un niño en brazos que se dio un golpe en la cabeza y fue culpa de una de las personas que me acompañaban, no de las instalaciones.
Yo tenía algunas heridas superficiales en la mano y el niño nada, solo el susto del golpe. El operativo de emergencias consistió en desplazar una ambulancia que nos hizo pruebas in situ y nos llevó más tarde al hospital.
Resultado:
– Más de una hora de tiempo de ambulancia (con su personal correspondiente), entre que llegó, la espera en la estación (considerable, no sabemos por qué) y el traslado al hospital.
– Traslado al hospital con luces y sirena, cuando habíamos estado parados un buen rato en la estación.
– 4 o 5 curas en la mano, entre las realizadas en la estación, la ambulancia y el hospital. Diría que innecesarias a partir de la 2ª.
Sí, yo también me pregunté si todo eso era muy eficiente.
Vaya susto! Me alegro de que no fuera nada, pero debe tener las piernas de colores, por los moretones. También es mala suerte que explotase justo en el momento que usted pasaba.
¿Es que al pisar la tapa se produjo un corto?
Y enhorabuena, 48 pulsaciones después de un susto -a tu edad- 🙂
La electricidad estática de mi garboso caminar 🙂
Hola,
Es operativo en tanto en cuanto puede haber derrames, contusiones y otro tipo de traumas indetectables, que le pueden sobrevenir en cualquier momento. Y sería entonces peor. Aunque parezca mentira, es parte de un protocolo de prevención.
Parece que ha hecho un corto –> llevó una fase a tierra y sus zapatos son de suela plástica y estaban bien secos… tuvo suerte. Cable pelado o semipelado tocó la tapa metálica del registro al presionarla usted con su peso.
A continuación una primitiva… esas oportunidades no se deben perder. Me alegra que aún pueda seguir «apostando» 😉
Saludos
Usted preocupándose de los cinturones y basta con ir andando para que se le trague a uno la tierra en plan camaleón, arreando un lengüetazo.
Espero que se le haya pasado el dolor. ¿Ya ha denunciado a la compañía eléctrica? ¿O era el alumbrado público del municipio?
Cuídese. Y la próxima vez que vea un registro, cámbiese de acera.
Verán, yo tengo la rara costumbre de, si es posible, no pisar nunca ninguna tapa de registros, alcantarillas y demás.
No es falta de eficiencia. Al contrario.
Puede quedar en un susto, puede haber una hemorragia interna. Un golpe en la cabeza puede ser mortal al cabo de unos minutos.
En mi experiencia (en Cataluña), suelen venir 2 ambulancias. La primera, medicalizada, con un doctor y con muchos medios… cuando se observa que no es muy grave, se suele llamar a una 2ª ambulancia más básica (aunque con personal sanitario, claro), de modo que la ambulancia medicalizada quede disponible para otras posibles urgencias.
Incluso en términos económicos, es eficiente. Tal vez de cada 10 salidas, realmente sólo sea imprescindible una. Pero en esa una, está la diferencia entre la vida y la muerte, o entre resolver la situación con cierta facilidad, o quien sabe, un coma de varios meses, y salir de éste con problemas neurológicos.
Sale a cuenta enviar esas 9 ambulancias innecesarias, para que ese único caso de cada 10 se resuelva con mayor facilidad.
(el dato de 1 de cada 10 es totalmente inventado, pero es razonable que por ahí vayan los tiros).
p.d.:
Rezaremos para su pronta recuperación.
Eso si que es un susto. Menos mal que la tapa tenía bisagras y no salió despedida, imagines un golpe de una tapa voladora de 10kg… Como le han comentado más arriba suerte que la descarga no le llegó a usted, estaríamos hablando de otra cosa si así hubiera sido.
Ánimo y recupérese.
Saludos
kabi
Sin duda, le ha protegido el altísimo 😛
Vaya D. Javier, una casualidad desdichada que pasara algo «tan raro»
Como apunta algún otro lector, tiene pinta de cortocircuito al presionar la tapa bajo su peso y ésta tocar con algo.
Menos mal que a la postre fue solo el susto y las magulladuras.
49 pulsaciones … no está nada mal …
Qué cosas más raras le ocurren.
Bien pensaba al leerle que el desenlace sería otro: tuve una pesadilla, fue otra cosa,…
Parece algo insólito. Lo peor, que en un día de lluvia podría haber sido algo grave.
Lo importante es que está bien. Doy por hecho que sus piernas ya no duelen.
Sorprende el ánimo de fotografiar el suceso. Yo nunca lo hubiera hecho. Alma periodística, supongo.
¿No son pocas 49 pulsaciones? Conozco a quien da 37, pero no sé hasta qué punto es conveniente.
Me alegro de que todo haya quedado en un susto.
Habría que analizar el efecto de Almudena sobre el ritmo cardíaco…
Llevo dos años riéndome de mi pobre perra que se niega a pisar tapas de registro. Ahora va a resultar que ella tenia razón y yo estaba equivocado.
Me alegro de que lo suyo sólo haya sido un susto y un par de moratones. Yo le mando un abrazo y mi perra un «ya te lo dije».
Abrazos
@14: Su perra se llevaría algún calambrazo y no se lo ha sabido explicar.
Un alivio que todo siga en su sitio. Las piernas, también. ¿Has probado a llevar una tira antiestática? No te servirá de nada, como en los coches, (al fin y al cabo tú no eres el causante de la explosión), pero te quedaría muy lucida. Por cierto, gracias Almudena por cuidárnosle.
Lo de las 49 pulsaciones.
En algún sitio pone «low batery».
Es lo que más me preocupa.
Cagondiez, desde que lei esto ayer voy por la calle como Jack Nicholson en As good as it gets.
Button impacta contra una tapa de alcantarilla en Mónaco http://blogs.20minutos.es/formula-1-alonso/2016/05/26/button-impacta-contra-una-tapa-de-alcantarilla-en-monaco/
Las ambulancias y demás vehículos prioritarios deben llevar de forma simultánea las luces y las sirenas activadas para que sean considerados como tales.
Es verdad que por la noche o en ausencia de cruces cerrados o tráfico, la sirena se atenúa o se apaga para evitar contaminación sonora.
Cuéntenos como evolucionan sus heridas, las comunicaciones con el responsable del registro y la futura indemnización por daños.
Ráfagas, GTO.