Ayer, mientras conducía este coche para medir el error del cuentakilómetros, me paré en un borde de la carretera para hacer esta fotografía de adivinanza. Probar coches tiene esa ventaja añadida. Que cuando no tienes que mirar la carretera fijamente, o el cuadro de instrumentos, o la pantalla central, puedes mirar el paisaje.

Pocos minutos después de hacer esta foto, mientras estaba parado en otra orilla de la carretera, apuntando datos, recibí un mensaje por Whatsapp de una amiga, desde Estados Unidos. Era sólo una imagen. Esta:

Horas después, depués de las 12:00, ya en casa un sábado, como Cenicienta, conecté el televisor y vi que en las fiestas callejeras que surgieron en Estados unidos para celebrar la derrota de Trump, abundaban las banderas arcoiris. Inicialmente me sorprendió. No pensé que en un momento así los gays necesitaran mostrar su felicidad relacionada con su opción sexual. Seguramente me sorprendió porque soy torpe. En cualquier caso, me recordó a mi foto de la tarde.

Me alegra la derrota de Trump. Me alegra mucho. Vi en directo su discurso desde la Casa Blanca en el que aseguraba que con los votos legales había ganado las elecciones y que le robaban la victoria con votos ilegales. Un discurso así, de un presidente de los Estados Unidos, desde la Casa Blanca, con esa cara de párvulo enfurruñado y sin ninguna prueba que acredite sus palabras, supone un peligro incomensurable en un mundo como el actual, en el que el populismo y la falta de voluntad democrática de tantos políticos y comunicadores que buscan su rinconcito bajo el sol pone en peligro el único sistema cuya racionalidad permite sustituir las balas por votos: la democracia.

Es un sistema imperfecto, sí, pero sabemos por experiencia que es el menos malo de los que conocemos. Hasta que me convenzan de que hay otro sistema mejor, seré un defensor absoluto del sistema democrático. Trump es una amenaza para la democracia y por eso me alegro de su derrota.

Esta adivinanza de hoy se ha convertido también en mi manifiesto a favor de la democracia. Me ha salido así, espontáneamente.

En cambio, cuando hice la foto del retrovisor, sólo pensaba en la suerte que tenía de que la naturaleza se aliara conmigo para poder hacer una foto de adivinanza especial. ¿De qué coche se trata?

🙂