En 1996, antes de las elecciones generales, le pregunté a Rodrigo Rato sobre la política laboral del PP. Su respuesta fue: «Las relaciones laborales son un asunto privado. El gobierno no tiene nada que decir sobre las relaciones entre empresarios y trabajadores.»
Dos años después, cuando Rato era Vicepresidente económico del gobierno, le pregunté sobre esas declaraciones suyas en una rueda de prensa. Las negó. Afirmó que él nunca había dicho eso. Yo había emitido el corte de esas declaraciones en la radio en la que trabajaba entonces. Era innegable que lo había dicho. Hubo varios tertulianos que las oyeron y debatieron sobre ellas. Aun así, Rato se negó a sí mismo.
Han pasado mas de 12 años desde aquella afirmación de Rodrigo Rato, dos gobiernos de PP (uno con mayoría absoluta) y una legislatura completa del PSOE. La legislación laboral española apenas ha cambiado.
En la actualidad, la tasa de paro en España es la más alta de los países de nuestro entorno, la más alta entre los países industrializados. Según la Encuesta de Población Activa del INE, en el segundo trimestre de 2009 la tasa de paro era del 17,92% de la Población Activa. Una tasa de paro altísima en comparación con nuestro entorno. Esa comparación se analiza mejor si tenemos en cuenta que la Tasa de Actividad de nuestro país (Personas en edad de trabajar que declaran su voluntad de trabajar) no es especialmente alta (un 60,06%). En algunos países la Tasa de Actividad llega al 80%.
En esta situación delicada, sindicatos y gobiernos se niegan a hablar del abaratamiento del despido. Ni siquiera plantean la posibilidad de debatirlo. Parece que se niegan incluso a pensar en ello, como si pensar pudiera hacer daño.
El argumento tradicional de los sindicatos para zanjar esta cuestión es que la actual indemnización por despido sirve para proteger al trabajador de la arbitrariedad del empresario. El gobierno actual dice que en esta situación de crisis no se plantea abandonar a los más débiles. Un argumento antiguo de los defensores de altas indemnizaciones por despido es que ayudan a mantener el empleo. La realidad española, con altas indemnizaciones por despido desde hace muchos años, siempre ha demostrado que esa afirmación es falsa. La tasa de paro en España siempre ha sido muy elevada en relación a nuestros vecinos. (Antes se achacaba al atraso histórico del Franquismo. No creo que nadie se atreva todavía a utilizar esa justificación)
Lo de la «arbitrariedad del empresario» siempre me ha hecho gracia. ¿Por qué aceptamos la arbitrariedad del empresario cuando decide establecer una relación laboral con una persona pero no aceptamos esa arbitrariedad cuando quiere romper esa relación laboral? ¿Por qué el empresario es un mal «árbitro» cuando despide y un buen «árbitro» cuando contrata? Para que las arbitrariedades estuvieran compartidas, en esta situación, ¿tendríamos que plantearnos la posibilidad de que el trabajador pagara una fianza que respondiera por la confianza depositada en él al inicio de la relación laboral?
Me parece un disparate plantear asuntos delicados y claves para la economía de un país en estos términos. Claro que hay empresarios déspotas que no merecen tener empresas ni que el sueldo de alguien dependa de su riesgo. Estoy de acuerdo. Busquemos soluciones para esos casos que no perjudiquen al conjunto de trabajadores y a la economía de un país. Porque intentar luchar contra elementos indeseables con una norma que perjudica a todos sólo conduce a desastres. Basar una ley general en las excepciones es un dislate infinito. Del mismo modo, busquemos soluciones contra los malos trabajadores. (Mayor posibilidad de contratar sin comprometer la estabilidad futura, mayor posibilidad de crear empresas y competir unos con otros facilita que la economía no se enquiste y que se depure y se transforme a los malos trabajadores y a los malos empresarios)
El argumento del gobierno es igual de estrambótico. ¿Defender a los débiles? ¿Las personas con trabajo y varios años de antigüedad son las débiles en una situación de crisis como la actual? Los débiles de verdad ¿no son los parados? ¿Qué hace esta ley en beneficio de los parados?
No me digan que esta ley evita que haya más parados porque las cifras les niegan la razón. Lo único que hace esta ley es dividir a la Población Activa en dos: los que tienen su trabajo protegido por un blindaje legal y quienes no tienen su trabajo protegido por un blindaje legal.
La indemnización por despido, lo que hace en realidad, es proteger a un grupo de trabajadores frente a otro. Es mentira que sirva para proteger al trabajador frente a la arbitrariedad del empresario. Lo que hace es proteger al trabajador veterano frente al trabajador que no tiene esos privilegios, pero que quizá tenga muchas más ganas de trabajar y esté mejor preparado.
La indemnización por despido es un privilegio de un grupito de trabajadores frente a otro, un arancel, una tasa, una medida proteccionista equivalente a un impuesto de importación para proteger las mercancías locales. Un impuesto para que los trabajadores con contrato no vean peligrar su puesto de trabajo (aparentemente) frente a personas con más ganas de trabajar, mejor preparadas o más afines al puesto de trabajo por el motivo que sea. Es una medida proteccionista infame, indigna de personas que dicen preocuparse por el bienestar de los más débiles. Si de verdad se preocupan de los débiles, denles la oportunidad de competir cada día por el mismo puesto de trabajo.
Esta medida proteccionista tiene consecuencias desastrosas para la economía. Amplios grupos de trabajadores que se apoltronan, que trabajan al tran tran porque saben que les corresponde una indemnización por despido inasumible para una empresa. Una indemnización que perjudica al ambiente laboral, porque cuando alguien trabaja a medio gas hay otra persona que tiene que asumir parte de esa responsabilidad, y porque crea grupos diferenciados de trabajadores en el mismo entorno de trabajo.
Pero la ineficiencia va más lejos. Hay muchas personas que no cambian de puesto de trabajo, que rechazan ofertas mejor remuneradas y más satisfactorias, porque en el nuevo trabajo pierden el derecho a percibir ese arancel. Pierden expectativas e ilusión acausa de un arancel que quizá les lleve hasta la jubilación con la ilusión de esa protección.
Por no extenderme en las personas que ante una nueva oferta laboral empiezan hacen todo lo posible para que la empresa les despida antes de aceptar el nuevo trabajo.
Luis Ángel Rojo, ex-gobernador del Banco de España, definía la economía española como la economía del suflé. Recuerdo oírselo después de la crisis de 1993. Él se refería al mercado laboral, que después de una crisis no conseguía recuperar tasas de empleo a igualdad de riqueza. Luis Ángel Rojo hablaba de suflé antes de las famosas burbujas actuales. Lo definía bien. La economía española, con esta legislación laboral tan rígida, sólo mejora en competitividad a base de crisis salvajes, que al final permiten hacer despidos más baratos, porque las empresas pierden dinero, con un coste elevadísimo para toda la sociedad. Las empresas sólo pueden reestructurarse y mejorar su competitividad a golpe de martillo, a lo bruto, muchas veces en situaciones desesperadas, que cuestan a la larga más puestos de trabajo.
La magia no existe. De nada sirve poner una tuerca muy gorda en un lugar determinado, si la máquina es débil. Al final, lo que se rompe es toda la maquina. No podemos renunciar a debatir asuntos como la rebaja de la indemnización por despido, analizar los casos en los que uno pueda beneficiarse de ella, buscar formas de proteger a los débiles y a delimitar las «arbitrariedades» empresariales que merezcan protección por parte del trabajador y las del trabajador que merezcan protección para la empresa y el resto de trabajadores.
En los últimos tiempos, se han lanzado muchas ideas sobre modificaciones de la legislación laboral. Antes de abordar medidas concretas, creo que es imprescindible analizar la situación actual y formarse opinión sobre las ventajas e inconvenientes de la legislación actual para la sociedad en conjunto.
Gracias por dar sus opiniones. Espero que podamos profundizar para que nadie nos robe este debate.