Me pregunta kcabkcarT, en el escrito anterior, si quedaba bien la furgo en el parking del Hotel 5* y el 5*GL o desentonaba ligeramente.
Es una pregunta interesante. Conozco a mucha gente que le da gran importancia a la apariencia del coche. Algunos que incluso arriesgan su competencia profesional o el bienestar familiar a cambio de la apariencia de los coches que conducen. Un coche aparcado es un coche aparcado. No corre ni más ni menos que cualquiera de los que está a su alrededor, ni es más cómodo, porque no hay nadie dentro, ni tiene mejor estabilidad. Un coche aparcado es sólo apariencia.
Conozco a periodistas del motor que sólo se suben en coches de determinada categoría, o que sólo utilizan coches de determinado nivel, para sus viajes, para llevar los niños al colegio o simplemente para ir a casa por la noche y regresar al trabajo la mañana siguiente. Quienes mandan en las redacciones de algunos medios, se llevan a casa el coche más molón (independientemente de quién tenga que escribir luego la prueba) y en estricta sucesión jerárquica, los redactores considerados de menor categoría (¿Qué será eso?) se llevan coches de menos caballos, menor precio o de apariencia más pobre.
Hace unos años, 15 más o menos, fui a cenar con mi novia a Zalacaín, un restaurante de Madrid al que todo el mundo ponía por la nubes. Fuimos en un Fiat Uno de 45 CV de potencia. Era nuestro coche. Un coche de segunda mano con el que nos pegamos viajes preciosísimos, a 140 km/h en las bajadas y a la velocidad que fuese en las subidas. Yo por aquella época llevaba ya varios años trabajando como periodista probador de coches y es probable que tuviera aparcado en el garaje algún coche más caro y aparente que el Fiat Uno, pero para movernos por dentro de Madrid y para dejarlo en la calle, preferíamos utilizar con el «pelota». Un «pelota» maravilloso, que nos permitió viajar y descubrir lugares deliciosos.
[No he vuelto a Zalacaín. Nos trataron mal desde los aparcacoches (dos, no sé por qué, no había tanto movimiento, creo) hasta quien nos despidió al salir (creo que no nos despidió nadie). No sé si fue a causa del «pelota» o de que no teníamos la pinta adecuada [mi novia de entonces era (y es) superestilosa y yo hago lo que puedo]. Para colmo el steak tartare que comí estaba malo. Lo trajeron preparado, sin posibilidad de cata previa, como prefabricado (cortado a máquina) y con carne seguramente demasiado reciente. En fin. Supongo que en parte todo me parecía mal por la mala leche que me entró. (Era más o menos 1993, no tengo ni idea de cómo será Zalacaín ahora. Ahora, si quiero comer bien voy a ver a mi amigo Iñaki Camba, de Arce, por ejemplo, que me da unos abrazos cuando entro que me hace hueco en el estómago de forma automática cuando voy sin hambre. O a mi amigo Ricardo, de Kabuki, para que me sablee con felicidad mutua. Tengo más amigos con restaurantes en Madrid, todos caros, hay que joderse. Juanjo, de la Tasquita de Enfrente, que hace más o menos un año me dejó trabajar un día de camarero en su casa, porque me hacía ilusión acercarme a conocer ese oficio. En fin, no sigo hablando de restaurantes. Ya no me queda más remedio que no nombrar a otros que conozco o que me han gustado y que me gustaría meter aquí (con calzador), pero no era esa la cuestión de este artículo.]
El otro día me contaron de una empresa en la que los veteranos (socios) pueden beber en vasos de cristal y los becarios sólo pueden utilizar vasos de plástico (o algo así, porque me cuesta tanto de creer que seguramente lo entendí mal). O que hay servicios para jefes y servicios para no jefes. Cosas así de raras que a mí me cuestan de creer y de entender los motivos por las que alguien pueda gestionar así una empresa.
La furgona es un coche como cualquier otro. Con carteles de ATESA en los laterales, porque es de alquiler. Cuando me bajo de la furgona soy el mismo ignorante que cuando me bajo de un Maybach, quizá el coche de serie más caro que he conducido. Hay personas que me superan en ignorancia. Estoy seguro de que no es porque se bajan con más frecuencia que yo de coches caros y aparentes.
LA FURGONA FRENTE AL HESPERIA FINISTERRE
De los dos hoteles caros en los que hemos estado durante estas vacaciones, la furgona sólo ha estado aparcada delante del Hesperia Finisterre, de cinco estrellas. Al llegar pregunté en recepción:
—¿Qué hago con el coche?
—Déjeme las llaves que nosotros nos ocupamos.
—De acuerdo. Es esa furgona aparcada enfrente.
—Muy bien. Si la van a necesitar, nos avisan con 10 minutos, para que se la traigamos a la puerta.
—Perfecto. Gracias.
Al cabo de 10 minutos bajamos de nuevo a recepción y el recepcionista (muy amable desde que entré a preguntar si tenían habitación libre porque no teníamos reserva) nos dijo:
—Aquí tengo la llave de su furgona.
Me hizo gracia que la llamara furgona, mimetizado ya con nuestro lenguaje. Sonreí y le di las gracias.
A la mañana siguiente, después del desayuno, cuando bajamos a pagar para irnos, nos tenían la furgona preparada delante de la puerta. Un hombre nos acompañó con las maletas.
—No sé si tendremos sitio para todo el equipaje —dijo con sorna y una sonrisa.
La furgona nos hacía felices a todos. En el Hesperia Finisterre parecían orgullosos de tenerla aparcada en la puerta. Era el mejor coche de todos los que había por allí. Nos llevaba de vacaciones. ¿Cuál podía ser mejor?
Tiene toda la razón. Muchos compran los coches por motivos ajenos a los coches mismos, por apariencia y esas cosas. Creen que el coche es una prolongación de su personalidad o algo así. En mi caso uso el coche una media de 40 minutos al día, y claro, con ese uso, aunque me encantan, no creo que tenga sentido gastar mucho dinero en estar cómodo o rodeado de calidad durante tan poco tiempo. Además ahora que los coches de cinco estrellas de seguridad están tan baratos, no es necesario gastar tanto para ir seguro.
Además por alguna extraña razón me gustan más los coches de marcas generalistas que los premium, que me parecen más sosos.
La furgona es perfecta en cualquier lugar. Tiene un diseño simpático. Además, en un buen hotel buscan clientes, tengan el coche que tengan, igual precisamente por tener un coche modesto pueden permitirse un buen hotel…..
España es una recién llegada al club de los países que disfrutan de un nivel de vida desahogado, el crecimiento económico español tiene lugar en la muy reciente década de los 80 y de un modo exageradamente vertical.
De hecho, la motorización de la clase media-baja y la obrera tiene lugar precisamente en esos años, los 80, pues antes no eran muchas personas las que disponían de posibles y en muchos casos contactos para comprarse los simpáticos utilitarios de la época.
Como recién llegados a la riqueza, muchos han hecho de sus coches los embajadores de su éxito y por eso han comprado coches que sirviesen para anunciar al entorno lo bien que les iba; ese uso del coche como publicidad de su supuesta valía personal ha ahondado más en el resentimiento social que es lo que tanto caracteriza a los españoles.
El éxito no se perdona en este país, porque es ofensivo. Disfrutar de un buen nivel de vida es ser considerado un estafador, un explotador de la clase obrera, un listo, un aprovechado o un delincuente. Por regla general, aquel que ha triunfado es, por necesidad, un idiota con suerte, así se pegue el batacazo de su vida.
La gente que triunfa en otros países es seguida de cerca por otros, es interesante, se pretende repetir su fórmula, aprender de ella, admirada.
Triunfar en España sólo está permitido en el deporte y en la canción; cualquier empresario es visto como un explotador decimonónico de trabajadores.
Así pues, el resentimiento social y la exhibición imprudente de riqueza no asimilada son el perfecto caldo de cultivo para vivir en un país que en este aspecto queda definido como de mediocres y envidiosos pues la masa empuja para igualar al que despunta.
JM
Hola a todos.
Voy a contar un chiste que por la «coyuntura» podría ser interpretado como metáfora:
La clase.
La profesora ha lanzado la pregunta de «qué quieres ser de mayor».
– A ver, Javi, ¿tú qué quieres ser?
– Yo periodista, para viajar mucho y conocer mundo.
– Muy bien, muy bien, Javi.
– Y tú, José Mari, ¿qué dices?
– A mí me gustaría ser abogado, para ganar mucho dinero y jubilarme pronto 😉
– Estupendo, Jose Mari.
– ¿ Y tú Jaimito (quién iba a ser si no)? Sorpréndenos con tu vocación.
– Yo de mayor quiero ser idiota.
– ¿Y por qué quieres ser idiota? (sorprendida, aunque no mucho conociendo al andoba)
– Porque mi padre siempre dice: «Mira ese idiota cuanta pasta gana», «mira ese idiota qué pedazo de carro conduce» y «mira ese idiota qué mujer tiene».
A mí la vida me ha enseñado a no guiarme por las apariencias, y por añadidura, a no querer aparentar lo que no soy. Esforzarme por mejorar lo presente sí, pero no traspasar el límite entre posibilidades y sueños. Hoy en día cualquiera puede tener el coche que quiera, el vehículo no es significativo de nada.
Que los mejores coches son los más caros, eso es casi siempre incuestionable, y que todos queremos lo mejor también (si se puede).
Saludos desde Zgz y perdón si me ha salido del tiesto.
A mí me llama la atención la abundancia de coches caros, de alta gama o de lujo que abundan en los últimos tiempos en nuestro país (y recalco ‘en nuestro país’ porque en otros no muy lejanos la cultura al respecto es bien distinta).
Teniendo en cuenta las cifras económicas oficiales, que nos dicen que la mayoría tenemos salarios normales o incluso modestos, siempre que veo tantos vehículos de alta gama (incluidos esos grandes todoterrenos, absurdamente tan de moda) no puedo evitar preguntarme a qué se dedicará su conductor o de donde sacarán el dinero para llevar coches tan caro.
Y cuando llegas un poco más al fondo del asunto llegas a la conclusión de que en general falta educación. El que recibe una herencia, o le toca la lotería o o tiene unos ingresos extra de otro tipo, inmediatamente se compra un coche bien caro para aparentar. Luego están los que piden grandes créditos (en cantidad y plazo) para adquirir algo por encima de sus necesidades. Y luego resulta que ves al mismo individuo privándose de cosas más básicas o necesarias o con una vivienda que no se corresponde precisamente con el valor del vehículo que luce. Afortunadamente, también hay ejemplos inversos de gente con coches modestos y apariencias más discretas aunque tengan sobradamente para más (y luego resultan ser más inteligentes y solventes), pero son muchísimo más raros.
Yo siempre he pensado que gastarse demasiado dinero en un coche (y en cualquier ‘última tecnología’ por lo general) no tiene mucho sentido, porque después de un tiempo se devalúan inevitablemente, aparte de los gastos que supone mantenerlo. Hoy podemos encontrar coches ‘baratos’ que son muy buenos para el valor y la tecnología que ofrecen, sobre todo al compararlos con los de hace unos pocos años. Y no me cabe ninguna duda de que en pocos años ya estarán anticuados frente a otros de coste más bajo.
Quizás la coyuntura actual haga cambiar lo que la sensatez no ha conseguido.
Creo que ahora hay una tercera vía batante interesante, que la que siguen aquellos que compran un coche de lujo de segundamano, coche que hace sólo cuatro o cinco años valían más de 60.000 euros y que en cambio ahora tienen un precio en torno a los 10.000 euros…. ¿qué me decís de ellos?
Me parece una opción genial para tener un coche magnífico a precio de compacto actual, por supuesto sin preocuparnos por el tema de aparentar pero si por disfrutar de un coche de calidad muy elevada…
Quién le hace hascos a coches como un Audi Allroad o un Vw Touareg o un Volvo XC90???
Dicho queda, y enhorabuena por la web.
Lo que Ud. comenta resulta muy evidente en los coches (el tamaño del objeto marca la diferencia) pero es perfectamente aplicable a un montón de productos de consumo más. Los signos externos, convenientemente atizados por campañas de comunicación comercial, han marcado la forma de consumir no sólo en los países desarrollados, sino en prácticamente todo el globo. Ese sentimiento tan humano como es intentar despertar la envidia del prójimo, incita al consumo de ciertas marcas. Llevar una camisa con un gachó montado a caballo con una especie de martillo muy largo (¿para que servirá ese chisme?) coloca al portador en un estatus social que supuestamente debe de ser envidiable por los que no la llevan. Los signos externos también sirven para declarar la pertenecia a una tribu determinada. En la antiguedad, supongo que los indígenas se pintaban para determinar su pertenencia a una tribu. Ahora, se supone que si eres un triunfador (una tribu que parece que está muy solicitada en nuestros días) tienes que conducir una determinada marca de coches, mirar la hora en un determinado reloj o llevar un móvil que remueva el café automáticamente …
No sé cuantos de los pecados capitales se ven reflejados en esa forma de consumir, pero lo cierto es que así es. Es más, estoy seguro que así ha sido siempre y así seguirá siendo. Lo único que ha cambiado es que en nuestros días, con la enorme revolución de las comunicaciones, todo resulta mucho más evidente.
Suficiente filosofía por hoy. Estoy con Ud. No sé si la furgona era la mejor solución para las vacaciones, pero esa «su» solución y por lo tanto es perfecta.
PD. Mi experiencia en Zalacaín es más o menos la misma que la suya; un par de veces hace ya algunos años. Coincido en el trato frio y distante, pero la zampa: ¡de lujo!
«Conozco a periodistas del motor que sólo se suben en coches de determinada categoría, o que sólo utilizan coches de determinado nivel, para sus viajes, para llevar los niños al colegio o simplemente para ir a casa por la noche y regresar al trabajo la mañana siguiente. Quienes mandan en las redacciones de algunos medios, se llevan a casa el coche más molón (independientemente de quién tenga que escribir luego la prueba) y en estricta sucesión jerárquica, los redactores considerados de menor categoría (¿Qué será eso?) se llevan coches de menos caballos, menor precio o de apariencia más pobre.»
Me siento muy identificado con este párrafo. Me encantaría escribir un libro sobre mis vivencias en este sentido.
Cuando aparecía un Porsche o un BMW por la redacción me hacía mucha gracia ver como le cambiaba la cara y el carácter a un «compañero» de pupitre. De las presentaciones de producto no quiero ni hablar. Lo único que aprendí fueron los malos modales y los estúpidos comentarios de algunos colegas de profesión que le miraban a uno por encima del hombro. Aún así, había gente que merecía mucho la pena y de la que se podía aprender un montón.
En fin, me voy a morder la lengua…. que me caliento, y no quiero… jejeje
Afortunadamente, hay grandes profesionales -como Javier Moltó- que logran ver las cosas de otra forma.
Gracias por el comentario Javier. Me alegra mucho que coincidamos en el comentario.
Un saludo
Deberíamos ir todos a hoteles de 4 y 5 estrellas con furgonas… 😛
En Enero hice un viaje Santiago-Madrid-Santiago en una Berlingo alquilada (aunque de 5 plazas) y nos hospedamos, 2 de nosotros en el Husa Paseo del Arte (cosas de los viajes de novios) y otros en el Ayre Gran Colón… Y en el Husa, cuando llegamos a dejar a la parejita, nos miraron muy raros… Sin embargo en el Ayre, hasta les hizo gracia ver que nos cabía todo el equipaje dentro e incluso un portero nos comentó que sí que era buena idea alquilar una de estas para viajar cargado… 🙂
Coincido con muchos de los comentarios de aquí, personalmente me gustan los autos pequeños, con mi esposa nos gusta viajar mucho y conducimos un utilitario pequeño de tres puertas, es un coche barato pero ha sido muy noble con nosotros. Podriamos endeudarnos y comprar otro mas nuevo, mucho mas caro y mejor, aunque no mucho, pero decidimos no hacerlo, nos gusta nuestro carro y estamos feliz con él, aunque en algunos lugares sea el patito feo de la fiesta.
Yo siempre digo que si tuviera mucho dinero (pero mucho) tendria muchos autos hermosos, caros y elegantes, pero la gracia de tener uno o varios autos caros es no sufrir para pagar su mantenimiento.
Por otro lado, un tema anexo a su articulo de hoy, una pregunta que ya he hecho en otro post pero quiza no la haya leido es respecto a su viaje del tropico al circulo, que categeoria de auto hubiera elegido para hacerla si hubiera tenido la posibilidad? teniendo en cuenta costos, riesgos, etc, claro está.
Saludos.
Esta claro que en España nos gusta aparentar, si ni es con el coche es con la ropa o con cualquier otro aparato que podamos permitirnos comprar, pero esto no pasa solo en España, nuestros vecinos portugueses tambien les encanta aparentar de echo el probable que tengan un gran coche y vivan en una casa muy pequeña, pero tambien ocurre los mismo con gente de otros paises sin ir mas lejos este fin de semana en el GP de Europa se podian ver en el puerto depotivo de Valencia grandes barcos, que lo unico que hacen es demostrar ostancion e intentar recordarnos al resto que nunca llegaremos a tales metas, en mi caso desde luego que nunca me compraria un barco de recreo de 80m, vamos que lo que quiero decir es que en todo el mundo se lleva lo de aparentar. En cuanto a lo de la furgo en el Hotal 5* como alguien dijo anteriormente, el hotel lo que quiere es tener las habitaciones llenas por lo que le deveria dar igual si llegas en una furgo o en un RollsRoice.
Tenemos que pensar que un coche es un «utensilo» para hacer nuestras vidas un poco mas comodas, recorer distancias medias en un tiempo corto, pero eso lo hace igual un Mercedes de ultima generacion o un Fiat, sin embargo si vas en el Mercedes parece que esa distancia la has recorrido de una forma mas comoda y mejor, algo que no es verdad pero asi nos lo venden y tenemos que aceptarlo …
Entrañable post.
JotaEme: pues sí.
Hola Elias. No pretendo tener razón en nada. En realidad no pretendía opinar, sino describir. Cuando digo que un coche aparcado es un coche aparcado. ¿Qué estoy haciendo, opinando, describiendo o diciendo obviedades? Seguramente las tres cosas a la vez, pero lo que pretendo es describir obviedades. No opino en este artículo. No me parece mejor tener una furgona Berlingo que un Maybach. Ni al contrario. No tengo ni toda la razón ni parte. En cambio usted sí tien razón. la furgona tiene un diseño simpático. Y tenía que haberla visto con mi acompañante encaramada en el asiento. No sé por qué extraña razón las mujeres se encaraman en los asintos, suben als piernas a las banquetas, se sientan sobre ellas, las colocan en la bolsa de la puerta o… no hay forma de que se sienten como los hombres 🙂
JotaEme, estoy de acuerdo con su análisis, no estoy de acuerdo con su valoración. Asimila el éxito y el triunfo con ganar dinero. Para mí no tiene nada que ver el éxito y el triunfo con ganar dinero. Triunfar probablemente sea escribir «La sombra del arquero» (no ha habido en España nunca un libro como ése, ni siquiera Faulkner ha escrito algo así). Sansón y Dalila de Rubens, Dafne en el río de Rembrandt o el Moisés de Miguel Ángel. Cualquier pobre de hoy es mucho más rico que Felipe II, en cuyo reino no se ponía el sol, o Carlos V, qué más da. El diinero es una filfa. El triunfo y el éxito no se pueden medir con dinero ni con riqueza ni con coches ni con adulaciones. El triunfo y el éxito son íntimos. Nunca he sentido su sabor. El éxito es ser Ángel González y escribir esto:
ME BASTA ASÍ
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
Ivan, claro que sí. Los coches son artefactos divertidos. yo disfruto mucho con ellos. Con algunos muchísimo. Por ejemplo con la furgona, acompañado con quien me río y disfruto y de vacaciones. Con otros coches disfruto en carreteras de curvas. A saber. Ascos no le hago a ninguno.
titchy. A mí me sorprende el sentido de propiedad de los niños. con muy pocos años dicen: es mío. yo también creo que seguirá siendo asi. Parece condición humana.
Sensini, yo no soy un gran profesional (probador de coches). Me gustaría, pero no es cierto. No soy capaz de retener lo suficiente y algunas cosas de los coches me aburren. Creo que fui un buen profesional hace muchos años. Ahora me faltan referencias, pruebo pocos coches (porque no me atraen y no me fijo como antes). Quizá sea un gestor aceptable, pero no un buen probador de coches. Por suerte, creo que he conseguido reunir muy buenos probadores en km77.com, que además tienen muchas ganas de hacerlo cada día mejor.
Hola Edoss, se me olvidó responder. No tengo una respuesta. Es muy difícil decir algo sensato. Depende del placer que obtenga cada uno de conducir un Diesel o uno de gasóleo, un manual o un automático, un coche con mejor estabilidad o uno con menor consumo. yo disfruté mucho con el Golf, pero creo que hubiera disfrutado de forma muy parecida con cualquier otro coche.
Javier; el triunfo social se mide en dinero. El personal como le guste a cada uno. Lo que yo busco en la vida es ser feliz, no ser rico. Matizo que no son términos incompatibles. No creo que el dinero sea la felicidad. Tampoco creo que el dinero o su ausencia impidan la felicidad; pero sí creo que el dinero permite buscar la felicidad verdadera con más comodidad.
Aquí huele a ajo frito.
JM
Por cierto, no me he leído la poesía esa que ha cortapegado porque me ha dado mucha pereza leerme algo así como trascendente y maravilloso, todo tiene su momento, y ahora no era momento de maravillarme con una cosa así como sobrecogedora e íntima sobre algo muy elevado.
¿Me puede hacer un resumen o algo?
JM
Con ajo frito, entonces, JotaEme
¿De verdad que el triunfo social se mide con dinero? ¿Por qué? ¿Quién lo dice? ¿Es una norma de obligado cumplimiento? ¿Esa vara está en el Museo de pesos y medidas de París?
¿Que quién lo dice, pregunta?
Se lo acabo de decir yo.
Y va a misa.
Hombre, hasta ahí podíamos llegar.
Y no me rechiste que le lanzo una cabeza de ajos, ¿eh?.
JM
¿Chistarle yo? Ni se me ocurre. ¿Rechistarle? Imposible.
Tiene toda la razón. Usted dice que el triunfo social se mide con dinero. Pero yo preguntaba el porqué de esa afirmación y quién dice ese porqué. Pero ya no lo pregunto. Lo preguntaba antes nomás.
Guárdese los ajos, que el ahorro es el primer paso del triunfo social. (Aunque no me parece mal compartirlos. Podemos hacer un sabroso salmorejo. Usted pone los ajos y yo el resto)
¡Vaya, vaya! ¿Qué es el triunfo social? A mi en la escuela no me hablaron de eso. Jo, mis padres deberían haber elegido otro centro para prepararme mejor y triunfar socialmente, ¿se dice así no?. Pero tranquilos todos, mis hijos( si es que alguna mujer se osa a concebir criaturas con este fracasado social, pues no he triunfado socialmente) tendrán esa oportunidad. Un saludo.
No se si se llamaría exito social o de cualquier otra forma, pero es cierto que cierto exito se mide en dinero, como otro, que podriamos decirle personal se mide en amistades y otro, que bautizaríamos afectivo se mide en familia. Por ultimo, creo que hay otro que no se como llamarle que se mide en la tranquilidad con la que uno viva, la libertad que uno tenga para hacer lo que realmente le plazca. Este ultimo es el unico que para mi se destaca de todos los aqui listados es mas facil de lograr si se ha logrado cierto nivel de todos los demas exitos, incluido en dinero.
Dificilmente podria yo ser feliz y vivir tranquilo si mi familia no tuviera que comer, el dinero no hace la felicidad, pero cierta cantidad es un requisito necesario para lograrla.
Por otro lado, alguien dijo que no compraría nunca un barco recreativo de 80m, pues bien, si yo tuviera tanto dinero que comprarlo y mantenerlo no fuera un sacrificio lo compraría, pero no por tener un yate, sino porque salir a dar vueltas en el con mi familia y/o mis amigos me haria feliz.
Saludos.
El dinero no da la felicidad. Pero las cosas que nos hacen felices son tan caras…
Cuando alguien me pregunta cuánto me ha valido esto o aquello, suelo responder «sólo dinero».
Edosss el del barco fui yo, yo me referia a que nunca me lo compraria como simbolo de ostentación por mi riqueza, y la verdad no se nada de barcos pero para salir con tu familia, supongo que con uno mas pequeño te apañirias.
un saludo.