Mi sentido de la orientación es nefasto. Si me dan vueltas con los ojos cerrados al abrirlos he perdido todas las referencias. Me da la impresión de que hay personas que se orientan con facilidad, que tienen memoria corporal de los puntos cardinales, de los lugares de origen, del camino recorrido. Yo me oriento con un mapa, si sé dónde estoy situado y hay referencias del espacio en el mapa. Caminos, montañas, calles… Pero sin mapa, tengo la sensación de que otras personas se orientan mejor que yo sin referencias, que saben, en mitad de las dunas del desierto a mediodía, sin sombras, en qué dirección está el hotel del que salimos por la mañana. Yo me pierdo.
Con esta conversación de fondo, con unos amigos, uno de ellos dice:
—Sin referencias se pierde todo el mundo. Hasta Colón se perdió.
—El problema de Colón no es sólo que no tuviera referencias. Es que ni siquiera sabía el diámetro de la tierra —Respondo.
—¿Cómo que no sabía el diámetro de la tierra? Colon sabía perfectamente el diámetro de la tierra. Los griegos ya sabían el diámetro de la tierra.
—No, los griegos no sabían el diámetro de la tierra. Y Colón tampoco —Vuelvo a responder.
—Los griegos conocían perfectamente el diámetro de la tierra. Y no sólo conocían el diámetro de la tierra, sino que calcularon el metro.
—¿Cómo que calcularon el metro? ¿Qué significa que calcularon el metro?
Demasiados frentes abiertos.
Lo que me interesa de esta discusión es lo de que «los griegos ya sabían el diámetro de la tierra». ¿Qué significado puede tener esa frase?
Nosotros sabemos que Eratóstenes calculó el diámetro de la tierra. Y, además, ahora sabemos que los cálculos que realizó se aproximan a la realidad. Pero Eratóstenes calculó el radio de la tierra y lo calculó después de realizar algunas suposiciones que él no podía saber si eran correctas o no. Eratóstenes calculó el diámetro de la tierra pero no pudo realizar ninguna comprobación de que sus cálculos eran correctos y que sus suposiciones eran acertadas y precisas.
Por otro lado, Eratóstenes era una sola persona. ¿Tuvieron fortuna sus cálculos y fueron ampliamente conocidos o se quedaron escondidos en la biblioteca de Alejandría? ¿Ese método que él utilizó para medir el diámetro de la tierra fue repetido y mejorado constantemente?
No, no fue así. Unos años más tarde, Posidonio de Apamea, calculó de nuevo el diámetro de la tierra y le dio una medida muy inferior a la que obtuvo Eratóstenes. El valor obtenido por Posidonio fue posteriormente aceptado por Ptolomeo y es el que perduró hasta el siglo XVI.
El cálculo de Eratóstenes no era una medición empírica. Por eso no podía existir el conocimiento, el saber. Era una suposición correcta que quedó aniquilada por otra suposición incorrecta. Nadie en el mundo sabía. Todos suponían, y supusieron mal, generación tras generación.
No, ni los griegos, ni los romanos ni Colón sabían el diámetro de la tierra. Nadie de ellos pudo medirlo nunca. Podían fiarse de los cálculos de unos y de otros, mejorarlos, perfeccionarlos, pero no tenían medio de comprobar que esos cálculos se ajustaban a la realidad.
Cristóbal Colón no se fió de los cálculos de sus antecesores y ese fue uno de sus principales problemas. Colón pensaba que la tierra era mucho más pequeña de lo que en realidad era.
Pero no sólo eso. Decimos que los griegos conocían tal o cual cosa porque hubo un griego o varios que dijeron y escribieron sobre tal o cual cosa. Es como decir que en el siglo XX sabemos que el agua hierve a 100 grados y que por mucho que subas el fuego la temperatura del agua no sube. ¿Lo sabemos de forma extendida, lo aplicamos?
No tengo claro lo que significa saber para cada uno de nosotros, pero lo definiría de alguna forma parecida a «tener aprehendido un conocimiento» y aunque no lo sepamos de memoria, lo tenemos en cuenta y buscamos la información concreta cuando la necesitamos.
Para saber, no basta con que alguien calcule correctamente lo que supone. Uno puede estar convencido de que ha establecido bien las premisas y que sus suposiciones son coherentes. Eratóstenes realizó todo el proceso de forma impecable (habida cuenta de los medios), y sin embargo, Eratóstenes no sabía el diámetro de la tierra. No tenía ninguna forma de demostrarlo empíricamente. Eratóstenes sabía mucho, pero como no fue capaz de convencer (a saber qué significa demostrar si no es precisamente disponer de las herramientas precisas que te permiten convencer a los demás de que lo que dices es cierto) a sus vecinos, su sabiduría se perdió. suponía correctamente y había dado un dato muy aproximado, pero no sabía. No sabía más que Ptolomeo. Ambos estaban convencidos de que no erraban, pero no podían demostrarlo.
En muchas ocasiones, de todo lo que creemos que sabemos, lo único que tenemos son datos suministrados por otros, de los que nos fiamos. ¿Hacemos bien en fiarnos? Yo, por si acaso, cada vez que pongo a agua a calentar o a hervir incluyo un termómetro al experimento. Claro que, ¿cómo sé yo que ese termómetro mide igual en la cocina de al lado? ¿No estará mi cocina especialmente bombardeada por neutrinos calóricos?
Esto de vivir es complicado si uno quiere saber. Por eso, la mayoría de las veces no nos preguntamos nada. Creemos. Y hasta nos creemos que sabemos. Y muchas veces nos parece que los demás saben.
Un día, parado en la moto en un paso de peatones cruzaban por delante de mí un hombre y un niño, con la luna en el horizonte.
—Papa, ¿A qué distancia está la luna?
—Muy lejos. A 1500 kilómetros.
El niño quedó callado. Seguramente tan callado como me quedo yo cuando me dicen que los dinosaurios vivieron hace 65 millones de años. ¿Me cabe en la cabeza? No me caben ni 2000. ¿Soy capaz de entender, de hacer mío, de aprehender lo que significa 65 millones de años? Y 13.000 millones. No, yo no soy capaz.
El padre tenía razón. La luna está muy lejos y 1500 kilómetros es muy lejos. Yo, que tengo memoria cero, casi me caigo de la moto. ¿La luna más cerca que Copenhague? No, seguro que no, pero… a qué altura vuela un avión. A 10 kilómetros. Y un avión vuela muy alto y se ve muy pequeñito. ¿Puede estar la luna 150 veces más «arriba» de lo que vuela un avión? ¿Por qué no?
Demasiados problemas para un niño y para un padre. ¿Cuánto mide un kilómetro? ¿Cuánto tarda el niño en recorrerlo a pie? ¿Lo ha recorrido alguna vez? ¿Tiene una idea en la cabeza?
Enseñar, aprender, saber. Nos han cambiado el Ministro de Educación, pero el proceso sigue siendo muy difícil y no le prestamos suficiente atención. Cualquiera nos creemos que sabemos. Y, buf, qué difícil es. Porque, ¿de verdad sirve para algo conocer el dato de que la luna está a casi 400.000 kilómetros? ¿Sómos capaces de formarnos una idea de qué significa eso? Sin más referencias, yo al menos no. Si me pongo a pensar en referencias que conozco mejor, calculo que en un avión comercial tardaríamos 400 horas en recorrer la distancia, sin parar, casi 17 días, poco más de medio mes. No es tanto.
Aunque Colón hubiera conocido con precisión en metros o kilómetros el diámetro de la tierra, ¿de cuánto le hubiera servido la información? ¿Podía hacerse una idea de lo que significaba esa distancia en un mar desconocido?
Cuando de pequeños estudiamos que la capital de Francia es París. Aparte de una combinación concreta de cinco letras, ¿aprendemos algo? ¿Tiene algún significado ese aprendizaje?
Claro que tiene sentido ese aprendizaje, le aporta a usted las bases para entender otras cosas. Porque de lo contrario, tendría que ir por ahí comprobando todo metro en mano, y a algunos de nosotros apenas nos llegarían los 80 años de vida para saber lo que en tercero de primaria.
De todas maneras, si uno de mis amigos me dice que un griego (clásico o moderno) «calculó el metro», me hubiera quedado tan confundido como usted y es posible que también hubiera escrito un mensaje como el suyo. Es como medir el número quince o sumar el abecedario. Ahora, si él puede y sabe, pues nada, a calcular 🙂
Javier Moltó, usted ni siquiera se ha planteado que su cerebro le esté informando adecuadamente, que esto sea un blog y que usted no sea una rata de laboratorio. ¡Es más!, podría ser la Nancy Malibu… :-). Al pobre Descartes le costo mucho demostrar que existía… la existencia de Dios se la inventó, ya tenía bastantes problemas como para ponerlo en duda.
¿Duda del bagaje de científico de su civilización, de la forma de aprendizaje, etc.?
Saludos
A mi me gusta utilizar magnitudes tangibles para hablar de lo inabarcable.
Por ejemplo el señor Ortega D. Amancio, cobra 1.000 millones de euros en concepto de dividendos.
Un euro detrás de otro.
Piénsenlo.
Pd-Cada año.
@3 Jose: dejándo a un lado que lo que usted quería es meter con calzador una opinión económica o política donde nadie hablaba ni de política ni de economía, permítame indicarle que la magnitud de esa cantidad de dinero es imcomparable con las franjas temporales que ha mencionado Javier. Un buen comienzo está aquí (en inglés):
http://waitbutwhy.com/2013/08/putting-time-in-perspective.html
http://waitbutwhy.com/2014/11/from-1-to-1000000.html
Ojo que la página engancha y luego uno ya no sale. Recomiendo también el artículo sobre la intellegencia artificial.
Inteligencia, así sin faltas. Maldito autocorrector listillo e imperialista.
D. Javier… ¿por que es usted D. Javier? ¿o no? ¿como lo sabe? ¿está seguro? ¿sus sentidos le engañan?
Es usted la encarnación de René Descartes. Reléase el Discurso del Método, disfrute, pero que no le de un soponcio cuando llegue a la explicación sobre Dios 🙂
Le tengo que invitar a unas cañas -un champán mejor, que hace tiempo que no lo mentamos por aquí- cuando me acerque por los madriles.
@clint
Por qué deja a un lado lo que yo quería?
Ahora que lo se.
Jo.
O no lo se?
Recuerdo una vez que me perdí por las dunas, y cuando llegué a una carretera asfaltada, no tenia ni idea de si había que tirar a la derecha o a la izquierda. Y se estaba haciendo de noche. Poco antes había vuelto al lugar de salida tras un buen periplo de búsqueda.
¡Que gran invento el Tom_Tom!
@7 Jose: lo dejo a un lado porque aquí estamos intentando tener una discusión entretenida e interesante, y lo que usted dice no viene a cuento. Así que, con los enlaces que he puesto en los que se habla de distancias y de los órdenes de magnitud en la ciencia, intento que la charla vuelva a su cauce.
@8 Joaquín: y que lo diga. Cuando pienso en los coches viejos de los 80, con tanto ruido y sin aire acondicionado, siempre me viene a la cabeza que de haber tenido entonces un navegador hubieran sido mucho más llevaderos. Ahora sólo nos perdemos con intención, cuando queremos, por disfrutar. La de vueltas que dimos inútilmente, ¡cuántos kilómetros y tiempo perdidos! Quizás suficientes para ir a la luna 🙂
@9
Sr. Eastwood
Esto es lo que vd entiende por entretenido e interesante.
Muy bien caballero.
Si restamos sus intervenciones, la cosa se pone fea y si las tenemos en cuenta casi más fea todavía.
Y lo que yo digo no viene o si viene a cuento en función de su agudo sentido del protagonismo.
Lo tiene Vd. claro amiguete.
@10 Jose: sus aportaciones en este y otros blogs están llenas de incoherencia y parecen buscar sólo ser el centro atención. Acaba usted siempre enzarzado en discusiones con todo el mundo.
Si lo hace usted a propósito, si lo que quiere es trolearnos, le doy la enhorabuena por su indudable éxito. Al fin y al cabo, aquí estoy yo como un idiota entrando al fin al trapo, a pesar de haber intentado evitarlo durante varios mensajes. Hay algo en su manera de expresarse que hace hervir la sangre de una forma que desafía la ley de la entropía. Es la suya una cualidad innata que está usted tan en su derecho de usar como hago yo de mi pedantería.
Pero si de verdad cree en lo que escribe, y si de verdad cree que la gente puede entender lo que escribe en esas frases cortas inconexas y a menudo contradictorias («ahora que lo se, jo, o no lo se?»), le recomendaría que recapacitase porque en la vida real cuando uno le dice «amiguete» a un desconocido, lo único que consigue es que no le tomen jamás en serio.
@11
Cree Vd que es este el sitio en el que más me preocupa si me toman en serio o no?
Por otro lado, la vida enseña que seremos tomados en serio en cuanto al otro le parezca que obtendrá algo (no siempre económico o material) usted sabrá porque «entra al trapo» como dice.
Y por último el hecho de que Vd. no sea capaz de conectar mis frases o ideas, no quiere decir que sean inconexas, más bien certifica que vd. no es capaz de entenderlas.
Yo, en cambio veo claro que su fuerte no es la información.
Será otro, no me cabe duda.
Cilt Eastwood. Yo no estoy tan convencido como usted de que ese aprendizaje sea bueno. A mi juicio, ese aprendizaje de capital de Francia, París, Italia, Roma, Grecia Atenas lleva a la estupidez. Algo parecido al 3+5=8 dicho así sin más.
Uno sabe cosas pero no sabe exactamente qué significan. París no tiene ningún significado.
Yo dedico mucho tiempo a enseñar. Una de las condiciones que pongo a las personas que limpian en mi casa es que dediquen un tiempo a estudiar. Yo intento enseñarles. Se empeñan en contestar, en acertar, en decir, en lugar de saber qué dicen.
Pasa también con los niños pequeños. ¿8+5? si no aciertan a la primera empiezan a decir números a voleo. Se trata de acertar, no de entender y de buscar un significado.
Ese aprendizaje, esa forma de inculcar valores, formas de estudio y de conocimiento, la arrastramos toda la vida. De pronto, hay personas que recitan poesías de memoria y se creen muy cultas, y por cómo se comportan uno advierte que no han entendido ni uno sola de las cosas que dicen.
No quiero decir que el aprendizaje memorístico sea perjudicial. Ni quiero decir eso, ni lo digo, ni lo pienso. La memoria me parece un valor maravilloso del ser humano. Pero me parece que en el aprendizaje habría que ponerla al servicio de otras capacidades del ser humano en lugar de utilizarla como mecanismo de respuesta que permite aprobar.
Enrique el magnánimo. Dudo de la forma de enfocar el aprendizaje. Así es. Esa frase de mi amigo «los griegos sabían» delata una forma de entender el conocimiento que me parece nefasta. ni los griegos sabían (porque la población griega no sabía nada) ni el propio Eratóstenes sabía, aunque hubiera acertado su método de cálculo y la respuesta. Y porque no sabía, porque no podía demostrar que lo sabía, luego vinieron otros y erraron la respuesta.
EJ25MT5 Lo que menos me preocupa es conoceerme a mí, saber si soy o no soy. Eso es irrelevante. Pero con champán mucho mejor 🙂
Javier Moltó, es muy sano que dude del sistema de aprendizaje, también he dado clase muchos años (más de 10) a universitarios… Comprenda que su arranque inicial me hizo entender que iba a pelar los cables de la luz de su casa para comprobar que la electricidad corre por los mismos… ¡Miedo me da!…
Saludos
Iba a escribir algo, pero otros lo hicieron antes que yo, y lo hicieron mucho mejor:
https://www.youtube.com/watch?v=xYmDyHC4Oc0
Saludos.
E. del Arco. Gracias. Somos incapaces de hacer nuestro el conocimiento del vídeo. Vemos con nuestros ojos. No somos capaces de aprehender otro punto de vista. Es humano. 🙁
Enrique el Magnánimo… Lo hice de pequeño 🙂
Más allá del conocimiento que proporciona el método científico, la capacidad de replicación -que Eratóstenes, hasta donde sabemos, no tuvo o quizá no conocía- y el sometimiento a crítica, no sé si estará Ud. confundiendo saber y erudición que, desde luego, y como bien sabe, no son lo mismo.