David Rivas, nuestro David Rivas, el hombre que conduce con los pies, ha sido chófer de Ana Botella, alcaldesa de Madrid.
Ha sido chófer durante dos centenares de metros, pero ha sido chófer de la alcaldesa. Yo nunca lo he conseguido en mis reportajes de «El chófer de…». David Rivas me hace la competencia. No me parece mal, porque es amigo, pero… hombre David, me enteré por casualidad. ¡Qué menos que contármelo antes!
El coche estaba preparado para que se subieran David en el lado del conductor y la alcaldesa por el otro. Yo, que cumplo escrupulosamente mi papel de chófer cuando hago los reportajes, estaba concienciado para abrirle y cerrarle la puerta a alguien, aunque no hiciera yo de chófer en esta ocasión. Abrí la de David, que tiene más dificultades que Ana Botella para abrirse la puerta.
Luego me puse a hacer fotos, a contraluz, por el lado de David, con todos los fotógrafos enfrente, salvo alguno «que me copió» y se vino al lado bueno, aunque estuviera a contraluz.
Como me puse a hacer fotos ya no pude cerrarle la puerta a David, que tuvo que ingeniárselas solo para colocar sus zapatos en la bolsa de la puerta, porque yo la había dejado muy abierta para hacer fotos. Tuvo que sentarse en el borde del asiento. Él nunca la abre tanto. Para una cosa que hago, lo pongo en un aprieto. Todo por hacer fotos en las que se viera el interior y los mandos de los pies. Como si no los hubiéramos visto ya en vídeo con todo detalle.
Para colocar los zapatos en se lo dejé dificilísimo. Para cerrar la puerta mucho más. Espero que después de hacer esta foto le diera un empujoncito a la puerta para ayudarle un poco, pero no lo recuerdo.
David Rivas y Ana Botella hablaron después a puerta cerrada.
Los fotógrafos y cámaras de televisión seguían al otro lado del coche. Pensaban que la persona importante era la alcaldesa y se fueron a grabarla por su lado.
Tengo la tentación de preguntarle a David de qué hablaron, pero lo que se habla entre un chófer y su pasajero debe quedar entre chófer y pasajero. Faltaría más. Cuando ya iban en marcha, muy despacio, con un magnífico control de la velocidad, algunos periodistas le pidieron el teléfono a David. Yo, que lo escuché, le dije: «¡¡David, la exclusiva es mía!!». David y la alcaldesa se rieron. El otro periodista me miró torcido.
Como David llevaba muy despacio a la alcaldesa, que no se puso el cinturón de seguridad, tuve tiempo de cambiarme de posición y de hacerles una foto en marcha. Se adivina la mirada de Ana Botella.
Cuando bajaron del coche tuve ganas de preguntarle a Ana Botella si contrataría a David de chófer. No lo hice por si consideraba que se trataba de una pregunta trampa para ponerla en un aprieto. No era mi intención.
Entre otras cosas porque David no se merece que le contrate la alcaldesa. No nos ha dado la exclusiva.
Me enorgullece ver a un tío como David, nuestro David (leí con mucho detenimiento en su momento todas las entradas que publicaste al respecto). Me repugna verlo con semejante persona… pero bueno, es un tema que no viene al caso. Bravo por él.
Me ha encantado lo del «lado bueno» 😀
¡Sigue así David ;-)!
Se percibe claramente que nuestra alcaldesa viaja poco en el asiento delantero de los coches.
Ha perdido el reflejo de ponerse el cinturón de seguridad y no sabe donde colocar las manos, cuando no las tiene ocupadas con el móvil.
Sr. Moltó, la última frase donde comenta, que David no merece que la alcaldesa le contrate como chofer por no darle la exclusiva, no lo he entendido. ¿Me lo explica más tarde?
Ráfagas, GTO.
GTO,
Esa frase es una broma, porque se ve a David hablando con todos los periodistas y ¡en km77 nos merecemos que nos dé la exclusiva! ¿Qué es eso de hablar con cualquiera?