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Volvo 850 R automático

Volvo 850 R automático

Por Rafael Neira Márquez

 Pues como no tenía bastante con tener una “sueca” (un Saab 9000 Aero), desde hace unos meses me he echado otra encima, esta vez un Volvo 850 R automático de finales de 1995.

Para poner un poco en situación, un resumen rápido de la historia de este modelo: el Volvo 850 es una berlina medio-grande presentada por el fabricante sueco en 1991, que estrenaba chasis y motor de cinco cilindros.

En 1994 Volvo le calzó un turbo al cinco cilindros, con una cilindrada de 2.3 litros, que pasaba a rendir 225 CV. Este fue el modelo T-5.

Unos meses más tarde los ingenieros suecos realizaron una serie limitada, el T5-R, potenciada a 240 CV, y que incorporaba además aditamentos aerodinámicos, suspensión más rígida, etc…como la serie limitada tuvo cierto éxito, decidieron comercializarla como modelo de producción normal aunque con algunas modificaciones, llamándose “R” a secas, a finales de 1995.

Como pasa con el 9000 Aero, este Volvo demuestra que mucha potencia no equivale a coche deportivo. Es un coche muy rápido si las circunstancias lo permiten, pero no intentemos hacer diabluras con él, porque la calidad del motor está por encima de la del chasis.

El cinco cilindros, que ha tenido una vida comercial bastante larga, es un motor muy suave, con un sonido precioso a “motor gordo” de aquella época en la que las homologaciones permitían esas cosas. Vibra poco, la respuesta al acelerador es muy buena y con el tiempo ha demostrado ser duro y fiable.

Con 240 CV no va nada mal y se lleva bien con la caja automática de 4 marchas. Esta tiene los tres típicos modos Eco, Sport y Winter. Sin ser extraordinaria es suave y hasta ahora también está siendo fiable.

Como dije, el motor está por encima del chasis en este coche. No es que el chasis sea malo, pero para poder estar un poco a la altura los ingenieros de Volvo debieron recurrir a tarados de suspensión duros y neumáticos de perfil 45 con llanta de 17” que hace que el confort de suspensión se resienta.

No obstante el coche tiene cierta agilidad en curva y es muy noble; hay que hacer barbaridades para descolocar el eje trasero.

Los frenos son suficientes aunque con un tacto del pedal blando, y la dirección es algo ligera para mi gusto, pero suficientemente precisa.

No obstante, la mayoría de los defectos del chasis salen a relucir apurando las posibilidades del coche (que son muchas); si en lugar de ir al 100% de esas posibilidades nos conformamos con ir “rapidito”, que en este coche significa pasar ampliamente de los límites de velocidad, empezaremos a apreciarlo más.

Abrimos la puerta y si bien la decoración interior a base de colores claros tanto en la tapicería de Alcantara como en la madera del salpicadero no es del gusto de todos, hay pocos reproches que hacer al habitáculo. Amplio, con muy buena visibilidad, asientos comodísimos, buena postura al volante, climatización eficaz, equipamiento completo (elevalunas/espejos/asientos/techo eléctricos; ABS; control de tracción, airbag frontales y laterales, etc..), muy bien insonorizado salvo algún ruido aerodinámico, buen equipo de sonido con cargador de CD, etc.

 

Empezamos a conducir, salimos a la autovía, y sé que es un tópico hablando de un Volvo, pero la sensación de seguridad es alta. El coche va recto como una flecha, aún a alta velocidad, y no es demasiado sensible al viento lateral. En viajes largos este tipo de cosas se agradecen.

Salimos de la autovía y nos metemos en una carretera nacional, con sus camiones. Las prestaciones son muy buenas, tarda 7.5 segundos en ponerse de 0 a 100 km/h según Volvo, pero se aprecia aún más la capacidad para adelantar. No hace falta recurrir al “kick down” para pasar a la mayoría del tráfico y las recuperaciones también destacan, aún en “D” y sin reducir marchas. Es decir, son prestaciones “prácticas”, de usar a diario, no solo para impresionar a los amigos recitando los datos de las pruebas de las revistas.

Llegamos a nuestro destino, miramos el cuentakilómetros parcial y vemos que hemos hecho 300 kilómetros y no sentimos absolutamente ninguna molestia.

Como berlina que puede llevar cómodamente a cuatro personas y su equipaje a cruceros bastante altos, no hay mucho que reprocharle.

Al hablar de este tipo de coches, siempre se dice que si preguntamos sobre los consumos, es que no es un coche para nosotros. Pero con la subida del precio de la gasolina, es un factor a tener en cuenta. Bien, curiosamente en autovía a velocidades medias el 850 es gastón, del orden de 9,5-10 litros a los 100 kms., pero en carretera a un ritmo normal he visto en el ordenador de a bordo cifras inferiores a los 8 litros (y el ordenador suele pecar de pesimista…). También es curioso que en ciudad, donde se supone que un 2.3 turbo automático debería beber gasolina como si la fueran a prohibir, se pueda mantener por debajo de 12 litros sin muchos problemas.

Cuando hablé de mi otro coche, el 9000, leí más de un comentario acerca de que no había sido muy parcial y que veía solo las bondades. No quiero pecar de eso con el 850. Evidentemente estamos hablando de un coche de tecnología de hace un par de décadas, ampliamente sobrepasada, con una estética que la mayoría de lectores calificaría de “cuadrado como un Volvo” y consumos altos ahora, aunque razonables en aquellos años. Pero para mí estos coches tenían carisma, tenían estilo, y son perfectamente usables y actuales. Si alguien dice que no son ecológicos, les señalaría que funciona perfectamente a pesar de tener 17 años de antigüedad (ojalá dure lo mismo un Prius). Y cuando te montas en uno de ellos y te dispones a conducir, no necesitas leerte un manual; me he comprado un coche, no un iphone.

Sé que sueno a viejo, pero si envejezco rodeado de “cacharretes” como éste, puedo considerarme más que satisfecho.

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