Reconozco que esta no es una prueba normal, ni siquiera una prueba de larga duración ya que durante estos 9 años no he ido registrando las sensaciones que me ha proporcionado el coche en cada momento.
Compré este modelo a finales de 2006 para uso profesional (Taxi) y el coche ha recorrido 500.000 km hasta que he decidido jubilarlo y utilizarlo como vehículo particular.
El coche ha pasado por mis manos que siempre han sido cuidadosas y por las de otros tres conductores, cada uno con una forma diferente de conducirlo y tratarlo.
Compré este modelo por su amplitud y comodidad interior ya que venía de un Skoda Octavia de primera generación con un gran maletero pero poco espacio en las plazas traseras.
EXTERIOR
Hasta el pilar C es exactamente igual a un Seat Altea. Esto es, un perfil afilado aunque alto repleto de suaves líneas curvas. La gran nota distintiva de este coche es su trasera, poco atractiva para la mayoría pero que termina agradando (opinión personal). Este diseño tan controvertido no solo afecta visualmente si no que empeora la capacidad del maletero.
El maletero se abre basculando la insignia de Seat que se encuentra en mitad del portón, al igual que otros modelos de la marca. La apertura funciona de la siguiente manera: El tirador es un simple interruptor que manda una señal eléctrica a la cerradura eléctrica que es la que permite la apertura. Durante los primeros años el mando de apertura se estropeó 3 veces, no enviaba ninguna señal eléctrica a la cerradura por lo que era imposible la apertura. La única opción era comprar una pieza nueva. Harto de este fallo continuado decidí poner un interruptor de tienda de electrónica dentro del mando de apertura que no ha vuelto a fallar.
INTERIOR
Cuando te sientas en cualquier plaza lo que sorprende es la buena postura en la que te acomodas. No tiene la altura de un monovolumen pero tampoco es un turismo normal. Es fácil entrar y salir incluso para personas de edad avanzada. El acabado Stylance traía de serie regulación en altura y apoyo lumbar de los dos asientos delanteros. Sistemas que pese a su utilización durante estos años no han sufrido ningún tipo de desgaste apreciable.
También cuenta con elevalunas de apertura y cierre automático en las cuatro puertas. Los mandos son piezas blancas pintadas en negro y esta pintura ha ido calleándose hasta dejar alguno de los botones completamente blancos. No ha habido problemas con motores ni mandos de apertura. El único problema es que desde hace más de un año la luna del copiloto tiende a subirse de manera aleatoria cuando se encuentra bajada, no es un gran problema ya que en el peor de los casos se queda completamente cerrada.
Hace 5 años se soltó el cable interior de apertura de la puerta trasera derecha por lo que no se podía abrir desde dentro. Problema que se solucionó fácilmente volviendo a colocarlo ya que no se había roto nada.
La tela de los asientos se encuentra en perfecto estado ya que se usaron fundas desde el primer día, pero lo que sorprende es que la espuma que los rellena prácticamente no se ha deformado en ninguna de las plazas resultando todavía muy cómodos para hacer largos viajes gracias a que no son excesivamente blandos.
El sistema de climatización es automático y bizona. Nunca ha enfriado suficientemente bien, en días de calor intenso la ausencia de salidas de aire en la parte trasera hace poco confortables estas plazas. Se ha cambiado el compresor del aire acondicionado dos veces por lo que descarto que sea un problema puntual de mi vehículo.
MOTOR Y COMPORTAMIENTO
El motor es un viejo conocido del grupo VAG, el 1.9 TDI de 105cv con sistema “Bomba Inyector”. Siempre ha sido muy voluntarioso gracias a su gran par pero se nota lastrado por el gran peso del vehículo, casi tonelada y media. Este motor no es tan ahorrador como su antecesor de 90/110cv con “bomba radial” por lo que los consumos se disparan en ciudad hasta más de los 8 litros. En carretera es difícil bajar de los 6 salvo que practiquemos una conducción extremadamente cuidadosa y siempre por debajo de los 120km/h.
Cuando el grupo VAG estrenó este sistema de inyección ninguno de sus competidores que usaban comon-rail podían llegar a las presiones de inyección de los VAG. Poco a poco los comon-rail mejoraron en este sentido y los alemanes abandonaron la bomba inyector. Uno de los puntos negativos de este sistema era el excesivo desgaste que sufrían los arboles de levas al ser estas piezas las que producían la presión con la que se bombeaba el combustible. Este desgaste prematuro me obligó a cambiar los árboles de levas a los 430.000 km. Me considero afortunado ya que conozco decenas de casos en los que la sustitución de los arboles se ha tenido que realizar entes los 200.000 y 300.000 km.
Este modelo no contaba con filtro de partículas por lo que los nubarrones de humo negro al acelerar manchaban rápidamente la parte trasera del vehículo. Este problema de suciedad se solucionaba en otros modelos de la marca curvando la salida del escape hacia el suelo, pero en toda la gama Toledo / Altea nunca se realizó. Entiendo que no es un gran problema para un coche que recorre pocos km, pero al tratarse de un vehículo profesional de color blanco se tuvo que curvar dicha salida en un taller especializado por limpieza.
Otro problema inherente a estos modelos era la fragilidad el volante motor bi-masa. Este sistema hace que el cambio manual resulte sumamente agradable pero con un uso prolongado en ciudad termina por producir vibraciones muy molestas al salir de parado. Este problema se dio a los 40.000 km por lo que se solucionó en garantía. El taller oficial al que acudí era especialista en taxis por lo que para arreglarlo de por vida cambiaron el volante bi-masa por uno macizo proveniente de la VW Caddy. Con esto el problema se soluciono pero a cambio de un pedal de embrague excesivamente duro.
A nivel de comportamiento el coche ha sido y es una delicia. Aún practicando una conducción ágil el Toledo va por donde le marcas con el volante. Posee unas suspensiones firmes pero no demasiado duras. El confort de marcha no es tan grande como en modelos con la suspensión más blanda pero tiene un equilibrio perfecto entre comportamiento y confort. La suspensión trasera está conformada por un eje multibrazo que como contrapunto para un vehículo profesional requiere un alineado al igual que el eje delantero. Esto hace que el mantenimiento sea mayor y más caro.
Hace años en una gran nevada circule durante varias horas por ciudad y carretera sin problemas (pero con mucho cuidado) gracias al gran comportamiento de suspensiones y ayudas electrónicas (ABS, control de tracción y estabilidad) amén de unos neumáticos Michelin en buen estado.
Como curiosidad y aunque parezca irresponsable he de decir que nunca se han sustituido los amortiguadores. Evidentemente el comportamiento del vehículo no es el mismo que el de antes pero en ningún momento llega a ser peligroso, el coche no rebota ni balancea, tampoco desgasta los neumáticos traseros de manera poco uniforme. Tampoco han perdido aceite.
Otro aspecto delicado de los vehículos turbo diesel es el turbo y el caudalímetro . Elementos que en el Toledo nunca ha fallado.
PROBLEMAS QUE HAN SURGIDO DURANTE LA VIDA DEL COCHE.
(Nota: Los km son aproximados y no he reflejado piezas de desgaste)
Cambio de volante motor bi-masa por un mono-masa de: 40.000 km. (Durante la garantía)
Cambio del mando del control de velocidad: 100.000 km. (Durante la garantía)
Cambio de compresor de aire acondicionado: 180.000 y 240.000 km.
Cambio del vaso de expansión del circuito de refrigeración: 300.000 km
Cambio de la bomba del embrague: 350.000 y 450.000 km
Cambio de ventiladores de los radiadores de refrigeración y del a/c: 400.000 km
Cambio de árbol de levas y taques: 430.000 km
Cambio de caja de cambios: 460.000 km
Cambio del ventilador de la climatización: 480.000 km
Cambio de bocina: 490.000 km
En conclusión el Seat Toledo de tercera generación es un coche cómodo, seguro y con una fiabilidad adecuada. A pesar de los problemas mecánicos que ha tenido en estos años me siento satisfecho con la compra.
Fernando