He conducido poco el Tesla Model 3 hasta la fecha. No más de 500 kilómetros, algunos de los cuales han sido en nuestra pista de pruebas donde realizamos la maniobra de esquiva. Es decir, por ahora he estado a sus mandos menos que en cualquier otro coche que pruebo, pues rara vez hago menos de 1000 kilómetros.
Por ello, es posible que mis impresiones sobre el Tesla Model 3 cambien con el paso del tiempo.
En términos generales, estoy de acuerdo con muchos de los aspectos positivos y negativos que han explicado con anterioridad tanto Javier Moltó (enlace) como Alfonso Herrero (enlace) en sus respectivos artículos. Estas opiniones también coinciden esencialmente con las de otros miembros de km77.com.
Es muy cómodo en la ciudad por el silencio de funcionamiento de su sistema de propulsión. En carretera, no lo es tanto como las mejores berlinas de precio equiparable. Lo primero que me llamó la atención al salir de la ciudad fue que el ruido de rodadura era mayor de lo corriente. A alta velocidad también tiene ruidos aerodinámicos, evidentes, pero no molestos. La suspensión, por su parte, tampoco proporciona una comodidad prodigiosa, aunque es de buena calidad.
En definitiva, el Model 3 es menos cómodo que las mejores berlinas del mercado de precio similar en el momento de salir a la carretera. Creo que la derrota no es aplastante. Ahora bien, ¿qué pasa si comparamos el nivel de refinamiento de marcha del Tesla Model 3 con el de cualquier deportivo de menos de 70 000 euros?. Fácil: el Tesla gana de forma clara.
Habrá quien se pregunte por qué comparo el Tesla Model 3 con un deportivo. El motivo es que para mi gusto tiene una respuesta dinámica fantástica. La suspensión trabaja muy bien (es firme, pero aísla bien a los ocupantes y contiene muy bien los movimientos de la carrocería), la dirección es precisa y tiene buen retorno de información. A sus mandos se tiene una gran sensación de seguridad y de control en curva y en recta. No se me ocurren vehículos de menos de 70 000 euros que aceleren de forma similar, que permitan una velocidad de paso por curva superior, que permitan sentir tan bien los apoyos y que ofrezcan un nivel de comodidad aceptable (por no decir parecida a la del Tesla).
Lo único que no hace bien es frenar y eso que tiene muchas cosas a su favor: pinzas delanteras monobloque, una distribución de pesos equilibrada entre los dos ejes (en los coches de combustión con motor y tracción delantera, los frenos del eje trasero ayudan poco en las frenadas) y unos neumáticos de muy buena calidad. Según nuestras mediciones ha necesitado 53,1 metros para detenerse desde 120 km/h, que es un dato mediocre, que no malo.
Lo que más me desagrada de su interior es la pantalla. En km77.com compartimos la opinión de que supeditar todas las funciones (o casi) a una pantalla (que se apaga de vez en cuando) es un error. Yo considero que esa solución es un horror porque obliga a dejar de mirar la carretera casi para cualquier cosa, como la regulación del limpiaparabrisas. Por este detalle me parece que Tesla no se toma muy en serio la seguridad (siempre hago esta crítica a los coches con grandes pantallas centrales que aglutinan muchas funciones, pero es justo reconocer que el Tesla es el peor de los casos que conozco). Soy un poco inconformista con la ergonomía, porque tampoco me parecen razonables los interiores repletos de botones, en especial si están mal ordenados.
En km77.com también coincidimos, en términos generales, sobre la calidad de acabado y materiales. No está tan bien hecho ni rebosa el buen aspecto ni el cuidado por el detalle de, por ejemplo, un Audi A4 o un BMW Serie 3. También me gustaría que en un coche de este precio, el cliente pudiera elegir entre más posibilidades de personalización. Añado que tampoco me gustan mucho los materiales ni los ajustes de un Mercedes-Benz Clase C (aunque su resultado sea muy vistoso) o, mismamente, de un BMW i3 (que también es un eléctrico). De lo que no tengo datos es de cómo el interior del Tesla Model 3 va a resistir el paso del tiempo: eso lo veremos al final de esta prueba de larga duración.
Si mis impresiones acabasen aquí, admito que podría ser el propietario de un Tesla Model 3. Sus puntos débiles estarían compensados por los fuertes. Estoy seguro que tendría muchas ganas de montarme en el Model 3 cada mañana, y eso para mi es muy importante, porque me gusta conducir. Pero la realidad es otra: no hay ninguna posibilidad de que me pudiera comprar uno por mucho que me guste «cómo va». El motivo es claro: limitaría mucho mis movimientos.
Yo entiendo que el automóvil (utilice el tipo de combustible que utilice) es un artículo que tiene valor si da una gran libertad de movimientos. Un coche (o una moto) siempre debería estar dispuesto y preparado para llevarte donde sea y cuando sea.
El coche eléctrico que se usa para viajar te obliga a programar el trayecto de forma meticulosa. Apenas te puedes desviar a ver ese pueblo relativamente lejano que te han recomendado, a visitar ese espacio natural tan espectacular o, por qué no, a escapar de la ciudad —porque sí— después de un día de trabajo. Un coche eléctrico te marca las paradas de antemano; no las estableces tú. Muchos de los mejores sitios que conozco los he encontrado por azar gracias a cambios de rumbo, ocurrencias durante los viajes o consejos de otras personas. Casi nunca he conocido ningún sitio digno de recordar en una vía de servicio de una autopista. Los rincones con más encanto suelen estar lejos de las vías principales. Es imposible que el placer que siento viajando con cualquier coche con motor de combustión lo iguale uno eléctrico.
En definitiva, y bajo mi punto de vista, el coche eléctrico te quita un poquito de libertad y se carga de un plumazo el placer de viajar por carretera y su romanticismo. Hay quien está dispuesto a perderse todo esto por la moda que supone poseer un eléctrico o por una cuestión de ecología mal entendida (esto da para otro post).
Después de haber leído lo anterior habrá quien se preguntará si sólo uso el coche como elemento de ocio. En absoluto. También viajo sin desviarme ni un centímetro de las vías más rápidas y quiero llegar a mi destino en un tiempo razonable. Considero que «un tiempo razonable» de viaje supone rondar una velocidad media de 100 km/h. Con un Tesla Model 3 es imposible acercarse a ese dato en un viaje cuya distancia exceda su autonomía. No sé exactamente qué velocidad media se puede hacer en el mejor de los casos (Supercargadores mediante) entre Madrid y Barcelona o entre Madrid y Sevilla, pero debe estar en torno a 85 km/h. Y estos son casos de trayectos muy favorables para un eléctrico. ¿Se podría hacer de forma razonable un viaje de Madrid a Soria de ida y vuelta en el día?.
Estoy seguro de que cambiaré de opinión cuando sea posible cargar un coche eléctrico con la libertad y rapidez con que ahora se llena el depósito de un coche con motor de combustión.