Ya lo hemos dicho muchas veces, viajar con un Tesla es menos problemático que hacerlo con cualquier otro eléctrico. Lo es sencillamente por la red de supercargadores. Pero, ¿qué pasa si se viaja por zonas en las que no los hay?
En el mapa que acompaña a este texto, a la izquierda, aparecen estos cargadores. En rojo, los que funcionan; en gris, los que algún día funcionarán. O eso se supone, porque, por ejemplo, el de Huesca estaba previsto «para 2019», luego «a finales de 2019» y ahora dice «a finales de 2020». Retocando un poco la imagen, a la derecha, se ven únicamente los que sí están operativos. Un mapa en el que hay áreas vastas sin estos cargadores de 150 kW. Podríamos decir que son la «España de la supercarga vaciada».
Uno de esos territorios es Teruel. Que sí, que tiene poca población, pero es punto de paso de la gente que viaja entre algunas regiones del norte (Cantabria, País Vasco, La Rioja y Navarra) y otras de levante (Comunidad Valenciana y Murcia), además de los de la propia Aragón. Los supercargadores más próximos son los de Zaragoza y Valencia, con una distancia entre ellos de 309 km según Google Maps. Una distancia que nuestro Model 3 puede recorrer del tirón, salvo imprevistos (esos que ocurren cuando uno menos lo espera o desea).
Movido por ese afán de aventura que impregna el espíritu aventurero del poseedor de un coche eléctrico (ejem), decidí pasar el fin de semana por la provincia de Teruel. El plan era salir desde Zaragoza, hacer noche en un hotel perdido en medio de la nada ya en la provincia de Teruel y, al día siguiente, visitar la capital turolense para volver a Zaragoza por la tarde.
La primera tirada, de Zaragoza al hotel, era de 115 km. La segunda, del hotel a Teruel, de 93 km. Y de Teruel a Zaragoza, la última, 171 km. En total 379 kilómetros. ¿Me la podía haber jugado a salir con la batería al 100 % y no cargar en todo el viaje? Por poder, podría, pero la cuestión era disfrutar del viaje y de Teruel, no sufrir. Y además eso me limitaba a no poder desviarme lo más mínimo de la ruta.
En la web del hotel no indicaban que tuvieran un punto de recarga y en la de electromaps tampoco aparecía nada. Aún con ello, llamé para preguntar porque, si podía cargar el coche por la noche, mi viaje iba a ser muy sencillo. Me atendieron con mucha amabilidad y me informaron de que podría cargar el coche sin problemas. En ese momento no pregunté a qué potencia, aunque sospechaba lo que iba a pasar al llegar. El hotel está en Segura de los baños, encajonado en una zona del valle del río Aguasvivas en la que no hay cobertura para teléfonos móviles. Cuando digo que no hay, es que no la hay con ninguna compañía.
Como iba a cargar en el hotel, salí de Zaragoza sin tener la batería «llena». Llegué al hotel con el 48 %, tras gastar un 35 %. Conduje con normalidad, con un trayecto en el que habría un 60 % de autovía y el resto de carreteras comarcales en mal y muy mal estado, pero que disfruté por sus paisajes y por el sosiego que transmitían. La temperatura era suave, de entre 16 y 13 grados.
Ya en el hotel, les avise de que yo era el del coche eléctrico que había llamado unos días antes. Me indicaron que lo colocase junto a una puerta en un lateral del edificio y que ahora iban a darme el cable. En ese momento tuve claro que iba a ser una carga lenta. Vamos, en un enchufe normal. Efectivamente, con el coche ya estacionado junto a la puerta apareció la recepcionista con un alargador. Conecté el cable y comenzó a cargar a 3 kW. Poco, pero suficiente para desplazarme sin limitaciones al día siguiente.
Con el coche ya cargando y me desentiendo tanto del coche como del móvil hasta que, un par de horas después, vuelvo a la habitación y veo que tengo una notificación en el teléfono indicando que la carga se ha interrumpido (parece ser que en algún momento, la SIM del coche recibía señal). Y esa notificación había llegado hacía una hora. Intento mirar en la aplicación el estado actual, pero había dejado de funcionar el wifi del hotel, así que me di un paseo hasta el coche para comprobar que, efectivamente, no estaba cargando. Avisé en recepción, donde la chica, otra vez muy amable, me dijo que iba a comprobar que el enchufe estaba bien. Al rato vuelve y me comenta que no sabe qué pasa y que llama a mantenimiento para que lo revisen.
Como no sabíamos cuánto iban a tardar, quedamos en que me llama a la habitación para avisarme cuando ya haya ido el técnico. Media hora más tarde, más o menos, suena el teléfono. Ya lo han solucionado. Me di otro paseo hasta el coche y reinicié la carga. Por si las moscas, reduje la intensidad, por si ese pudiera haber sido el problema.
En las siguientes horas eché mucho de menos la cobertura telefónica o que la red wifi funcionase. Sin datos, el Model 3 y la app del móvil no podían comunicarse y yo no me iba a enterar si volvía a haber un problema. Para mi tranquilidad, bajé, una vez más, antes de dormir para asegurarme de que todo continuaba igual. Así fue.
A la mañana siguiente me metí en el coche con un 96 % de carga (desde que lo aparqué el día anterior recuperó 35 kW durante 870 minutos, catorce horas y media). Paré a tomar un café en Utrillas donde la casualidad hizo que terminase en un bar en el que había estado hace años tras visitar el Museo minero (interesante, también para los niños). El destino o lo que sea también hizo que me metiese para aparcar por una calle en la que había un único sitio libre. ¡Era un punto de recarga! Más por vicio que por necesidad, y también porque, como estamos probando el coche, intentamos usar muchos puntos de recarga para contarlo luego, conecté el coche. Durante los 21 minutos que el coche y yo estuvimos recuperando energía, la carga pasó del 86 al 92 % (3,86 kWh consumidos). El cargador era de 11 kW y su utilización no tenía coste.
En Teruel capital hay cuatro puntos de recarga. Uno no funciona, otro está en un hotel y los dos restantes en sendas gasolineras. Fui a la más cercana al centro. Tiene dos puntos de carga, a 22 kWh de potencia máxima conjunta (11 por cargador si se usan los dos simultáneamente). Estaban los dos libres. La recarga, de 18 kWh, se ejecutó sin problema alguno y también sin coste.
La vuelta a Zaragoza, con los electrones rebosando por la boca de recarga, no tuvo nada de especial, quitando que a un Guardia Civil le gustó mucho el coche según me hizo saber con el pulgar al adelantarme con su moto.
En esas 24 horas recorrí 389 kilómetros y, salvo en el primer trayecto (Zaragoza-Segura de los baños), el consumo no superó la cifra de 16 kWh/100 km en ninguno. Hice tres recargas (hotel, Utrillas y Teruel) con coste cero. Salí de Zaragoza con un 83 % de batería y aparqué el coche a la vuelta con un 60 %.