Nuestro Tesla Model 3 cumplió el pasado domingo, 23 de febrero, un año. Y justo ese mismo día alcanzó los 77.000 kilómetros. Los 77.000 kilómetros del Model 3 de km77. Los hizo en el hito 760 (uy) de la autovía A-66 (uy otra vez).
Juro que la coincidencia del año con esa cifra es casual, no estaba programado que fuese así. De hecho, cuando nos estuvimos planteando la prueba de un coche eléctrico, no fuimos capaces de hacer una estimación sobre la cantidad de kilómetros que íbamos a poder realizar durante un año. El no poder recargar en cualquier lugar era un hándicap respecto a los coches con motor de gasolina y de gasóleo con los que habíamos hecho las pruebas anteriores. Por comparar, nuestro Toyota Prius llevaba unos 110.000 al cumplir el año, el Volkswagen Golf, 106.000, mientras que el Renault Clio 0.9 TCe rondaba los 70.000 kilómetros. Aunque claro, el Clio se pasó un mes parado en un taller al poco de estrenarlo por falta de repuestos tras un pequeño accidente.
Este año usando el Model 3 nos ha permitido ser conscientes de que si esta prueba la hubiésemos hecho con otro eléctrico (barajamos la posibilidad de un Jaguar I-PACE) ahora llevaríamos muchísimos menos kilómetros. Tesla, a día de hoy, juega con la baza de una red propia de cargadores rápidos de 150 kW (antes a 120 kW). Los supercargadores nos han permitido hacer viajes que habrían sido imposibles con otros coches eléctricos en los que, con suerte, consigues encontrar un cargador de 50 kW en tu camino.
Del coche nos costó al principio acostumbrarnos a la ausencia de mandos físicos para algunas funciones. Setenta y siete mil kilómetros después, seguimos pensando que manejar todo desde una pantalla nos parece una concesión al diseño a costa de reducir la seguridad. Cierto es que Tesla tiene una pantalla excelente por visibilidad y respuesta, y los menús están muy bien estructurados.
Dinámicamente nos ha acabado enamorando a todos. Por sus prestaciones y por su tacto. En cambio, el ruido de rodadura y el aerodinámico a velocidades superiores a 100 km/h lo convierte, en relación a lo que cuesta, en una mala opción. No es que sea insufrible viajar en él, ni mucho menos, pero lo normal es que en los turismos que cuestan 60.000 euros se viaje en una atmósfera más silenciosa. Con el paso de los kilómetros, han ido aumentando los ruiditos al pasar por baches .
Por ahora está siendo un coche casi tan fiable como el Prius, dado que en ninguno ha habido que cambiar piezas ni repararlas llegados a este kilometraje (casualmente, con ambos perdimos un tapacubos al principio de la prueba). Al Clio sólo hubo que hacerle algún retoque en las cerraduras, aunque a los 86.000 kilómetros tuvimos que cambiar la caja de cambios. Con el Volkswagen Golf 1.4 TSI 122 CV tampoco tuvimos problemas; estos llegaron después, con una fuga por la bomba del agua y una avería en la caja de cambios DSG.
Un aspecto por el que esta prueba está siendo muy distinta al resto es que no hemos tenido que pasar aún ninguna revisión. El trabajo y la atención que recibimos en los talleres oficiales de SEAT, Toyota, Volkswagen y Renault fue dispar, incluso llegando a ser engañados en alguna ocasión. Con el Tesla no hay que pasar revisiones, salvo para cambiar el líquido de frenos y el refrigerante, algo que todavía no hemos tenido que hacer (es a los 80.000 km).
Nuestra experiencia con el Servicio Técnico de Tesla ha sido prácticamente virtual. La pantalla del coche se nos apagaba cuando le venía en gana y los altavoces traseros dejaron de funcionar un día. Con alguna actualización se solucionaron ambos problemas. El único contacto físico fue para comprar un tapacubos que perdimos y que tardó 15 días en llegar. Al no ser una pieza vital, no nos supuso un problema.
También hicimos una reparación de chapa. Tesla carecía de centro propio cuando eso sucedió y era un taller Volvo, autorizado por Tesla, quién se encargaba de estas operaciones. Aunque inicialmente valoramos positivamente el arreglo, tiempo después descubrimos que la laca no estaba bien aplicada. Además tuvimos que regresar porque habían dejado mal conectada una conexión y aparecía un error cuando se intentaba instalar una actualización.
En lo que sí tenemos experiencia es en intentar contactar con Tesla para solucionar diversos asuntos administrativos. En el caso de los «días perdidos» de recarga gratuita, directamente nos han dejado de responder a los correos (es la única forma que nos han dado para reclamarlo). Tampoco hemos sido capaces de que modifiquen los datos de facturación de las recargas. Lo hemos solicitado por email en varias ocasiones, pero no hay manera de que nos hagan caso. Los intentos telefónicos también han sido en vano.
Estos detalles y la pésima forma en la que nos entregaron el coche me hacen pensar que Tesla no cuida a sus clientes, al menos en nuestro caso. Puede ser dejadez o que, quizás, estén desbordados. O que consideran que deben emplear sus recursos en otras cosas entre las que la atención al cliente, una vez colocado el coche, no es prioritaria.
La prueba no termina aquí. Vamos a seguir haciendo kilómetros con nuestro Model 3, no sabemos hasta cuándo. ¿Esperamos a que se cumpla aquello que dijo Elon Musk sobre que sus coches actuales serán autónomos? (a lo que haya dicho la última vez…).